Este es un diccionario invadido por hormigas.
Se lo comieron todo y luego se instalaron.
Ya no sirve para consultar palabras o aplicarlas.
Ni para que hojas y flores se sequen entre sus
páginas. Ni guardar cartas de amor.
Ni mucho menos dinero B.
Puede espantar alguna mosca latosa. Hacer de
posavasos. Nivelar la pata de la mesa.
O ser usado como abanico urgente.
Tampoco es un diccionario venido a menos porque nunca
estuvo arriba. Ni un Tractatus de Wittgenstein frustrado. Ni tampoco un manual
de autoayuda.
Quizás se parezca a un powerpoint sin pantalla,
Porque, a veces, el principio y el fin del texto, pueden verse en un solo
vistazo.
Quizás ha tenido el deseo de ser como el Gato de
Cheshire que al desaparecer nos dejaba una sonrisa.