Hay escritores a los que sigues en todas sus aventuras literarias, de los que lees todo lo que publican y cuando fallecen --o por otros motivos dejan de escribir-- te queda la tristeza de que nunca más vas a leer algo nuevo salido de su pluma, aunque puedas releer constantemente toda su producción anterior. Y hay autores que además de todo eso te han dejado un poso especial y cuando fallecen te dejan aún más huérfano. La muerte en Tailandia de Manuel Vázquez Montalbán hace ya casi seis años me produjo ese efecto.
Puedo decir que si llegué al género negro fue, precisamente, por la lectura de Vázquez Montalbán, más concretamente de su primera novela de Carvalho (o la segunda si consideramos la primera Yo maté a Kennedy, que no es estrictamente una novela negro-criminal), Tatuaje. Era una reedición de Plaza y Janés en cuya portada aparecía Carlos Ballesteros, actor español que encarnó a Pepe Carvalho en la primera película que se hizo sobre el personaje, dirigida por Bigas Lunas, con un atractivo aspecto de derrotado. La leí de un tirón y me hice adicto al personaje. De hecho fue su lectura lo que me llevó a conocer a Chandler, Hammett y el resto de maestros del género, ya que al leer sobre Vázquez Montalbán se solía decir que había trasplantado a España el género negro nacido en la América de la Gran Depresión.
Ya había leído antes a MVM, tanto artículos en las revistas Por Favor o Triunfo, y posteriormente en La Calle (¡qué falta nos hace hoy en día una revista como aquellas!) e incluso algún libro (creo que el primero que leí fue La penetración americana en España, en cuya genial portada, si no recuerdo mal, aparecía un torero cuyo capote era la bandera de los Estados Unidos, y que pese a su título no era una novela erótica sino un ensayo sobre las relaciones hispano-norteamericanas), pero con Tatuaje comprendí que se podía hacer novela negra sin necesidad de apellidarse Wilkinson o McFry, y que para escribir novelas de género no hacía falta mirar muy lejos de lo que teníamos delante de nuestros ojos.
Después de él vinieron Andreu Martín, Juan Madrid, Julián Ibáñez y muchos otros que han engrandecido no sólo el género negro, sino la literatura en lengua española en general, pero Manuel Vázquez Montalbán fue el primero y eso, como seguramente sabéis, jamás se olvida. De ahí la especial tristeza que me produjo tanto su fallecimiento, tristeza más personal si cabe porque llegué conocerle en Bilbao, con motivo de la entrega de la Pluma de Plata de la Feria del Libro de Bilbao, como el saber que ya no voy a leer nuevas obras salidas de su cabeza, pero procuro mitigar esa tristeza releyendo la obra que nos legó.
Entiendo muy bien lo que es sentirse huérfano literariamente y para mi MVM ha sido una guía de criterio, honestidad y buen escribir.
ResponderEliminarReleo y me alegra la reedición por parte del diario "Público" de algunas de sus obras que no pude conseguir.Yo lo conocí en la Semana Negra de Gijón de 1990 y me pareció un tímido que se crecía cuando se encontraba agusto entre "su" gente.