martes, 14 de febrero de 2012

UN MONTÓN DE GATOS (EIDER RODRÍGUEZ)


Artículo publicado en el Diario Vasco el 10 de febrero de 2012. Redactor: Alberto Moyano

En la colección de relatos Katu Jendea, publicado hace dos años, la escritora Eider Rodríguez (Errenteria, 1979) arrojaba una luz cruda las zonas de sombra que se ocultan entre los pliegues de cualquier relación humana y sajaba con precisión de cirujano las bolsas de pus que se acumulan bajo la piel de las apariencias. Ahora, con el título de Un montón de gatos, Rodríguez publica la versión en castellano de aquel volumen, que incluye otros dos cuentos inéditos.
¿Quién es esa gente gatuna a la que hace referencia en el título?
Bueno, el primer gato, por supuesto, soy yo, que soy superdesconfiada y muy felina, en ese sentido, pero también creo que buena parte del resto del mundo también lo es. Creo que la gente necesita muchísimo su intimidad y que sale a la calle con un porte elegante y autosuficiente, pero en cuanto le haces unos arrumacos, empieza a ronronear, pidiéndole que le cuiden y que le acaricien. Quiero mostrar esa doble cara de la gente, una característica que compartimos con los gatos. La gente se piensa que te van a atacar cuando menos te lo esperas porque parecen autosuficientes y fríos, pero en realidad son todo lo contrario y quienes tenemos gatos lo sabemos. Me interesaba esa dualidad entre lo que mostramos y lo que realmente somos.
En su opinión ¿cuál sería el hilo conductor que recorre estos ocho relatos?
Soy nefasta para juzgar mi obra porque siempre creo que he escrito una cosa y la gente me dice que he escrito otra, pero creo que el descreimiento, la decepción, la madurez y las expectativas no cumplidas podrían ser algunos de esos hilos.
¿Y la sensación de que uno es siempre un extraño para los demás?
Por supuesto. Me interesa mucho ese punto negro que es el extrañamiento, incluso, para nosotros mismos, que a veces hacemos cosas sin saber por qué. Y respecto a nuestra pareja, lo mismo: Ah ¿eras esto? Pocas veces llegamos a esa conclusión, pero cuando lo hacemos es la definitiva. Ahí se quiebra la relación. El extrañamiento entre las personas es muy interesante porque aparentamos ser todos muy amigos, pero en realidad no nos conocemos nada mutuamente.
En sus relatos, ese agujero negro entre dos personas surge por medio de una tercera o incluso de un objeto, que es el que saca a la luz las grietas en la relación.
Cuando salió el libro escuché en una canción de Nacho Vegas la frase «si escuchas bien, oirás un crack». No me dio tiempo a incluirla como epígrafe. Me gustaría que quien leyera los cuentos pueda oír ese crack que yo he intentado rescatar. Ese crack lo provoca a veces un objeto, como en el cuento 'La muela', en el que un acontecimiento banal desencadena consecuencias terribles o cambios profundos en una persona. Me gusta mostrar que algunas cosas que se consideran triviales, como la belleza o un grano, no lo son.
¿Por ejemplo?
Por ejemplo, la belleza o su ausencia. No es algo banal. Ser propietario o no de una cierta belleza tiene repercusiones terribles. Quería poner una pequeña lupa sobre estos temas, aparentemente banales.
¿Cree que es una frivolidad decir que el aspecto físico carece de importancia?
Está clarísimo que es importantísimo, no hay más que ver quién aparece en la tele. Siempre es algo significativo. Cuando vas a buscar trabajo, el hecho de ser o no ser guapa va a ser determinante. Si lo eres, puede que el jefe no te contrate porque su mujer es muy celosa o, por el contrario, puede que te contrate para echarte un polvo si se da la ocasión. Y si no eres agraciada lo mismo, te puede contratar porque así su mujer no tiene celos o puede no contratarte porque no das la talla. Otro tema que me llama mucho la atención es que en lugares como en los que se supone que venden medicinas para curarte, como las farmacias, encuentras también cremas de belleza, con lo cual, se deduce que la vejez es una enfermedad. Me llama mucho la atención el bombardeo al que estamos sometidos todos en cuanto a imágenes de lo que es bello y cómo nos afecta eso en la autoestima. Te pueden decir: «No, si es photoshop». Ya, pero cuando durante años los estás viendo constantemente, a la vez que compruebas cómo los guapos y las guapas tienen más opciones. O menos porque también existe el caso de la guapa que se tiene que hacer la fea para resultar creíble, la rubia que se tiñe de morena... En la Suráfrica del 'apartheid' los negros sufrieron una falta de autoestima terrible y aquí es lo mismo para la persona que no se adecúa a esos cánones.
