La SEMANA NEGRA DE GIJÓN, siempre atenta a lo que
se escribe en Euskal Herria, ha dedicado en esta edición de 2021 dos jornadas a
la Novela Negra Vasca, con presentaciones de varios autores de la
colección de la EDITORIAL EREIN, “Cosecha Roja”, así como dos mesas
redondas dedicadas a a lo que, precisamente allí, empezó a denominarse “Txapela
Noir”.
En esta entrada del blog reproduzco los artículos dedicados
por la revista del festival, “A Quemarropa”, a la participación vasca, de la
mano de Jesús Palacios, el hombre que acuñó el término “Txapela Noir”, Rakel sánchez
y la redacción de la revista.
Nada mejor que el olor a Chamusquina (Erein), la primera
novela de Noelia Lorenzo Pino,
en nueva edición revisada, presentada por la autora junto a Carlos Ollo, uno de nuestros mejores
exponentes del noir rural o,
como dirían nuestros abuelos menos políticamente correctos, «la novela criminal
paleta» (en la que destacara el pionero García
Pavón). Sumergidos en plena vorágine del txapela noir, Noelia Lorenzo nos invita a
una pesadilla ecológica, casi distópica, trufada de corrupción política y
empresarial, con una trama coral, llena de personajes enredados en tensas y
densas relaciones sexuales y de poder, que convierten una pequeña localidad
fronteriza cercana a Irún (ya saben: la Tijuana vasca) en verdadero infierno de
ambición, crimen, traición y muerte.
Y seguimos en plena nueva
ola del txapela noir con la
siempre épica presentación de Luis
Artigue, cantor del género, que sirvió como introductor a José Javier Abasolo y su novela Versión original (Erein), de
título significativo, ya que esta nueva aventura de su detective Mikel
Goikoetxea, Goiko, está muy,
pero que muy relacionada con el séptimo arte. Misterio criminal en tres planos
distintos de ficción, uno en el pasado del protagonista, año 2000, cuando
siendo todavía ertzaina en
Bilbao se enfrenta a una serie de brutales asesinatos que quedarán sin
resolver; otro en 2019, cuando el ahora detective Goiko ve la oportunidad de reabrir el caso con la ayuda
inesperada de una joven ertzaina, y
el tercero en la propia ficción cinematográfica, ya que esta oportunidad le
llega al detective gracias a su intervención como asesor en la película que se rueda sobre los crímenes de la cruz flechada que nunca
llegaron a aclararse. Elevado por Artigue a la categoría de Simenon vasco, Abasolo se reafirmó en
su intención de crear novelas de misterio entretenidas y con sabor bilbaíno,
derrochando también sentido del humor e ironía, sobre todo en lo que al cine y
su versión de la realidad
concierne.
Y así, sin movernos de la txapelaxploitation (estamos que nos
salimos, toma nota, Tarantino),
y siempre en palabras entonadas por Artigue, pasamos del Simenon bilbaíno al Chester Himes vasco, con la
presentación de Desconfía (Erein),
la nueva novela de nuestro filólogo, viajero y cantante de ópera favorito, Jon Arretxe, que esta vez se lleva a
su característico antihéroe buscavidas subsahariano Touré de la Pequeña África
de Bilbao, el multicultural a la par que castizo barrio de San Francisco, hasta
el mismísimo París, donde este parece apañárselas muy bien junto a su compañera
Yareliz, sisando carteras y dándose la buena vida… hasta que comienzan los
problemas, claro. Porque, como señaló Artigue, al final París o Bilbao no son
tan distintos, cuando los prejuicios, la corrupción policial y el crimen se
ponen a trabajar. Arretxe señaló cómo su personaje, pícaro y un tanto ingenuo
al comienzo de sus andanzas, ha ido madurando y endureciéndose de novela en
novela bajo los golpes de la vida, pero a pesar de todo no ha perdido por
completo su buen fondo y mantiene todavía ese último reducto de bondad moral
con el que conmueve al lector, que humaniza y dota de empatía la figura
omnipresente del migrante, más allá de tópicos xenófobos. Que esa es también la
principal finalidad de su autor: combinar entretenimiento y crítica social,
para ponernos en la piel del otro y
hacernos mirar desde sus ojos. Novela negra poscolonial que a juicio del
presentador haría las delicias del mismísimo Edward Said. Tan solo en una cosa no estamos de acuerdo
con sus entusiastas alegatos, y es que al fin y al cabo, a Jon Arretxe le falta
algo para ser el Chester Himes de Bilbao: color. Aunque, eso sí, simpatía y
buen hacer le sobran siempre.
