martes, 31 de mayo de 2016

DEMASIADO RUIDO. ENTREVISTA PUBLICADA EN EL DIARIO "DEIA"



Os dejo una interesante entrevista aparecida en el periódico de Bilbao, DEIA, el 30 de mayo de 2016, con motivo de la publicación de la última novela protagonizda por Goiko, DEMASIADO RUIDO.

DEIA

En los 90 ya apuntaba alto, y desde entonces se ha consagrado a la novela negra. Suma catorce títulos. En ‘Demasiado ruido’ rescata a Goiko, su personaje fetiche
Una entrevista de Iñaki Mendizabal Elordi
BILBAO - José Javier Abasolo (Bilbao, 1957), chirene por los cuatro costados, ganó el premio Novela Prensa Canaria en 1997 con Lejos de aquel instante y el García Pavón de 2005 con Antes de que todo se derrumbe. En aquellas novelas primigenias ya se intuía su querencia por el género negro, una tendencia que se ha afianzado con los años. Ahora, resucita al exertzaina Mikel Goikoetxea y lo coloca en el disparadero de una trama con vertientes traviesas y oscuras, donde casi nada es lo que parece.
En las anteriores tres entregas ha maltratado usted físicamente a Goiko, pero esta vez el maltrato es también psicológico... Muestra a un hombre muy egoísta. “En el fondo no soy más que un pobre hijo de puta al que le jode que haya gente que sea todavía más hija de puta que yo”.
-Está en un momento casi depresivo y habla mal de sí mismo, pero es un personaje menos negativo de lo que aparenta. Tiene un sentido peculiar de la justicia, y arregla las cosas con métodos que no podía usar cuando era ertzaina: no tiene escrúpulos para usar los métodos que sea con tal de alcanzar su objetivo. Y en esta novela también le meto una historia personal... Lo zarandeo bastante.
Me han sorprendido sus cavilaciones finales...
-Claro, algunas cosas trata de justificarlas, porque es consciente de lo que hace, pero sin engañarse. Y, en muchos sentidos, es egoísta, porque entre morir o matar, prefiere matar. Pero se niega a ser un mártir.
Goiko ha evolucionado. ¿Se le ha ido de las manos alguna vez?
-No. Como autor sé cosas de él que no aparecen en las novelas, pero que me ayudan a definir el personaje. Por ejemplo, me lo imagino comiendo en el txoko con los amigos, y eso no sale en las novelas.
¿Es bipolar?
-Todos tenemos varias caras. Goiko no es angelical, tiene su punto cabrón, pero no ejerce la violencia de forma gratuita.
Y viendo la cara próspera que se vende del Bilbao actual, ¿no es Goiko un personaje anacrónico? Quizá hubiera encajado mejor en los 80...
-Cuando pensé en un personaje así, decidí que tenía que condensar todos los tópicos del detective de la novela negra norteamericana. Antiguo policía con problemas personales y profesionales; es, en cierto sentido, un apestado social, solitario, irónico... Pero luego he tratado de adaptar el personaje a nuestros días. Usa las nuevas tecnologías, conoce la sociedad de Bilbao... Pero es un tipo con muy mala hostia, y eso trasciende a las épocas históricas. Eso sí, intento dibujarlo lo más humano posible y trabajo sus estados de ánimo. Respecto a Bilbao, a mí me gusta la ciudad tal y como es, y si Bilbao ha prosperado es porque ha entrado dinero, y ahí es donde salen a relucir las ambiciones, las envidias... Además, de eso se nutre la novela negra: de las ambiciones de la gente llevadas a un extremo.
Goiko también tiene un peculiar sentido del humor.
-Es como una válvula de escape, tanto para Goiko como para el lector.
Cuando construye los personajes, ¿siempre tiene en cuenta lo ambiguo del ser humano?
-Los defino en base al papel que tienen en la novela, pero luego trato de romper los estereotipos de personaje malo y personaje bueno. Los presento como seres humanos, con sus aciertos y miserias.
¿Has pensado alguna vez en proporcionarle una compañía fija a Goiko?
-Como socio de investigaciones no. El perfil del personaje es el de un hombre solitario.
Podría haberlo emparejado con Touré, el detective de las novelas de Jon Arretxe, que hace un cameo en ‘Demasiado ruido’.
-Sí, le pedí permiso y creo que es un guiño simpático. Jon y yo somos amigos y me gustan sus novelas de serie negra, pero no emparejaría a Goiko con Touré, porque son muy distintos.
La novela está plagada de personajes secundarios, y algunos cobran relevancia. Lola, Salif, Moussa, Vladimir... Perfiles dispares para una misma historia.
-Lola viene de la primera, al igual que Vladimir. A Vladimir lo he recuperado de forma distinta a la primera novela. Y Lola, la amante de Goiko, es una especie de rincón en el que se refugia cuando está jodido.
...y en esta novela, Lola es una caja de sorpresas.
-Hasta ahí podemos leer, sí. Me gusta dejar finales cerrados y con sorpresa, pero sin que esa sorpresa sea demasiado tramposa; tiene que guardar cierta lógica.
Hace algunos meses se publicó una noticia relacionada con varios directivos de una multinacional que se habían suicidado con pocas semanas de diferencia. ‘Demasiado ruido’ recuerda, en parte, ese hecho, aunque aquí los directivos no se suicidan, los asesinan. ¿De dónde surgió la chispa de la novela?
-La historia no salió de ahí, aunque hago mención a este hecho. La idea surge de una imagen: la de varios neonazis atacando a un mendigo.
También saca a relucir la migración, la corrupción política y empresarial, la prostitución... ¿Le interesa reflejar la realidad social y económica que le rodea o utiliza estos hechos como ‘atrezo’?
-La novela negra es un género crítico, y aunque no hablamos de todo esto de forma abierta, los problemas aparecen constantemente, porque la realidad es la que es. También es verdad que yo no escribo una novela con la intención de decir lo que está bien y lo que está mal, pero se trata de mi ciudad, de mi tiempo, y todo eso está aconteciendo ahora y aquí. Agatha Christie era muy crítica con su sociedad sin pretenderlo; le bastaba con describirla.
Esta es una novela llena de guiños, donde las tramas se superponen; narra en primera persona, en tercera; cada capítulo tiene una fecha diferente... ¿No teme que el lector se pierda?
-Siempre procuro que la historia sea coherente y que los saltos en el tiempo y en el espacio estén bien estructurados. No soy de esos escritores que pide al lector que trabaje mucho, pero hago estructuras más complejas porque creo que la historia lo merece.
¿Nota el cambio de la primera novela a ésta?
-Creo que Goiko ha evolucionado y me gustaría pensar que yo, como escritor, también he evolucionado.
¿Y en las anteriores trece novelas ha apostado también por el género negro?
-Sí, en casi todas. De hecho, me pasó una anécdota curiosa con una de ellas. Cuando gané el premio G. Pavón, el jurado describió mi trabajo como novela policíaca. Y aunque hay cierta intriga, incluso un asesinato, yo pensaba que no era novela negra.
Con la ristra de autores que tenemos en Euskal Herria, ¿se puede decir que la novela negra está en forma?
-Hemos llegado tarde si nos comparamos con el Estado español, pero diría que ya empieza a haber suficientes escritores como para decir que puede haber una novela vasca, aunque quizá no haya una gran homogeneidad.
¿La nuestra es menos urbana?
-Es urbana pero diferente, porque recoge las características de un territorio pequeño y montañoso. En Bilbao mismo ves el monte desde todas partes.