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lunes, 15 de noviembre de 2010

LA ROLDANA (PILAR DE ARÍSTEGUI)

LA NOVELA: Sevilla, siglo XVII, una ciudad resplandeciente en la que florecen las artes. De entre todos, una mujer destaca más que nadie: Luisa Roldán. Escultora sin par, obtendrá numerosos encargos de considerable importancia. Su afirmación como artista la lleva a requerir lo que ninguna mujer había logrado con anterioridad: ser nombrada escultora de cámara del rey. Su fama se extiende por todo el país y trasciende las fronteras. De Andalucía a Madrid y de allí, a través de una Europa convulsionada, a la remota Moscú. Un periplo emocionante y una fascinante historia de amor abrirán sus horizontes y su visión de la vida. Esta novela narra la historia de una espléndida mujer y de su mayor pasión: la pasión de vivir.
Decía Baudelaire que la belleza tiene siempre un punto de sorpresa que lo convierte en algo especial. Ese es quizás el secreto que encierra 'La diamantista de la emperatriz' de Pilar de Aristegui, un libro escrito con una prosa brillante. Esta artista ha plasmado con un sentido muy personal del color y de la estética grandes gestas históricas de nuestra querida España, y ha sabido volcar en esta novela su sentido de la belleza y de la vida. Una historia contada con gran riqueza narrativa: un viaje fascinante desde la corte de Carlos V en Toledo, hasta la Italia renacentista, dejando muy claro entre líneas el importante papel que la mujer ha jugado en la vida. (Covadonga O’Shea)

LA AUTORA: Pilar de Arístegui es pintora y escritora, y vive cerca de Madrid. Es autora de, entre otros, El diario de Colón, Hacedores de Europa, Hacedores de América y Palacio de España, la embajada más antigua del mundo. Su primera novela, La diamantista de la emperatriz, publicada por Ediciones B, fue un gran éxito de público y crítica

Entrevista publicada en el periódico DEIA el 15 de noviembre de 2011. Redactora: Rosana Lakunza.

