Entrevista publicada en el periódico Noticias de Álava el 2 de noviembre de 2010. Redactor: Carlos González
Tras dejar el periodismo, Pedro González de Viñaspre siguió unido a la palabra. Primero con diferentes y premiados relatos breves. Después con la publicación de su primera novela, 'Los espectros de la luz'. Ahora, el escritor vitoriano vuelve con 'La encrucijada de Hermes' (Ediciones Beta).
Si uno se lanza a la segunda novela es porque con la primera acabó, cuando menos, satisfecho ¿no?
Sí. Tampoco tengo mucha idea de cómo ha ido a nivel de ventas, pero sé que ha funcionado bien. Lo notas y la gente te va contando cosas. Así que me he lanzado con la segunda para ver qué pasa.
Una segunda historia que empieza a nacer...
Pues hace un año, más o menos.
Y ahora el libro ya está en las librerías y alguien se lo encuentra, se lo lleva a casa y ¿qué espera?
Espero que se lo pase muy bien, que cumpla las expectativas que genera lo que haya oído o leído sobre el libro, o lo que pueda conocer del anterior. Tengo la impresión de que esta novela puede cubrir esas expectativas previas.
Sin contar demasiado, hay dos historias paralelas que dan vida a esta propuesta, dos argumentos entre Vitoria y Shanghai.
Sí. Son dos historias que en apariencia están alejadas en todos los sentidos, lo mismo que ocurría en el anterior libro. Por un lado, uno de los argumentos se desarrolla en Álava, tomando como epicentro el Hospital de Leza. Allí suceden una serie de acontecimientos partiendo de la muerte de un productor local y la investigación posterior que lleva a cabo un enfermero, que era amigo suyo. Ahí se inicia una historia de novela negra con tintes sobrenaturales y misterio. Luego hay una segunda trama que parte de Shanghai y que hace un recorrido geográfico por distintas partes del mundo, teniendo como referente un personaje que responde al nombre de Mago de Oz. Dicho de una manera más general, son dos viajes, un más físico y otro más interior.
¿Se cruzan esas dos historias?
Las paralelas, se suele decir, que siempre se acaban cruzando (risas).
¿Qué tiene el misterio que tanto gusta al lector?
No lo sé. Lo que hace es generarte una tensión, una expectativa. Es una excusa como otra cualquiera para contar lo que tú quieres, es decir, cómo envuelvo lo que quiero decir de una manera más atractiva. Me parece que es una fórmula que a mí me funciona y que me da mucha libertad para moverme por determinados terrenos literarios.
Y nunca pasa de moda.
A los hechos nos remitimos. Siempre ha habido autores que se han servido de estas herramientas de una u otra forma. Y claro que funciona. La curiosidad, el afán por descubrir, los seres humanos lo llevamos en el código genético.
¿La referencia al Mago de Oz es consecuencia de algún trauma infantil o algo por el estilo?
(Risas) Alguien me decía hace poco: el primer libro hablaba sobre la pederastia y éste del Mago de Oz así que ¿qué paso en tu infancia?. No, no me pasó nada extraño. Curiosamente, es una historia que no descubrí hasta que ya era un poco más mayor. Lo que pasa es que me parece fascinante y casi fundacional en muchas cosas. Argumentos de hoy están inspirados en el Mago de Oz, en la historia de la aventura, de la búsqueda, de la pérdida de la inocencia... Tiene muchos parámetros que la hacen muy especial. Me parece una trama apasionante, sobre todo por esa idea de búsqueda. En mi novela, como te decía antes, también hay ese tránsito, tanto físico como interior, entendiendo a la propia vida como un viaje. Aparece en el libro la figura de Hermes, que es ese personaje que va guiando a los viajeros. En nuestra vida cotidiana nos encontramos con muchas encrucijadas, que nos llenan de dudas, y casi siempre aparece alguien que nos marca o nos aconseja por dónde seguir. Toda esa dinámica está en el Mago de Oz y a mí me parecía muy interesante para mi propuesta.
En estos casos, ¿lo más peligroso es no llegar a cerrar bien todas las tramas abiertas o hay otras preocupaciones como escritor?
Hay otras, pero es una cuestión importante. Hay tienes un fenómeno televisivo como Perdidos, que generó mucha frustración porque no se cerraban muchas puertas. Cuando uno hace este tipo de tramas, tienes que saber completarlo todo, pero no es mi objetivo primordial. Yo ya sabía cómo iba a terminar la historia antes de empezar a escribir.
¿Es Álava un buen escenario para el misterio?
Sí, como cualquier otro. Yo lo defiendo, además. Tenemos esa inercia a situar determinados modelos narrativos en escenarios cliché. No tenemos que hacer esfuerzos para situar un crimen en Chicago, una aventura de viajes en India... Sin embargo, creo que es sólo una cuestión de saber trasladar las cosas y explicar lo que más conoces. Tanto en Vitoria como en cualquier lugar próximo a un escritor ocurren las mismas cosas que pueden situarse en un sitio típico en estos casos. De hecho, cuando yo hacía información local me dedicaba a los sucesos y a tribunales y te encontrabas con sucesos que tenían una buena novela en su interior. Y hoy sigue pasando igual.
Los dos últimos Euskadi de Literatura en Castellano y en Euskera decían hace unos días, por experiencia propia, que el trabajo en los medios de comunicación les había ayudado a vivir porque con la literatura está complicado.
Yo hace ya siete años que dejé el periodismo y he encauzado mi vida profesional por otros caminos. Como decía alguien hace poco, la única persona que conozco que vive de la escritura es mi vecino del quinto, que es notario (risas). Incluso los escritores que están más consolidados tienen serias dificultades. Sí se publica mucho pero es muy complicado sobrevivir durante tiempo.
Esta segunda novela se presentó arropada por la presencia de Bernardo Atxaga, algo, supongo, significativo para usted.
Sólo tenerlo al lado te llena para seguir. Es una persona muy cercana y próxima. Tiene muy claras las cosas sobre la literatura. Contar con él en la presentación fue importante como imagen. Pero también y sobre todo porque me dio unos consejos. Tomé buena nota.
¿Pensando en la tercera novela?
Está ya muy avanzada. Ahora estoy en la fase de moverla entre editoriales, que no es algo tan sencillo. Tienes que seducir a alguien para que considere que tu libro merece la pena frente a los 200.000 que tiene sobre la mesa buscando lo mismo que tú. Será, de alguna forma, una tercera parte de esta especie de trilogía sobre Vitoria. Va un poco en la misma línea que las anteriores, aunque ésta tendrá un punto de enganche más claro en algún referente de la ciudad. Pero tampoco quiero desvelar mucho más.