miércoles, 15 de septiembre de 2021

JUSTICIA (JAVIER DÍEZ CARMONA). PRESENTACIÓN EN BILBAO

 

Para quienes, lamentablemente, no pudisteis asistir el pasad lunes 13 a la presentación de “Justicia”, de Javier Díez Carmona, os transcribo el texto que preparé para la misma. Obviamente no se corresponde al cien por cien con lo que dije, ya que no me gusta leer en este tipo de actos, y siempre dejo espacio a la improvisación según el omento, pero tampoco es muy diferente. Que lo disfrutéis, no de este escrito, sino de la novela.

 


 

            Arratsaldeon guztioi. Muy buenas tardes a todos y muchas gracias por acompañarnos en la presentación de la última y estupenda novela de Javier Díez Carmona, “Justicia”.

            Cuando Javier me contactó para pedirme que le acompañara hoy en esta presentación, le dije que sí sin dudarlo ningún momento, y no sólo por amistad sino, sobre todo. porque ya había leído la novela y me había encantado. Pero pronto empezaron a aparecer las dudas y a preguntarme a mí mismo por qué me habría metido en este lío. O, por decirlo de un modo más elegante, empecé a tener eso que se llama “miedo escénico”. Un miedo sustentado en dos razones diferentes. La primera, relativa a si sería capaz de transmitirles a ustedes mi entusiasmo por la novela.

           


En todas las presentaciones literarias se da por supuesto que el presentador va a hablar bien del presentado y de su obra. Lo contrario sería algo inconcebible. Muy original, eso sí, no me queda más remedio que admitirlo, aunque dudo que tanto la editorial como el autor fueran capaces de valorar positivamente esa originalidad. Pero, a sensu contrario, esa característica, obligatoria en todas las presentaciones,  puede conllevar el hecho de no ser creíble, de que los asistentes piensen que si se está hablando bien de la obra es porque el presentador está cumpliendo con su papel. Es algo lógico, pero también puede ser frustrante, porque a uno le gustaría que los asistentes no pensaran que si alabo la novela es por un compromiso previo con el autor y que se convencieran de que si lo hago es porque, efectivamente, la novela lo merece. De todos modos, y en el caso de que no sepa transmitiros mi entusiasmo, me consuela el hecho de pensar que cuando la leáis acabaréis admitiendo que mis palabras eran sinceras y que la novela que habéis leído es una gran novela.

Hay otra razón por la que he dicho que me da miedo esta presentación, y es que se trata de una novela negra. O, si lo preferís, criminal, de intriga o policiaca. La disquisición sobre géneros o subgéneros la dejaremos para los teóricos del género, aquí estamos entre lectores y creo que todos entendéis a qué me estoy refiriendo. ¿Cómo hablar de una novela negra sin correr el riesgo de hacer lo que hoy en día se llama “spoiler”, eso que toda la vida hemos considerado como “destripar la historia”? Es difícil, pero lo intentaré, aunque para ello tenga que hablar de las dos novelas anteriores de Javier.

Cuando anteriormente os he dicho que una de las razones que me llevaron a aceptar la petición del autor para que le acompañara en esta presentación, os decía la verdad, pero no toda la verdad. Porque casi con toda seguridad, aun si no la hubiese leído, habría aceptado, ya que había tenido el placer de leer sus novelas anteriores, Correr a ciegas y E-King, y eso me habría llevado a la conclusión de que ésta que hoy presentamos, Justicia, también valía la pena.

Con Correr a ciegas Javier nos llevó a Nicaragua, a una época posterior a la Revolución Sandinista en la que ha aparecido ya cierto desencanto, aunque los personajes que habitan la novela no han perdido del todo sus ilusiones ni sus esperanzas, a través de una historia en la que está también muy presente la situación de Euskal Herria, con sus luces y sombras. En cambio, en E-King nos traslada a Barcelona, con una historia cuyo trasfondo es un asunto de tan desgraciada actualidad como la violencia contra las mujeres, mezclado con algo que puede ser igual de siniestro y oscuro, como la adición a las redes sociales.

Con esas dos novelas ya nos demostró el autor tanto su dominio de la intriga como su maestría al crear a los personajes que pululan por ella y su versatilidad al crear dos historias tan diferentes entre sí, así que no fue nada extraño para mí que esas cualidades se repitieran en Justicia. Y, como bilbaíno que soy, había un motivo más de alegría para mí. Por fin, después de pasearse por Nicaragua y Barcelona, el autor volvía a Bilbao, a nuestro Bilbao. Yo creo que ya nos lo merecíamos. Y, además, con una historia redonda.

No voy a destriparos la trama, pero sí haré un pequeño resumen de la misma: Varias muertes, aparentemente sin conexión, sacuden la apacible vida de una ciudad como Bilbao. Lo único que tienen en común las víctimas es que en el lugar del fallecimiento suele aparecer una pintada con la expresión ¡Justicia! Da la impresión de que alguien está intentando cebarse en quienes se lucran de las desgracias de otras personas, aunque quizás no todas las víctimas encajen en ese perfil.