Pilar de Arístegui ha escrito La Roldana, un libro que narra la vida de Luisa Roldán, una mujer sevillana que ostentó un cargo inusual para su género, ser escultora de cámara del rey. Con este texto quiere recuperar para la memoria colectiva el papel de esta artista que tuvo una vida trágica, se casó -según la autora-, con el hombre equivocado y perdió a cuatro de sus seis hijos.
El arte en general parece vedado para las mujeres que nacieron en los siglos de la Edad Media.
La historia de la mujer no se ha contado como es. Hay una anécdota que me sucedió a mí en la región italiana de Lemarque. Fíjate, fue el país en el que surgió el Renacimiento, la aceptación de la mujer, el esclarecimiento de su papel para las artes. En un museo, el director enseñándonos un magnifico tapiz bordado en seda, nos dijo mientras lo alaba: "Claro, está hecho por hombres".
Las mujeres también bordaron tapices en época como la de Renacimiento.
Yo le contesté que las mujeres bordaban tapices de igual calidad o más que la de los hombres. La prueba es que los gremios de bordadores hombres pidieron a sus soberanos que suprimieran los talleres de mujeres, porque tenían una enorme competencia económica. Las mujeres intentaron hacer su oficio, pero alguno les fue vedado.
Luisa Roldán, de la que ya se ha reconocido parte de su obra, es una de esas mujeres que no hemos estudiado en los libros y quedan en la trastienda del olvido.
Me encontré con el personaje de Luisa Roldán en una enciclopedia americana de mujeres artistas. Eso sucedió hace treinta años. A raíz de ese descubrimiento, empecé a informarme. Durante muchos años, con la documentación que encontré en su día, he hecho conferencias, artículos de revistas y, al final, pensé que merecía un libro -como tantas otras-. Hay muchas mujeres pioneras y tenemos que sacarlas del olvido. Por ejemplo, Sor Juan Inés de la Cruz, la gran poetisa. Su poesía es actual.
Si ahora se habla de la dificultad de la conciliación trabajo y familia, en tiempos de Luisa Roldán suena a imposible.
No creas, en ese momento quizá era más fácil, la familia vivía mucho más unida. Las hermanas se ayudaban, las cuñadas, los padres estaban más cerca. Por ejemplo, en el taller de Pedro Roldán, donde Luisa se forma como escultura, trabajan ella y varias de sus hermanas, también sus maridos. La ayuda familiar era mayor que en estos momentos.
Aun así, la mujer no tenía ningún recorrido social y laboral.
Entre las costumbres que vetaban ese recorrido que tú dices, estaba el que ellas no firmaban sus obras. No aparecen sus nombres en la historia. Hay una historia maravillosa de Luisa. Le encargan a su padre, Pedro, para la canonización de San Fernando una escultura. Al cabildo de Sevilla no le gusta nada la escultura del padre y la rechaza. Pedro Roldán, desesperado, le dice a Luisa: "Toma la escultura a ver si tú puedes hacer algo". Durante varios días y varias noches, ella trabaja con la escultura. Lo primero que hace es serrar las piernas y la cabeza. Fíjate qué drástica y qué coraje. Le da un nuevo movimiento en las piernas y una nueva expresión en la cara. La escultura es aceptada por el cabildo.
¿Cuántas obras hechas por mujer están firmadas por hombres?
Muchísimas, ahora mismo estamos en un momento de estudio y de reflexión. Las técnicas han avanzado muchísimos y estamos viendo lo que hay detrás de barnices y de pinturas. Hay un ejemplo que a mí me gusta citar, Sofonisba Anguissola. Ella llega con 22 años a la corte reclamada por Felipe II para ser profesora de pintura de la joven reina Isabel de Valois (tercera esposa del rey) y posteriormente de las infantas. Ella tiene una cercanía intensa con la familia real y le hace pintar los cuadros de otra manera. Estos cuadros, hasta fechas muy recientes han sido atribuidos a pintores masculinos como Tiziano, Rubens, El Greco… Tan mala no debía ser, ¿no?
¿Por qué esta pasión por el mundo del arte?
Mi infancia se desarrolla en el País Vasco. Yo he tenido una infancia muy feliz en casa de mi abuela en Hondarribia, con mis primos y con toda la familia. En mi casa se pintaba; mi madre pintaba, mi tía pintaba, mi abuela era jardinera… Había toda una serie de actividades relacionadas con la pintura. Cada vez que yo huelo a magnolia siento una felicidad instantánea. La mesa que había en el jardín estaba al lado de una magnolia.
La magnolia y el arte, una curiosa relación.
Sí, yo he vivido en una familia donde había interés por la música, la pintura, la lectura… era cotidiano. Uno de los primeros cuadros que yo pinté fue una reunión de primos en esa casa de Hondarribia.
En sus libros aparece mucho el mar.
Es mi infancia, he vivido en Donostia. El mar está en mi vida cotidiana: embravecido, calmo, azul, gris… El mar Cantábrico lo llevo dentro de mí. No lo busco, sale y tengo que hablar del mar.
¿Qué echa de menos cuando está en Madrid?
El mar, la gastronomía, la calidad de vida. Quizá es pasión por mi tierra, pero en gastronomía el País Vasco ha superado ampliamente a todos los demás.
Una vida viajera la suya.
Los vascos somos viajeros. Los vascos con un mar Cantábrico maravilloso, pero bravo y aguerrido, resultaban unos marineros insustituibles. La historia de la navegación en el Mediterráneo, toda la historia de las dos Sicilias, tiene una participación vasca numerosísima. Qué te voy a contar de su historia en América, hasta la organización del comercio, la famosa Compañía Guipuzcoana. Todos los nombres vascos que hay en la navegación en América, es una historia interesantísima.
¿Un país que le emocione?
Hay muchos. Italia, me entusiasma su sentido de la vida y su respeto por el arte. Que haya habido tantos países que hayan pasado por Italia, tantas guerras, tantos desencuentros, y que se haya destruido tan poco. Me produce una gran admiración. Hace unos años estuvimos en una iglesia donde había siete obras de Andrea della Robbia. Son de terracota pintada, es lo más efímero del mundo, pues allí están.
¿Le gustan los italianos?
Sí, tienen una forma de comprensión increíble; eso sí, teniendo cuidado y que no te engañen. Con los italianos siempre hay un punto de encuentro.