Mikel Rodríguez (Oiartzun,
1967) llega con los deberes hechos. Y es que, siendo historiador y profesor de
Historia, tiene los conocimientos necesarios para, partiendo de una sólida base
real, crear relatos fantásticos. Eso es lo que ha hecho con "Caperucita
y otros relatos vascos de terror", la segunda colección de relatos
publicada por la editorial Txertoa que viene precedida por "Sacamatecas
y otros relatos vascos de terror". Basándose en la amplia mitología
vasca, el autor mezcla pasajes reales con sucesos terroríficos en un trabajo en
el que realidad y ficción se fusionan totalmente.
Con 'Caperucita y otros
relatos vascos de terror' sigue la misma línea marcada anteriormente, ¿no es
así?
Si, hace dos años publicamos
un libro llamado Sacamantecas y otros relatos vascos de terror que se
componía de diferentes cuentos cortos del género de terror, llevando los mitos
universales de ese género, el hombre lobo, el vampiro, el fantasma... al
territorio vasco, mezclándolos con los mitos de aquí. Nuestra literatura oral
tenía el gizon-otso, por ejemplo, que se diferencia de la imagen del hombre
lobo del cine de Hollywood, que se parece más al hombre lobo celta; tenemos los
vampiros, que en nuestro caso suelen ser las lamias o incluso las brujas, a las
que se suele acusar de absorber la sangre de los niños; tenemos el equivalente
de la Santa Compaña, Anima Erratuak, los muertos que no podían pasar al otro
mundo y que se aparecían como fantasmas porque no se siguió correctamente los
ritos para que pudieran descansar eternamente...
Una mitología que ha
estado muy arraigada en la cultura vasca...
Sí, y la gente ha creído
realmente en esos mitos mientras hemos sido un pueblo rural. Esas creencias se
disuelven y desaparecen cuando se da el cambio del campo a la ciudad, cuando la
industrialización hace que la gente deje de vivir junto al bosque o ya no tenga
miedo de lo que ocurre por la noche porque, a fin de cuentas, vives en la
ciudad y esos terrores desaparecen para ser sustituidos por otros diferentes.
¿El cristianismo no tuvo
también cierta influencia en la desaparición de esas creencias?
La verdad es que el
cristianismo, con la idea del infierno y del pecado, también vive del miedo de
la gente. Por ejemplo, esto es curioso, en Centroeuropa la Iglesia era el
intermediario para evitar estos espantos. Y aquí también, la gente se protegía
del mal por métodos religiosos y a través de otros que eran anteriores al
cristianismo, como por ejemplo los eguzkilores o el romero bendito. Del mal de
ojo, la gente se protegía haciendo gestos con los dedos, pero también se podían
fabricar un tuntun, que era un amuleto que se hacía con tela religiosa.
¿Con qué personajes se
encontrará el lector en este segundo trabajo?
Por ejemplo, sale la reina
Juana de Albret, en una historia ambientada en el siglo XVI que intentan
eliminarla por medios sobrenaturales. Y es cierto que Juana de Albret
aparentemente acaba asesinada por María de Medicis. María de Medicis, para que
comprendamos al personaje, se protegía del mal de ojo con la piel desollada de
un bebé sin bautizar. Estamos hablando de una época en la que la brujería está
presente. Iradier es otro de los personajes, un alavés que fue el primer
europeo que viajó por Guinea Ecuatorial; Jean Lafitte, un pirata de Baiona, un
judío que en vez de dedicarse a la banca le dio por el corsarismo... Sale
también Pío Baroja, no el escritor sino su abuelo, que era editor y estaba
bastante relacionado con los negreros que hacían el comercio de ébano entre
África y las colonias americanas.
Y el internado antiguo de
Lekaroz, el escenario de uno de los relatos que conforman este libro.
Antes de convertirse en el
colegio para las clases altas, fue un lugar para evangelizar Polinesia. Las
islas de Polinesia tenían que ser evangelizadas por orden del Papa, por los
capuchinos de la provincia de Navarra. Juego con la idea de que quizás uno de
los principales autores del género del terror del siglo XX, Lovecraft, pone a
uno de sus principales y más terroríficos personajes justamente en el lugar que
debían evangelizar los capuchinos. Son los mimbres para escribir una buena
historia.
Pero no acaba ahí la lista
de personajes...
Se puede nombrar también a
Martina Ibaibarriaga, un personaje fascinante. Se trata de una mujer que,
travestida de hombre, luchó en la Guerra de la Independencia. Juego con ella
para imaginar la historia de Caperucita y el lobo podría haber sido inspirada
por sus andanzas. Hay alguna historia ambientada en el Camino de Santiago, otra
ambientada en el valle de Baztán en el siglo V... El siglo V fue una época muy
interesante de la que no hay mucha información. El único texto que existe sobre
esa época es Alabanza de Pamplona, que muestra una ciudad rodeada por
fuerzas enemigas y hostiles.
En estos relatos mezcla
historia con dosis de fantasía. ¿Cuánto hay de lo uno y cuánto de lo otro?
Yo soy historiador y esa
parte se nota. Aunque también hay otras historias ambientadas en el presente.
En una de ellas tomo como escenario la base del ejército norteamericana en
Gorramendi, en el norte de Navarra, donde también se dedicaban a la SETI. La
SETI se dedicaba a la búsqueda de inteligencia extraterrestre. De todas formas,
al final de cada relato figura un glosario con los personajes que existieron
realmente para no confundir realidad con ficción.
¿Habrá tercera parte?
En principio, la mitología y
la historia son una fuente inagotable para crear relatos. El asunto es tener la
inspiración y las ganas necesarias...
El escenario social actual
se presta bastante bien a convertirse en un gran relato de terror...
Si, pero es diferente. El
terror real, el terror social de irse al paro, de no poder pagar la hipoteca y
perder la vivienda, es un terror que agobia totalmente. Yo pretendo que la
gente se lo pase bien pasando miedo.
Entrevista publicada en el
diario NOTICIAS DE GIPUZKOA (http://www.noticiasdegipuzkoa.com/) el 13 de noviembre de 2013. Redactora: Miren
Mindegia