La verdad es que ya de por sí esta pequeña sinopsis alienta a la lectura, pero es que hay algo más. El propio título. Debo confesar que al principio me extrañó ese título, tan escueto y conciso, pero cuando lees la novela te das cuenta de que está muy bien puesto. Y no solo eso, sino que nos permite jugar con esa línea divisoria, que debiera ser muy clara, pero que a veces es invisible, entre la justicia y la venganza. Todo ello, además, por medio de unos personajes que pese a estar al límite, o quizás por eso, se nos hacen perfectamente creíbles y reconocibles.


Aunque sea de un modo muy escueto, para no haceros excesivamente pesada mi intervención, no me resisto resisto a citarlos: Osmany Arechabala, antiguo militar cubano, combatiente en Angola y allí donde le hubiera llevado la Revolución, que aparece en Bilbao para descubrir quién mató a su hijo, Antonio Arzamendi, pareja de una de las mujeres asesinadas, un pacífico trabajador de banca que no entiende lo que ha sucedido, Borja Maruri, abogado especialista en delitos financieros, amante de la buena vida y del dinero con el que puede conseguirla y Jon Larralde, ertzaina amigo de Arzamendi, casi al borde de su jubilación. No son los únicos personajes, pero sí quienes llevan el peso de la investigación. Los cuatro, cada uno de ellos con una implicación mayor o menor. Y esa es otra característica de la novela. Habitualmente en las novelas policiacas estamos acostumbrados al detective solitario o a la típica pareja de policías, pero no a cuatro investigadores. Lo que nos indica no sólo la originalidad de la obra, sino la depurada técnica del autor, porque no es sencillo hacer encajar a cuatro investigadores, cada uno con sus características diferentes y que se mueven en diferentes ámbitos, y hacer que todo encaje.

Y para finalizar ya mi disertación, con el convencimiento de que cuando la leáis me daréis la razón en todo lo que he dicho, no para satisfacer mi ego sino por vuestra propia satisfacción al haber leído una estupenda novela, os leeré un párrafo que he entresacado de la misma:

Tal vez el cielo de Bilbao fuera eso, pensaba Osmany mientras finas gotas de sirimiri resbalaban por su rostro, un lienzo sombrío, una sucesión de grises y negros desde donde caía una llovizna interminable que empapaba cabellos, abrigos y voluntades. Aunque, contemplando el ambiente que desbordaba la calle, concluyó que la voluntad de los bilbaínos no se doblegaba tan fácilmente

Muchas gracias y ya sabéis. Justicia, de Javier Díez Carmona. Vuestra próxima lectura. A disfrutarla.


 

 

SOMOS COMUNIÓN (IÑIGO BOLINAGA)

 

LA NOVELA: 1872. La forma de vida tradicional en el País Vasco, como en otras muchas partes, se encuentra sumida en un profunda crisis, agudizada por las decisiones de los gobiernos liberales, que a menudo atentan contra las mismas bases materiales de su existencia. En ese contexto, los Eguíluz, arrendatarios de generación en generación de un caserío del interior de Bizkaia, se dejarán arrastrar por el torbellino de una nueva insurrección carlista, en un intento desesperado por aferrarse a un modo de vida que desaparece a ojos vista. “¡Claro que éramos carlistas! ¿Cómo no íbamos a ser carlistas?”, dice Adrián, quien, junto a sus hermanos Martín, Gracia y Leonardo, protagonizan esta novela coral en la que se reflejan sus anhelos, sus miedos, sus miserias y, en definitiva, sus razones. Sus respectivas circunstancias les llevarán a actuar de diferentes maneras, a menudo contra sus propios deseos, asumiendo siempre consciente o inconscientemente que forman parte de algo que está por encima de sus aspiraciones particulares.

Somos comunión es una magnífica recreación de una etapa fundamental de nuestra historia, en la que el autor ha hecho un extraordinario ejercicio de empatía para reflejar la mentalidad de quienes perdieron también aquella guerra. Pero es, ante todo, una novela muy entretenida y de agilísima lectura.

 

EL AUTOR: Iñigo Bolinaga nació en Elorrio, Bizkaia. Es historiador y cuenta con documentos que le acreditan como titulado en Estudios Avanzados de Historia Contemporánea, máster de Periodismo y máster de Estudios Vascos. Ha ocupado plaza de profesor suplente de Historia en la Cité Scolaire Internationale de Lyon, y de trabajador en la Ulster Historical Foundation de Belfast, dedicado a labores de apoyo en la realización de árboles genealógicos solicitados por familias americanas, australianas y canadienses que pretendían encontrar a sus ancestros en Irlanda. Es autor de numerosos artículos de corte histórico, como Juana de Albret, la reina de los hugonotes, China Ming, La invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis o La disputa antártica, y de tres libros titulados Breve Historia del fascismo, Breve Historia de la Guerra Civil Española y Breve Historia de la Revolución Rusa, así como del ensayo político-sociológico La Gran Utopía. Asimismo, en 2011 publicó de la mano de Txertoa El testamento-Cómo zanjó Castilla la cuestión sobre la legitimidad de la conquista de Navarra.