«Nunca dejamos de ser los niños que fuimos en la escuela», dice un personaje de uno de los relatos.
Así me lo parece. Ves a sus cuarenta y pico años al que era 'el listo de clase' y piensas que ya estaba todo en el niño que fue. Luego resulta que los 'listos de todas las clases' de la geografía vasca se van juntando y ese grupo ya es...
¿... selección natural?
Me imagino que sí. Y lo mismo sucede con el 'saco de todas las hostias', que seguirá siéndolo durante toda la vida. Se puede llevar mejor o peor, pero creo que eso que hemos sido lo vamos a seguir siendo siempre, con diferentes cortes de pelo, economías y ropas. Es muy difícil escapar de eso que un día fuimos.
Otra frase: «Las primeras veinticuatro horas de una relación condicionan la dialéctica de poder que se mantendrá en los siguientes veinticuatro años».
Sí, en qué términos se inicia la relación es algo que queda ahí. Todo es poder o falta de poder, tanto en la información, en la belleza, en el amor o en el sexo. De todo se derivan relaciones de poder. Por ejemplo, podríamos preguntarnos cuántas veces el sexo se ha convertido en mercancía, cuando dices hoy sí, pero porque me apetece hacerte el favor. Las relaciones de poder en una pareja son las que la estructuran.
¿Es como la política por otros medios?
Sí, exactamente. Ahí están la capacidad de negociación, qué tienes para dar... Lo que no entiendo es por qué no se habla más de estas cosas.
Quizás es que hacerlo se considera de mal gusto.
Sí, es de mal gusto poner el andamio de lo que somos a la vista de todos, pero creo que todo son relaciones de poder, en el amor, en el trabajo o incluso en las cuadrillas: a algunos se les insta a hablar para que el resto puedan contar eso que ha dicho el que cumple el rol de dar carnaza al resto, pese a que el que le ha instigado a hablar ejerza mayor poder que el que ha hablado. La verdad es poder para el que la tiene y la puede expresar, aunque no sé qué da más poder, la mentira o la verdad. En todo caso, todo se puede gestionar en términos de poder.
¿Se siente cómoda en el relato?
Sí, me gusta, también como lectora, así como la poesía es un territorio vedado para mí, al igual que las matemáticas y, en cierto modo, la música.
Pero al contrario que sucede con las novelas, no hay relatos cortos regulares: o funcionan o fracasan estrepitosamente.
No lo sé, cuando escribes un libro de relatos, a nada que haya uno más o menos bueno ya te luce. En cambio, en una novela te lo juegas todo a una carta, aunque luego se deje leer, pese a no ser muy buena.
Precisamente, eso es algo que no sucede con el relato.
Ya... pero no sé si hay géneros más difíciles que otros. ¿Es más difícil un sprint que un maratón? No lo sé, igual sí. ¿Es más fácil escribir un cuento bueno que una buena novela? Lo ignoro porque no he escrito ninguna. Siempre me ha gustado mucho el cuento. Lees uno y si es bueno, genial, flipas porque te ha dado una hora de intensidad y si es malo, lo olvidas porque tampoco dura mucho.
¿Qué tal funcionó 'Katu Jendea' cuando se publicó en 2010?
En ventas, muy bien. En cuanto a críticas, siempre te dicen lo mismo: «Está bien, pero no lo suficientemente». Al final, no sé hasta qué punto es fiable el sistema de la crítica. Lo que ensalza y lo que hunde un libro son elementos tan ajenos a lo literario... Tiene más que ver la imagen que das, con quién te casas, qué has dicho en cierta entrevista, dónde trabajas, cuánto ganas -si ganas poco es, por supuesto, mucho mejor-...
¿Siguientes proyectos literarios?
-Tengo apuntados en el cuaderno un montón de cuentos que me gustaría escribir, ideas para una novela y también unas notas para un ensayo a escribir con una amiga sobre la mujer: la mujer y el frío, la mujer y el trabajo, la mujer y los tacones... Ahora estoy con la tesis, pero el año que viene sí que me gustaría escribir literatura pura y dura.

