miércoles, 14 de julio de 2021

TXAPELA NOIR: LA NARRATIVA NEGRA VASCA EN LA "SEMANA NEGRA DE GIJÓN 2021"

La SEMANA NEGRA DE GIJÓN, siempre atenta a lo que se escribe en Euskal Herria, ha dedicado en esta edición de 2021 dos jornadas a la Novela Negra Vasca, con presentaciones de varios autores de la colección de la EDITORIAL EREIN, “Cosecha Roja”, así como dos mesas redondas dedicadas a a lo que, precisamente allí, empezó a denominarse “Txapela Noir”.

En esta entrada del blog reproduzco los artículos dedicados por la revista del festival, “A Quemarropa”, a la participación vasca, de la mano de Jesús Palacios, el hombre que acuñó el término “Txapela Noir”, Rakel sánchez y la redacción de la revista.

 

 

 


Nada mejor que el olor a Chamusquina (Erein), la primera novela de Noelia Lorenzo Pino, en nueva edición revisada, presentada por la autora junto a Carlos Ollo, uno de nuestros mejores exponentes del noir rural o, como dirían nuestros abuelos menos políticamente correctos, «la novela criminal paleta» (en la que destacara el pionero García Pavón). Sumergidos en plena vorágine del txapela noir, Noelia Lorenzo nos invita a una pesadilla ecológica, casi distópica, trufada de corrupción política y empresarial, con una trama coral, llena de personajes enredados en tensas y densas relaciones sexuales y de poder, que convierten una pequeña localidad fronteriza cercana a Irún (ya saben: la Tijuana vasca) en verdadero infierno de ambición, crimen, traición y muerte.

 


Y seguimos en plena nueva ola del txapela noir con la siempre épica presentación de Luis Artigue, cantor del género, que sirvió como introductor a José Javier Abasolo y su novela Versión original (Erein), de título significativo, ya que esta nueva aventura de su detective Mikel Goikoetxea, Goiko, está muy, pero que muy relacionada con el séptimo arte. Misterio criminal en tres planos distintos de ficción, uno en el pasado del protagonista, año 2000, cuando siendo todavía ertzaina en Bilbao se enfrenta a una serie de brutales asesinatos que quedarán sin resolver; otro en 2019, cuando el ahora detective Goiko ve la oportunidad de reabrir el caso con la ayuda inesperada de una joven ertzaina, y el tercero en la propia ficción cinematográfica, ya que esta oportunidad le llega al detective gracias a su intervención como asesor en la película que se rueda sobre los crímenes de la cruz flechada que nunca llegaron a aclararse. Elevado por Artigue a la categoría de Simenon vasco, Abasolo se reafirmó en su intención de crear novelas de misterio entretenidas y con sabor bilbaíno, derrochando también sentido del humor e ironía, sobre todo en lo que al cine y su versión de la realidad concierne.

 


Y así, sin movernos de la txapelaxploitation (estamos que nos salimos, toma nota, Tarantino), y siempre en palabras entonadas por Artigue, pasamos del Simenon bilbaíno al Chester Himes vasco, con la presentación de Desconfía (Erein), la nueva novela de nuestro filólogo, viajero y cantante de ópera favorito, Jon Arretxe, que esta vez se lleva a su característico antihéroe buscavidas subsahariano Touré de la Pequeña África de Bilbao, el multicultural a la par que castizo barrio de San Francisco, hasta el mismísimo París, donde este parece apañárselas muy bien junto a su compañera Yareliz, sisando carteras y dándose la buena vida… hasta que comienzan los problemas, claro. Porque, como señaló Artigue, al final París o Bilbao no son tan distintos, cuando los prejuicios, la corrupción policial y el crimen se ponen a trabajar. Arretxe señaló cómo su personaje, pícaro y un tanto ingenuo al comienzo de sus andanzas, ha ido madurando y endureciéndose de novela en novela bajo los golpes de la vida, pero a pesar de todo no ha perdido por completo su buen fondo y mantiene todavía ese último reducto de bondad moral con el que conmueve al lector, que humaniza y dota de empatía la figura omnipresente del migrante, más allá de tópicos xenófobos. Que esa es también la principal finalidad de su autor: combinar entretenimiento y crítica social, para ponernos en la piel del otro y hacernos mirar desde sus ojos. Novela negra poscolonial que a juicio del presentador haría las delicias del mismísimo Edward Said. Tan solo en una cosa no estamos de acuerdo con sus entusiastas alegatos, y es que al fin y al cabo, a Jon Arretxe le falta algo para ser el Chester Himes de Bilbao: color. Aunque, eso sí, simpatía y buen hacer le sobran siempre.

