Título: EL TRIÁNGULO DE ORO
Título
original: LE TRIANGLE D'OR
Autor: MAURICE LEBLANC
Editorial: BRUGUERA
Trama: Un militar francés descubre, casi por casualidad,
que van a intentar secuestrar a una joven y, con la ayuda de algunos cuantos
compañeros de milicia, desbarata el intento. Decidido a indagar sobre las
causas del mismo, comprenderá asombrado que entre la joven y él hay unos lazos
desde muy antiguo, aunque desconozca los motivos. Todo ello se complicará con
el descubrimiento del robo, a lo largo de los años, de una importante partida
de oro francés (la novela se escribió en una época en la que aún regía el
“patrón oro”) que está desviándose al extranjero.
Personajes: Arsenio
Lupin, ladrón de guante blanco que actúa en ocasiones como “justiciero” movido
por una ética muy personal y nada convencional, Coralie, joven enfermera entregada
al cuidado de los heridos franceses de la I Guerra Mundial, Essarès-bey, enriquecido
banquero de origen egipcio o turco, Patrice Belval, capitán mutilado del
ejército francés, valiente, impetuoso y furiosamente enamorado de Coralie, Ya-Bon,
soldado francés de origen senegalés, totalmente fiel a Belval, Desmalions, juez
retirado, comisionado para investigar la desaparición del oro francés, Simeón
Diodokis, viejo secretario de Essarès-bey, que parece estar al tanto de muchos
de los secretos que esconde la trama.
Aspectos
a Destacar: Maurice Leblanc creó, a
principios del siglo XX, un personaje que ha entrado en el imaginario popular
como una especie de Robin Hood moderno, una réplica a Sherlock Holmes aunque no
desde un punto negativo, a lo Moriarty (por mencionar al sempiterno enemigo de
Holmes), sino positivo e incluso caballeresco, inaugurando, junto al Raffles de
E. W. Hornung (curiosamente cuñado de Conan-Doyle), el mito del moderno
delincuente justiciero.
La
Frase: Mi capitán, siento por usted
la mayor de las simpatías y todo lo que le concierne despierta mi más vivo
interés, pero he de confesarle que mi problema domina todos mis pensamientos y
que todos mis esfuerzos tienden hacia una única meta: la persecución del oro
que nos ha sido robado. Y no quiero que ese oro se nos escape. He logrado un
éxito con ustedes, pero aún no tengo el oro. Ustedes dos están sanos y salvos,
pero yo no tengo los mil ochocientos sacos, y los necesito... los necesito.