Siete relatos sobre diferentes temas, hechos y personajes pero construidos y atravesados por el hecho común de que todos tienen como escenario el País Vasco, circunstancia geográfica y social que les otorga un especial aire de unidad. A través de esas historias, escritas desde una distancia narrativamente muy eficaz, entraremos en contacto con el talante específico, áspero pero emotivo, de mujeres con fuerte carácter independiente, con la peculiar red de afectos y dependencia que se crea alrededor de esas familias con raíz rural en las que padres, hijos y abuelos conviven y ¿conmueven?, con las tensiones sexuales que despierta la irrupción de un extraño dentro de un círculo cerrado, con la represión de fondo sobre el que crece un deseo que nunca llega a cumplirse o con la sombra dolorosa de una realidad política tensa y en conflicto.

FICHERO DE NOVELAS NEGRAS: 339.-EL MAIN (TREVANIAN)


Título: EL MAIN
Título original: THE MAIN
Autor: TREVANIAN
Editorial: ROCA
Trama: El teniente LaPointe, pese a su cargo actual, cuida de su barrio de Montreal, el Main, como si aún fuera un patrullero o incluso un policía de barrio, al que todos conocen, quieren o temen, según sus circunstancias. Por so, cuando aparece en su zona el cadáver de un joven acuchillado, el policía encargado del caso delegará en él la investigación, lo que le obligará a recorrerse nuevamente, de cabo a rabo, su propio territorio.
Personajes: Claude LaPointe, policía a la antigua usanza, lo que le lleva a usar la violencia cuando lo cree conveniente, sobre todo para proteger a quien él considera que son los más desfavorecidos del barrio, Guttmann, joven e inexperto policía de origen anglosajón, al que le colocan como ayudante de LaPointe para que se vaya fogueando, con estudios universitarios y humanísticos, por lo que generalmente desaprueba los métodos de su superior, Moisés y David, judíos, socios en un negocio del barrio, el primero tendente a filosofar sobre temas como el mal y la culpa, el segundo siempre contando chistes, en ambos casos como método para exorcizar el pasado aún reciente (en la novela) de  la persecución a los judíos, Marie Louise, joven inexperta a la que LaPointe acoge, para evitar que continúe prostituyéndose, Vet, vagabundo testigo del asesinato, que tiene un secreto que no desea desvelar a nadie, Resnais, jefe de LaPointe, un político que piensa que vejestorios como su subordinado son un obstáculo en su carrera, El Main, un barrio degradado, pero a pesar de todo aún lleno de vida.
Aspectos a Destacar: La mirada tierna, trufada de la nostalgia de un tiempo que quizás, sólo quizás, fue más humano aunque también más mísero, sobre un barrio que se está degradando a marchas forzadas y sus gentes que sólo ansían sobrevivir.
La Frase: ¡Claro que la aflicción es buena! La prueba principal de que Dios no se limita a jugar cruelmente con nosotros es el hecho de que nos haya dado la capacidad de afligirnos, y de olvidar. Cuando uno está herido (y no me refiero a una herida física) el olvido cauteriza y cicatriza, pero queda el rencor, el odio y la amargura ocultas bajo la cicatriz. La aflicción es el medio para drenar la herida, para que no nos envenene.