martes, 22 de diciembre de 2015

FICHERO DE NOVELAS NEGRAS: 549.-JUEGOS DE CLOACA (JON ARRETXE)

Título: JUEGOS DE CLOACA
Título original: ESTOLDA JOLASAK
Autor: JON ARRETXE
Editorial: EREIN
Trama: Touré, el falso vidente que en ocasiones trabaja como detective en el barrio bilbaino de San Francisco, es expulsado de España tras intentar acabar con un "capo" de la mafia nigeriana sin conseguirlo. Para no poner en peligro a su familia, que sigue en Burkina-Fasso, decide quedarse en Mali, donde le han abandonado las autoridades españolas, pero también allí deberá enfrentarse a la mafia nigeriana, ansiosa por ajustar cuentas con él.
Personajes: Touré, inmigrante subsahariano procedente de Burkina Fasso, que para sobrevivir en Bilbao realiza los más variopintos trabajos, entre ellos los de falso vidente africano y detective ocasional, Alou, funcionario maliense que no desdeña aprovecharse de su cargo, pero que a la vez es desprendido y generoso, siempre dispuesto a ayudar a sus amigos, Aisha, mujer de Alou, de fuerte carácter y personalidad, Yakouba, viejo jubilado que se pasa todo el día dando vueltas a su rosario en el patio de las viviendas comunales en las que también viven Alou y Aisha, “El controlador de las cámaras”, policía bilbaino que vigila, a través de unas cámaras estratégicamente situadas, lo que ocurre en el barrio de San Francisco, amargado, xenófobo y excesivamente apegado al whisky, Bob, rico hombre maliense, amigo de Alou, que pese a sus diferencias sociales y de posición económica no rechaza ayudar a Touré, por simple sentido de la amistad, Ismail, policía maliense amigo de Alou, un tanto ambiguo en sus intereses y partidario de la acción, por brutal que ésta sea.
Aspectos a Destacar: Con la cuarta entrega de la serie que Jon Arretxe dedica a Touré, el detective africano de Bilbao, autor y personaje vuelven a África para mostrarnos la vida en uno de esos países, una vida que no es fácil ni sencilla, pero en la que junto a lo peor que uno pueda imaginarse también alientan unos claros deseos de mejorar y una envidiable solidaridad entre quienes, paradójicamente o quizás por eso mismo, se encuentran entre los más pobres y desheredados del mundo.
La Frase: El desprecio puede tener muchas formas y desde que llegué a este que llaman "primer mundo" he conocido unas cuantas, pero lo de aquel centro de internamiento en Madrid ya era insoportable. Y lo peor no era que nos trataran como a leprosos, sino que al entrar allí nos despojaban de toda humanidad quitándonos incluso el nombre. Allí dentro sólo éramos un número.