sábado, 2 de noviembre de 2013

RAMIRO PINILLA PERSEVERA EN LA NOVELA NEGRA

El escritor bilbaino Ramiro Pinilla ha escrito ya la tercera entrega de su personaje el detective librero Samuel Esparta, ambientada en los años setenta, y ahora está ultimando las correcciones del original. A sus 90 años, el escritor acaba de conseguir su segundo galardón del Premio Literario Euskadi en la categoría de literatura en castellano por Aquella edad inolvidable, editada el año pasado, y ahora termina la tercera entrega del detective Esparta, cuando la segunda, editada en marzo de este año, aún está caliente.
Pinilla, Premio Nadal en 1960 con Las ciegas hormigas (1960), que luego estuvo cuarenta años en el ostracismo hasta la gran obra de su vida, la trilogía Verdes Valles, colinas rojas, se divierte en los últimos años con la serie negra. Su protagonista es el librero Sancho Bordaberri, escritor policíaco frustrado que se convierte en Samuel Esparta, un guiño de Pinilla a su admirado Sam Spade, de Dashiell Hammet.
En la primera novela de la serie, Solo un muerto más (2009), investiga un crimen ocurrido en 1935 que quedó sin resolver en su trilogía Verdes Valles. En la segunda, El cementerio vacío (marzo de 2013), investiga la muerte de una joven en una romería, aliñada con un bonita leyenda popular, según la cual las tumbas de los enamorados en los cementerios costeros se vacían por el fondo y vierten sus cadáveres al mar, donde tal vez los amantes vivan juntos para siempre. Las dos, ubicadas en 1945 y 1947, le sirven a Pinilla para examinar el primer franquismo y la sociedad de entonces de Getxo, la localidad donde reside desde joven. Pero en esta tercera novela Esparta da un salto y ha madurado mucho, porque la acción se sitúa en el tardofranquismo, en 1973, por "necesidades anecdóticas" para la acción de la novela, ha contado Pinilla.
El veterano escritor no ha querido soltar más prenda de la nueva obra, solo que la está corrigiendo con la ayuda de su compañera, María Bengoa, la que tiene la paciencia de releer el original. "Las correcciones son necesarias pero aburridas, el autor llega a decir basta, y alguien a su lado tiene que decirle que hay que leerlo más", declara el veterano escritor.

Artículo publicado en el diario DEIA (http://www.deia.com/) el 2 de noviembre de 2013