sábado, 9 de diciembre de 2017

ARRUTIREN BANDA (JON ARRETXE)

Como un famoso turrón, Jon Arretxe también ha vuelto por Navidad. Fiel a su cita anual con la “Durangoko Azoka” (la Feria del libro y disco vasco de Durango), a la que es asiduo desde hace años, ha publicado recientemente su última novela, Arrutiren banda (la traducción literal sería “La banda de Arruti”), en la colección de novela negra “Uzta Gorria/Cosecha Roja” de la editorial Erein. De momento sólo está disponible en euskera, si bien probablemente, como ocurrió con las novelas anteriores, los múltiples lectores en castellano del autor podrán leerla también en este idioma en un futuro que esperamos cercano.

De todos modos, a diferencia del turrón del que he hablado al inicio del artículo, que puede gustar más o menos --no entro en eso porque esto no es un blog sobre gastronomía sino sobre literatura--, pero que siempre es el mismo, Arretxe con esa última novela ha sabido reinventarse y ofrecernos una obra que si bien no defraudará a sus seguidores sí se aparta del camino que había seguido en sus últimas cinco creaciones, las protagonizadas por Touré, ese detective afrovasco originario de Burkina-Fasso que sobrevive, o quizás sería más correcto decir malvive, en esa pequeña África que es el bilbaíno barrio de San Francisco, para poner en juego a otros personajes. Sí, lo han adivinado: Arruti y su banda.

Una banda muy peculiar, ya que casi podríamos decir que más que una banda es una “cuadrilla”, en el sentido que se da en Euskadi a esa palabra, puesto que sus cuatro componentes, Urrutxurtu, Ereño, Delgado y Arruti, se conocieron de jóvenes en el instituto, donde trabaron una fuerte e indestructible amistad, y siguen unidos desde entonces, a pesar de que incluso laboralmente hayan seguido caminos diferentes. Pero no por ello dejan de ser una banda, y hacen lo que hace una banda. Al menos hasta que uno de ellos acaba por ingresar en la prisión de Basauri, donde pasará unos pocos años como huésped del estado. Afortunadamente de la cárcel también se sale, antes o después, y es en ese momento cuando se inicia la novela y se producen los acontecimientos sobre los que ésta gira.

La novela, como ya he dicho, se inicia en Basauri, pueblo vizcaíno famoso, sobre todo, por estar ubicada en él la prisión provincial. Pero no sólo se inicia, sino que transcurre allí casi en su totalidad. Y es que el otro motivo de orgullo de esta localidad es, precisamente, el de ser el pueblo natal del propio Arretxe. Y si ya el autor había demostrado su valentía al aparcar --esperemos que sólo esporádicamente-- a un personaje tan consolidado y querido por los lectores como Touré para explorar otros personajes completamente diferentes aunque igual de atractivos, con la ubicación de esta obra vuelve a demostrarnos que puede con todo. Sobre todo si tenemos en cuenta que, además de ser conocido por sus novelas de género negro, Arretxe es también un referente de la literatura euskaldun por sus relatos de viajes. Tubabu, por poner sólo un ejemplo (hay también edición en castellano), es una de sus obras más emblemáticas en ese sentido. Y no sólo eso, sino que algunas de sus primeras obras de género negro, que transcurren en Tánger, Portugal o Turquía, entre otros lugares, son una perfecta mezcla de sus dos versiones como escritor, la novela negra y la de viajes. Y tras dar la vuelta al mundo, en un nuevo giro literario tan arriesgado como bien resuelto, vuelve a sus orígenes, vuelve a Basauri, para gozo de sus lectores.

Pero la vuelta a sus orígenes no significa tan sólo un mero cambio de ubicación espacial sino que además, frente a quienes entienden que la novela negra sólo puede desarrollarse en la gran ciudad, en cualquier gran ciudad --desdeñando por tanto obras tan importantes como las de Jim Thompson, una de cuyas novelas más emblemáticas transcurre en un pueblo habitado por tan sólo 1.280 almas, 39.000 menos que la propia Basauri--, al decidir homenajear a su pueblo natal en Arrutiren banda, Arretxe nos muestra también cómo una localidad de tamaño medio puede ser, perfectamente, el escenario ideal para una trama negra. Y es que en realidad el tamaño de la localidad no tiene importancia. Lo que sí la tiene es el tamaño de la habilidad e imaginación del autor, y de eso Jon Arretxe, afortunadamente para sus lectores, anda sobrado, como podemos comprobar leyendo su última novela.