 


De las grandes historias de la historia a las pequeñas historias negras del txapela noir, sin duda uno de los protagonistas principales de esta edición de la Semana. Carlos Ollo fue el encargado de introducir la nueva novela de Laura Balagué, En el otro bolsillo (Erein), junto, por supuesto, a su autora. Un nuevo misterio para la oficial de la Ertzaintza Carmen Arregui, personaje habitual de Balagué, que se enfrenta aquí a un caso difícil porque, precisamente, parece fácil. Y es que la víctima, una auxiliar de enfermería muerta en extrañas circunstancias, era una de esas personas tan normales y anodinas, con una vida tan gris, que parece imposible que alguien quisiera verla muerta o que estuviera envuelta en asunto criminal alguno. Pero junto a sus habituales compañeros Aduriz, Lorena y Fuentes, la paciente y meticulosa Arregui, que además de luchar contra el crimen tiene que sacar adelante la casa como cualquier mujer de su generación, siguiendo su máxima de que «en la escena del crimen el que no ayuda estorba», no tardará en descubrir que hasta la persona más vulgar esconde secretos y mentiras capaces de asombrarnos. En mor del mayor realismo posible, Balagué llegó a abrir a su víctima una falsa cuenta en un servicio de citas online, a fin de ver qué tipo de hombre se sentiría atraído por su personaje. ¿Quién respondió? Eso no lo dijo.

 


Sin salirnos ni un ápice de la txapelaxploitation (insistimos, a ver si cuela), seguimos con la presentación de Sospechosos (Erein), del abogado y novelista de Bilbao Juan Infante, acompañado por un siempre juvenil y algo nervioso (presa de la admiración sin límites que siente por el género) Nacho S. Álvarez. Tercera novela protagonizada por su Garrincha, personaje atípico, ni policía ni detective sino un duro exdelincuente siempre al borde de la ley, contratado por la familia Echevarría para que les saque de apuros tras una boda sangrienta, apuros que también implican, por cierto, a los inspectores de la Ertzaintza, Sara Cohen y Miguel Frabetti, todos implicados en un turbio asunto de negocios del pasado, que puede estallar en cualquier momento. Garrincha, personaje digno de cualquier hard boiled de los de antes, con su carácter explosivo, domina esta retorcida intriga en la que Juan Infante hace gala una vez más de su humor gamberro y sana ironía, que contrastan con la oscura violencia y brutalidad de sus historias. A pesar de que Garrincha es amoral y poco recomendable como amigo, no carece de virtudes y al final hasta llega a caernos bien, por lo que nos congratulamos de que Infante esté ya trabajando, desde tiempos pandémicos, en la cuarta entrega de sus aventuras.

 