De las grandes historias de
la historia a las pequeñas historias negras del txapela noir, sin duda
uno de los protagonistas principales de esta edición de la Semana. Carlos
Ollo fue el encargado de introducir la nueva novela de Laura Balagué,
En el otro bolsillo (Erein), junto, por supuesto, a su autora. Un
nuevo misterio para la oficial de la Ertzaintza Carmen Arregui, personaje habitual
de Balagué, que se enfrenta aquí a un caso difícil porque, precisamente, parece
fácil. Y es que la víctima, una auxiliar de enfermería muerta en extrañas
circunstancias, era una de esas personas tan normales y anodinas, con una vida
tan gris, que parece imposible que alguien quisiera verla muerta o que
estuviera envuelta en asunto criminal alguno. Pero junto a sus habituales
compañeros Aduriz, Lorena y Fuentes, la paciente y meticulosa Arregui, que
además de luchar contra el crimen tiene que sacar adelante la casa como
cualquier mujer de su generación, siguiendo su máxima de que «en la escena del
crimen el que no ayuda estorba», no tardará en descubrir que hasta la persona
más vulgar esconde secretos y mentiras capaces de asombrarnos. En mor del mayor
realismo posible, Balagué llegó a abrir a su víctima una falsa cuenta en un
servicio de citas online, a fin de ver qué tipo de hombre se sentiría atraído
por su personaje. ¿Quién respondió? Eso no lo dijo.
Sin salirnos ni un ápice de
la txapelaxploitation (insistimos, a ver si cuela), seguimos con la
presentación de Sospechosos (Erein), del abogado y novelista de
Bilbao Juan Infante, acompañado por un siempre juvenil y algo nervioso
(presa de la admiración sin límites que siente por el género) Nacho S. Álvarez.
Tercera novela protagonizada por su Garrincha, personaje atípico, ni policía ni
detective sino un duro exdelincuente siempre al borde de la ley, contratado por
la familia Echevarría para que les saque de apuros tras una boda sangrienta,
apuros que también implican, por cierto, a los inspectores de la Ertzaintza,
Sara Cohen y Miguel Frabetti, todos implicados en un turbio asunto de negocios
del pasado, que puede estallar en cualquier momento. Garrincha, personaje digno
de cualquier hard boiled de los de antes, con su carácter explosivo,
domina esta retorcida intriga en la que Juan Infante hace gala una vez más de
su humor gamberro y sana ironía, que contrastan con la oscura violencia y
brutalidad de sus historias. A pesar de que Garrincha es amoral y poco recomendable
como amigo, no carece de virtudes y al final hasta llega a caernos bien, por lo
que nos congratulamos de que Infante esté ya trabajando, desde tiempos
pandémicos, en la cuarta entrega de sus aventuras.
En pirueta más esperable que
inesperada volvieron la pizpireta Noelia Lorenzo y el licenciado navarro Carlos
Ollo, pero ahora invirtiendo papeles, siendo la primera su glosadora y el
segundo protagonista de la presentación de su nueva novela negra Mortaja
de barro (Erein), otro caso de esa muy peculiar pareja de
investigadores que componen el inspector Faustino Villatuerta y su hija, la
oficial Nerea, con quien comparte no solo vida cotidiana y familiar sino
investigaciones criminales tan complicadas como esta, donde la aparición de un
cadáver momificado en las aguas del embalse del pueblo de Eugi significará
también la reaparición de tragedias y crímenes de un pasado que sigue
influyendo en el presente, para bien y, sobre todo, para mal. Con la
complicidad admirada de Noelia Lorenzo, Carlos Ollo explicó el origen de su
idea: la visita a una presa para ayudar a su hija en un trabajo sobre robótica,
así como sus dos manías narrativas principales: desarrollar sus intrigas en dos
tiempos (aquí, el momento del crimen, en los años cincuenta del contrabando y
la posguerra; y el momento de la investigación actual), así como su pasión por
los pasadizos secretos, herencia de una infancia entregada a las aventuras de Los
Cinco de Enid Blyton (ahora cancelados o como mínimo reformateados).
