SINOPSIS: Un ex-policía nacional investiga
por un crimen a tres socios de una misma empresa: dos ex-terroristas y otro
ex-policía nacional, en la ciudad de San Sebastián.
ENTREVISTA publicada en el
"Diario Vasco" de Donostia-San Sebastián (http://www.diariovasco.com/).
Redactora: Teresa Flaño
El
donostiarra Juan Velázquez (Donostia-1964), además de ser profesor de Derecho
Internacional en la UPV ejerce también de escritor. Después de 'Secundarios de
lujo' (Erein, 2006) y 'Hombres sin suerte' (Eclipsados, 2010), publica ahora
'Algo que nunca debió pasar' (Arte Activo Ediciones).
¿Cómo
surgió 'Algo que nunca debió pasar'?
En mi primer
libro 'Secundarios de lujo', que era de relatos, había un personaje llamado
Ramiro que aparecía en dos o tres historias. Me parecía que podía dar juego,
aunque en 'Hombres sin suerte', mi segundo trabajo literario, no lo utilicé.
Aquí toma más cuerpo, se desarrolla más con el nombre de Ramírez. También tenía
la idea de hacer algo sobre San Sebastián a finales de los años 70, principios
de los 80. Me parecía muy atractivo y considero que es un territorio por
explorar. Así surgió esta novela que ata el pasado con el presente a través de
este personaje.
Habla de
un territorio sin explorar. ¿Considera que existe una especie de deuda con esa
época y la gente que la vivió?
Sí. He
querido desarrollar en la ficción ese Donosti que me pilló joven. Me da la
impresión de que, aunque había mucho más descontrol, desorden, suciedad, había
mucha más libertad y muchas posibilidades que luego se fueron abriendo. En lo
Viejo cualquier noche coincidías con mucha gente del lumpen o artistas como
Gabriel Celaya. Además estaba el tema político en la etapa más cruel con
atentados que ocurrían casi a diario en el centro urbano, policías,
guerrilleros de Cristo Rey. En fin, había un poco de todo en un territorio muy
pequeño.
Tanto en
'Hombres sin suerte' como en 'Algo que nunca debió pasar' hay una relación de
amor-odio con su ciudad.
Yo no tengo
mucho tiempo para escribir y el territorio que mejor conozco es Donosti. Es mi
ciudad y me gusta, aunque también soy crítico con cosas que se han hecho, con
las que se han dejado de hacer y con otras que han cambiado y que yo, es mi
opinión, considero que para mal. Como todas las cosas y personas que quieres
tienes una relación a veces difícil. Hay más amor que odio. Además no hay
tantos libros que traten sobre San Sebastián.
Últimamente
han aparecido varios libros que tratan el tema del conflicto del País Vasco,
pero generalmente desde el punto del terrorista y hasta con cierto
romanticismo. Usted ha elegido un policía, bastante despreciable, para que
protagonice la novela.
Creo que
nunca se había tratado desde la perspectiva de 'Algo que nunca debió pasar'. Yo
soy muy aficionado al género de novela negra y para escribir una tienes que
tener unos personajes que encajen. Generalmente son policías, expolicías o
detectives privados. Aquí no puedes poner un personaje blanco, que no se haya
mezclado con cosas turbias. Los policías que en esa época curraron aquí tienen
un pasado. A fuerza de leer noticias de prensa de la época, de ver cómo se
relataban los atentados comprobé que se escribían de forma mucho más cruel, más
dura. Con el tiempo las dosis de sangre y crueldad se rebajaron en las
informaciones. Yo tenía en la memoria que cuando iba al instituto veía los
funerales de policías y guardias civiles en la Sagrada Familia. También quería
tratar el tema espinoso de la tortura, que siempre escuece. El expolicía
Ramírez, que vuelve a San Sebastián para ayudar a un amigo, me daba la
oportunidad de tratar todos esos temas.
Los
autores se suelen encariñar con sus protagonistas. ¿Le ha costado mantener la
distancia con Ramírez ?
La verdad es
que ha sido un ejercicio duro y el lector también tendrá que hacer ese
esfuerzo.
Los
escenarios son reales. ¿Ha recurrido mucho a la hemeroteca para relatar los
atentados y otros sucesos de la época?
Los
atentados ficcionados sí están basados en la investigación en la hemeroteca
para darles la mayor verosimilitud posible, aunque siempre partiendo de mis
recuerdos. No ocurrieron exactamente como los describo, pero sí tenían
características similares. En otros casos he cogido detalles. He intentado
acercarme lo más posible a la realidad. Todo, de una manera u otra, ha
sucedido, salvo lo que acontece en el presente, que es pura ficción.
También
hace referencia a personajes que después fueron juzgados por su vinculación con
la financiación de los GAL como los guardias civiles Dorado y Villalobos. ¿Cree
que la sociedad ha olvidado con facilidad esa época?
Sin duda.
Todo se olvida muy rápido, como la línea de la mafia policial unida a los GAL.
Además, todo pasaba prácticamente al mismo tiempo. Según aparece en algún
sumario, en un lado estaban descargando cajas de tabaco, en otro había
manifestaciones reprimidas con una dureza que ya se ha olvidado y por otro se
estaban poniendo bombas en Carlos I o Felipe IV sin importar quién fuera dentro
del coche. Volver a la hemeroteca está muy bien para comprobar cómo se olvida.
También hay personajes que en esa época estaban muy presentes y que la gente ya
no recuerda. Por eso he querido recuperar la figura de Joshe Mari, que siempre
estaba en el Boulevard con su cartón de vino.
En el
presente mezcla en una misma urbanización a exetarras reconvertidos en
constructores, expolicías, diputados del PNV y empresarios. ¿Ha querido mostrar
un reflejo de cómo es ahora la sociedad vasca?
Sí, es un
reflejo. Con el paso del tiempo parece que todo es posible. En un territorio
tan pequeño, donde han pasado tantas cosas, al final convivimos todos. Te puede
tocar como vecino a alguien con el que tienes un pasado totalmente opuesto.
Puede ser que por las ganas de vivir más tranquilos o con un poco más de
dinero, se acaba tragando con lo que sea. Aunque siempre algunos son más
culpables que otros.
¿El
título 'Algo que nunca debió pasar' se refiere a todo el conflicto que se vivió
entonces?
No. Está
dirigido al personaje de Ramírez que por razones de la vida llegó aquí, se hizo
policía, llevó mala vida y que veintitantos años después debió volver. Tampoco
debió pasar el hecho que le trae de nuevo. Sin desvelar nada, es uno de los
momentos más crueles de la novela.
El azar
está muy presente y hace que se repitan situaciones. Parece que los personajes
no tienen otra salida.
Sí. Acaban
en el sitio donde no querían estar. Al final es la ciudad la que se presenta
como un remolino que envuelve a Ramírez porque tiene en ella más cosas que las
que cree. Le marcó para el resto de su vida.
¿Ha
buscado premeditadamente ese aspecto cinematográfico?
Me lo ha
dicho mucha gente. No ha sido algo buscado sino más bien fruto del poco tiempo
que dispongo para escribir. Creo las escenas y luego las voy llenando.
Se ha
declarado muy aficionado a la novela negra. ¿Qué referentes tiene a la hora de
escribir?
Directos
ninguno. Aparecerán a medida que se va desarrollando la historia, pero no es
algo que tenga previsto. El último libro de novela negra que he leído es de
Philip Kerr con su detective Bernie Gunther, pero sobre todo me gustan los
norteamericanos clásicos.