martes, 3 de enero de 2012

FICHERO DE NOVELAS NEGRAS: 332.-YO, EL JURADO (MICKEY SPILLANE)


Título: YO, EL JURADO
Título original: I, THE JURY
Autor: MICKEY SPILLANE
Editorial: RBA
Trama: Cuando Mike Hammer, excombatiente en la II Guerra Mundial reciclado en detective, se entera de que han asesinado a su mejor amigo, un expolicía que perdió un brazo por salvarle la vida durante la guerra y que en la actualidad trabajaba también como detective, jura encontrar a su asesino y aplicarle el mismo tratamiento que recibió su amigo, para lo que tendrá que dejar de lado su respeto por la ley e ir en todo momento un paso por delante de la investigación oficial.
Personajes: Mike Hammer, detective violento y brutal que no cree en las medias tintas, con un sentido de la justicia que no siempre coincide con la ley, Pat Chambers, oficial de policía amigo de Hammer, que le ayuda en sus casos incluso aunque compitan por ver quién los resuelve antes, Velda, sexy secretaria de Hammer, enamorada de él, Myrna, exdrogadicta, novia del amigo de Hammer asesinado, Charlotte Manning, psiquiatra que había tratado a Myrna, gracias a lo cual hizo amistad con el detective asesinado, mujer inteligente y hermosa que se enamora de Hammer, siendo correspondida por el detective, las gemelas Bellamy, jóvenes veinteañeras herederas de una gran fortuna, que la usan para darse todos los caprichos posibles, George Kalecki, antiguo delincuente rehabilitado, aunque Hammer no cree en su rehabilitación, Hal Kines, estudiante de medicina, protegido de Kalecki.
Aspectos a Destacar: “Yo, el jurado” es la primera novela de Spillane en la que aparece Mike Hammer y en ella se avanza tanto lo que va a ser su estilo literario, seco, directo y sin ahorrar escenas de violencia, como su propósito de convertir sus novelas en un arma para defender sus ideas sobre la sociedad y su país, posicionándose en plena guerra fría con lo más duro del “maccarthismo”.
La Frase: Los jurados son fríos e imparciales, como se espera que sean. Basta con un abogado hábil para hacerles verter lagrimones con el cuento de que su cliente había perdido el juicio o que, si disparó, lo hizo en defensa propia. ¡Magnífico! La ley es un instrumento espléndido. Sólo que por esta vez la ley soy yo.