Artículo publicado originalmente en la página web http://www.euskalkultura.com/
La joven editorial Zirimiri Press se ha presentado en Holanda con Emekiro, una selección de cuentos de seis escritoras vascas. Aquí no hay comunidad vasca, ni tampoco euskal etxea y no saben casi nada de Euskal Herria. Como para los holandeses España es muy masculina, nosotros hemos escogido a estas mujeres y su literatura para dar una imagen de Euskal Herria, explica a EuskalKultura.com Henrike Olasolo. En los próximos meses la editorial publicará también Sisifo maiteminez, de Laura Mintegi.
En los últimos tiempos la obra de las mujeres es muy importante, antes no había tantas escritoras euskaldunes, argumenta Olasolo. Las seis autoras seleccionadas nacieron después de 1970, pero en Zirimiri no quieren utilizar la palabra 'generación'. Son muy diferentes, pero sí es verdad que los cuentos tienen algo en común: son historias personales, tienen un poso de intimidad. Presentan a sus personajes en un momento íntimo, en el que se plantean la verdad de sus vidas, explica Olasolo.
El libro reúne estos cuentos: Oihua y Gurutzegrama, de Uxue Alberdi; Dordokak, Plantxa eta Tatuajea, de Jasone Osoro; Nahiago nuke gezurrik ez esan y Hagina, de Eider Rodriguez; Hosting, de Katixa Agirre y Afrikaans brood y Schuim, de Kristina Goikoetxea. Esta última vive en Holanda y escribe en neerlandés. Su obra es un puente entre Euskal Herria y Holanda, explica Olasolo. El libro ha sido publicado con ayuda del Gobierno Vasco.
La traducción de las narraciones, directamente del euskera, ha corrido a cargo del holandés Peter Smaardijk y del propio Olasolo. Smaardijk aprendió euskera en Universidad de Leiden, en las clases que daba allí el euskaltzaina (académico de la Academia de la Lengua Vasca) holandés Rudolf de Rijk. El caso de Olasolo también es curioso. Nació en Madrid, hijo de padre vasco (vizcaíno de Etxebarri, concretamente), y aprendió euskera oyéndolo en casa y en las clases de la Euskal Etxea de Madrid.
Olasolo vive en Amsterdam desde hace ocho años, con su mujer Cristina Richarte. Siempre he amado a Euskal Herria, y quería hacer algo relacionado con ella. Mi mujer, al ser de los Països Catalans, también quería hacer algo relacionado con la cultura catalana, y así nació la idea de dar a conocer en Holanda la literatura y el ensayo de idiomas como los nuestros, explica.
El nombre, Zirimiri, les pareció muy adecuado a los dos. En holandés zirimiri se dice motregen, y es un concepto que se entiende fácilmente. Eso es lo que queremos hacer, poco a poco, como cae el sirimiri, hacer que la cultura vasca vaya calando en Holanda, concluye.