Violencia de género, memoria histórica, vida familiar y misterio criminal, se
entrelazan en una entrega de la serie en la que el autor ha dado voz propia
también al inspector Faustino, harto el pobre de pasar por machista e
insensible. Cómo está la cosa si hasta este entrañable paisano algo jurásico
pero de buen corazón tiene que dar explicaciones en los clubes de lectura…
Es mucha novela negra la que
se escribe en Euskadi, y la SN siempre ha estado muy atenta a ella. Y por eso,
para hablar de la novela negra que se escribe en Euskadi, hubo ayer que
organizar no una, sino dos mesas redondas, una a las 18:00 y otra a las 21:00,
la primera con la participación de Noelia Lorenzo, Carlos Ollo y Jon Arretxe,
conducidos por Nacho S. Álvarez y Ángel de la Calle; y la
segunda, con la de Laura Balagué, Juan Infante y José Javier Abasolo,
conducidos por Luis Artigue.
Se habló en estas dos mesas
de si realmente hay una novela negra vasca; si hay algo que una a la
nutrida legión de escritores que escribe noir en las tierras de Jaun
Zuria. Se manifestó de la opinión de que sí Carlos Ollo, que apuntó a una
«novela climática», reflejo del paisaje y la idiosincrasia peculiar del País
Vasco, como el humor socarrón de los caseríos que Abasolo aseguraría recoger en
su personaje Goiko en la segunda mesa redonda; pero no así Arretxe, para quien
«la gente piensa que hay una novela negra vasca, y nos conviene a todos, pero
la verdad es que hay mucha diferencia de unos a otros; somos completamente
diferentes, como nuestros propios paisajes». Hay novela rural y urbana; novela
ambientada en las zonas vinícolas del sur de Navarra o en barrios de grandes
ciudades como el de San Francisco, en Bilbao, donde Arretxe ambienta sus
novelas. Un Bilbao del que Abasolo se declaró enamorado: «Me gustaba cuando era
muy fea y ahora me gusta mucho más».
Sí hubo acuerdo total en las
dos mesas en señalar a José Javier Abasolo, presente en la segunda, cuando fue
descrito como «el Manuel Vázquez Montalbán vasco» por Luis Artigue, como
papa de esta literatura negra prolija que también debe muchísimo a la editorial
Erein, un sello peculiar, que agrupa a casi todos los autores vascos de lo que Jesús
Palacios llama txapela noir. Lo ilustraba Lorenzo: «Erein para mí es
diferente; conoces otras editoriales y no hay esa familiaridad; son súper
familiares. Para esta Semana Negra», ejemplificó la autora, «nos ha hecho una
de las editoras un grupo de WhatsApp y nos pregunta siempre si estamos a gusto.
El otro día, salimos en la tele, en un programa que se iba a grabar en Bilbao,
y nos llevó otra de ellas en coche». En Erein, relató, «no te presionan nada;
te sugieren cosas, pero no destrozan el manuscrito, ni lo convierten en otra
cosa». Erein, aseveró, por su parte, Arretxe, hizo una «apuesta grande» por un
género despreciado y convirtió a Abasolo, y más tarde a Arretxe, en referentes
a seguir por todos los autores que vinieron después. «Les hemos seguido, les
hemos leído y ahora estamos en la misma editorial», contó Infante; y Balagué se
declaró con «mucha suerte» de haberlos conocido ya antes: «Ellos me animaron a
que mandara un manuscrito a la editorial».
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