LA NOVELA-SINOPSIS: Tras el
“ave María purísima” con el que se inicia la confesión católica y la presente
novela, y la réplica “sin pecado concebida”… Cosme sacó una pistola y disparó
sobre la cabeza y el pecho de don Isidoro. Cosme se sintió satisfecho de lo que
acababa de hacer.
La muerte de un sacerdote en su confesionario, en vísperas de la visita
del Papa a España, y las oscuras tramas y complicidades de la pederastia
eclesiástica que se traslucen tras el crimen, no son la mejor de las
situaciones para preparar el evento. Gobierno, judicatura y Conferencia
Episcopal se ven enzarzados en sus propias miserias para limitar el estrago.
Alguien tendrá que buscar la verdad o, al menos, una parte de la verdad, esa
famosa punta del iceberg. Un bufete de abogados comprometidos tendrá que
vérselas con tales mimbres y enfrentarse a las no escasas dificultades.
Una novela que viene a enriquecer nuestra colección Garaje Negro, escrita
por un gran periodista, Bonifacio de la Cuadra, que conoce el tema, el talante
de los protagonistas (más reales que ficticios) y sabe bien cómo se las gastan.
LA NOVELA SEGÚN EL AUTOR: ¿Cuántos crímenes se tapan con las
sotanas? ¿Por qué tienen los políticos tanto miramiento con los eclesiásticos?
¿Se cambian los delitos de los religiosos por los votos obtenibles gracias a
los púlpitos? ¿Son investigados los curas pedófilos? ¿Se atreven las familias a
denunciar los abusos sexuales a menores? ¿Acusan los fiscales? ¿Condenan los
jueces? ¿O todo se resuelve con el secreto de confesión?
La novela parte de la hipótesis
de que en España se practica la pederastia sacerdotal tanto, al menos, como en
Estados Unidos, Bélgica, Holanda y otros países europeos, entre ellos la
católica Irlanda, si bien son muy pocos los casos que, en la católica España,
han aflorado ante los tribunales. En la novela, la justicia encarcela a un
trabajador inmigrante, pero intenta disimular las agresiones sexuales de
sacerdotes a menores. Un fiscal lo explica así: “No es lo mismo acusar a un
inmigrante que a un obispo”.
Entre los argumentos para tapar
la pederastia sacerdotal, aparece el viaje del Papa a España y la vehemente
necesidad de evitarle que sufra, a diferencia de lo que ha ocurrido en otros
países, en los que el Santo Padre ha llegado a pedir perdón a las víctimas. El
camino para impedirle tanto sufrimiento no es acabar con esa lacra, sino
conseguir que en España no aparezca, que no se vea. La Conferencia Episcopal lo
tiene claro y acude a todas las presiones ante los poderes públicos para borrar
las huellas, cada vez más visibles, de ese delito...
Esta novela, que se inicia con el
asesinato de un sacerdote, en el confesionario, indaga y describe el modo de
actuar de los ministros de la Iglesia y sus habilidades para escurrir el bulto,
negar la evidencia y justificar con la dedicación apostólica, las más sucias
conductas... Aparece también la corrupción política y de la justicia, mediante
la complicidad entre los poderes en aras de la impunidad sacerdotal, contra la
que se esfuerzan algunos juristas comprometidos, que defienden, en un ambiente
hostil, los derechos de las víctimas.
Muchos de los personajes más
negros de la trama son puro reflejo de los prebostes de la realidad. Así, tras
los sucesos protagonizados hace unos meses por el entonces presidente del
Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Dívar -con
sus injustificados gastos privados a costa del erario público-, la novela
recrea el perfil de un jurista con idénticos cargos, “designado por consenso de
los dos grandes partidos: un personaje untuoso, de saludo verbal y manual
flácido y de acendrada religiosidad”, que se dirige telefónicamente, con su
“voz gangosa, blanda, algodonosa”, a la juez que tiene sentado en el banquillo
a un párroco, y le sugiere que conduzca y resuelva el juicio “con prudencia”.
La juez Sonia de la novela le cuelga el teléfono.
La máxima negrura de Secretos
de confesión -que empieza con el asesinato de un cura e incluye la muerte
de un monaguillo y la investigación penal de esos hechos y de los indicios de
abusos a menores- reside en la justificación religiosa y pastoral con que los
clérigos eluden sus responsabilidades y se consideran víctimas de un ataque en
toda regla contra la Iglesia.
EL AUTOR: Bonifacio de la
Cuadra, licenciado en Derecho y veterano periodista, natural de Úbeda
(Jaén), pertenece al equipo fundador del diario El País, al que ha dedicado
gran parte de su actividad profesional. Fue coordinador de la información
parlamentaria y en una segunda etapa corresponsal jurídico.
Actualmente publica artículos de
opinión y es profesor del Máster de Periodismo UAM / EL PAÍS. Siguió paso a
paso la transición y el proceso constituyente, sobre los que publicó, con Soledad Gallego-Díaz, Del
consenso al desencanto y Crónica secreta de la Constitución.
Se inició en el género con el
primer relato, tan verídico y tan negro, editado sobre la intentona
golpista del 23-F, tras vivirla en directo: Todos al suelo, publicado
con otros seis periodistas.
La presente novela, Secretos
de confesión, es la primera obra de ficción que publica, para la que le
ha sido muy útil el conocimiento periodístico de las corruptas estructuras del
poder, capaces de tapar crímenes horrendos, como los cometidos por ministros de
la Iglesia católica, con los niños como víctimas de sus abusos sexuales.