Título: LAS NIÑAS PERDIDAS
Autora: CRISTINA FALLARÁS
Editorial: ROCA
Trama: Una detective es contactada anónimamente para que investigue todas las
implicaciones de la desaparición de dos hermanas de corta edad, que al parecer
han sido objeto de durísimos abusos sexuales. Simultáneamente, un asesino a
sueldo es también contratado para que acabe con un pederasta utilizando los
mismos métodos que aparentemente se han utilizado con las niñas. Ambas líneas
de actuación acabarán confluyendo en una auténtica bajada a los infiernos.
Personajes: Victoria
González, detective embarazada de varios meses, antigua periodista a la que le
gusta ir por libre, Genaro, extraño asesino a sueldo, politoxicómano, que se
obsesiona con lo que le ha sucedido a las niñas a las que tiene que vengar, Adela,
madre de las niñas desaparecidas, que perdió su custodia por desatenderlas
debido a su adicción al alcohol y las drogas, pese a estar en una buena
situación económica gracias a su padre, el doctor Sánchez de Andrade, reputado
ginecólogo, hombre frío y distante, preocupado sobre todo por su posición social
y reputación, Jesús, ayudante de Victoria, que iba para periodista deportivo
pero prefirió sobrevivir trapicheando y buscándose la vida en la calle hasta
que empezó a trabajar con su antigua compañera de facultad, el comisario Toni
Estella, amigo leal y examante de Victoria, aunque en cuestiones de trabajo
prefiere mantener las distancias.
Aspectos a Destacar: Con esta novela, una auténtica bajada al infierno no sólo de la
pederastia sino del abandono y utilización de los menores, Cristina Fallarás ganó
el Premio L’H Confidencial 2011 de Novela Negra, uno de los más prestigiosos
que se entregan en España.
La Frase: Hay tres violencias. La primera violencia es delicada, líquida,
elegante, propia de un mundo de formas y piel de melocotón que ya hemos perdido
definitivamente. Violencia muelle. Pequeña molicie criminal. Va por mi madre.
La segunda violencia es química. No viene de afuera, se revuelve desde dentro,
pero se obtiene. Violencia adquirida por el desarraigo, la segunda viene del
íntimo dolor y del pasmo. Va por mí. La tercera es la violencia de un mundo
navaja, afilado, puntiagudo. Nace de la pérdida total, no conoce las formas ni
guarda información genética al respecto. Viene de fuera con crueldad. Es una
violencia ejercida por el otro con toda su bestia actuando. Va por mis hijas,
mis dos niñas que flotan en esa voluta de mi imaginación.