En pirueta más esperable que inesperada volvieron la pizpireta Noelia Lorenzo y el licenciado navarro Carlos Ollo, pero ahora invirtiendo papeles, siendo la primera su glosadora y el segundo protagonista de la presentación de su nueva novela negra Mortaja de barro (Erein), otro caso de esa muy peculiar pareja de investigadores que componen el inspector Faustino Villatuerta y su hija, la oficial Nerea, con quien comparte no solo vida cotidiana y familiar sino investigaciones criminales tan complicadas como esta, donde la aparición de un cadáver momificado en las aguas del embalse del pueblo de Eugi significará también la reaparición de tragedias y crímenes de un pasado que sigue influyendo en el presente, para bien y, sobre todo, para mal. Con la complicidad admirada de Noelia Lorenzo, Carlos Ollo explicó el origen de su idea: la visita a una presa para ayudar a su hija en un trabajo sobre robótica, así como sus dos manías narrativas principales: desarrollar sus intrigas en dos tiempos (aquí, el momento del crimen, en los años cincuenta del contrabando y la posguerra; y el momento de la investigación actual), así como su pasión por los pasadizos secretos, herencia de una infancia entregada a las aventuras de Los Cinco de Enid Blyton (ahora cancelados o como mínimo reformateados). Violencia de género, memoria histórica, vida familiar y misterio criminal, se entrelazan en una entrega de la serie en la que el autor ha dado voz propia también al inspector Faustino, harto el pobre de pasar por machista e insensible. Cómo está la cosa si hasta este entrañable paisano algo jurásico pero de buen corazón tiene que dar explicaciones en los clubes de lectura…

 


Es mucha novela negra la que se escribe en Euskadi, y la SN siempre ha estado muy atenta a ella. Y por eso, para hablar de la novela negra que se escribe en Euskadi, hubo ayer que organizar no una, sino dos mesas redondas, una a las 18:00 y otra a las 21:00, la primera con la participación de Noelia Lorenzo, Carlos Ollo y Jon Arretxe, conducidos por Nacho S. Álvarez y Ángel de la Calle; y la segunda, con la de Laura Balagué, Juan Infante y José Javier Abasolo, conducidos por Luis Artigue.

Se habló en estas dos mesas de si realmente hay una novela negra vasca; si hay algo que una a la nutrida legión de escritores que escribe noir en las tierras de Jaun Zuria. Se manifestó de la opinión de que sí Carlos Ollo, que apuntó a una «novela climática», reflejo del paisaje y la idiosincrasia peculiar del País Vasco, como el humor socarrón de los caseríos que Abasolo aseguraría recoger en su personaje Goiko en la segunda mesa redonda; pero no así Arretxe, para quien «la gente piensa que hay una novela negra vasca, y nos conviene a todos, pero la verdad es que hay mucha diferencia de unos a otros; somos completamente diferentes, como nuestros propios paisajes». Hay novela rural y urbana; novela ambientada en las zonas vinícolas del sur de Navarra o en barrios de grandes ciudades como el de San Francisco, en Bilbao, donde Arretxe ambienta sus novelas. Un Bilbao del que Abasolo se declaró enamorado: «Me gustaba cuando era muy fea y ahora me gusta mucho más».

Sí hubo acuerdo total en las dos mesas en señalar a José Javier Abasolo, presente en la segunda, cuando fue descrito como «el Manuel Vázquez Montalbán vasco» por Luis Artigue, como papa de esta literatura negra prolija que también debe muchísimo a la editorial Erein, un sello peculiar, que agrupa a casi todos los autores vascos de lo que Jesús Palacios llama txapela noir. Lo ilustraba Lorenzo: «Erein para mí es diferente; conoces otras editoriales y no hay esa familiaridad; son súper familiares. Para esta Semana Negra», ejemplificó la autora, «nos ha hecho una de las editoras un grupo de WhatsApp y nos pregunta siempre si estamos a gusto. El otro día, salimos en la tele, en un programa que se iba a grabar en Bilbao, y nos llevó otra de ellas en coche». En Erein, relató, «no te presionan nada; te sugieren cosas, pero no destrozan el manuscrito, ni lo convierten en otra cosa». Erein, aseveró, por su parte, Arretxe, hizo una «apuesta grande» por un género despreciado y convirtió a Abasolo, y más tarde a Arretxe, en referentes a seguir por todos los autores que vinieron después. «Les hemos seguido, les hemos leído y ahora estamos en la misma editorial», contó Infante; y Balagué se declaró con «mucha suerte» de haberlos conocido ya antes: «Ellos me animaron a que mandara un manuscrito a la editorial».