Artículo aparecido en el diario “Gara” el 18 de enero de 2010. Redactora: Maider Iantzi
Damián Pedrosa Barbá, nacido en Tucumán, «el jardín» de la República Argentina, ha presentado su primera novela, titulada Almarión. Historias arrancadas al olvido y que ha editado Gakoa. En ella, este profesor de Filosofía en un instituto donostiarra, ha hecho literatura testimonial y no la ha estructurado al modo tradicional, es decir, con una presentación del personaje y un desenlace. Esto no tiene nada que ver -aclara-. Es como un cuadro. En la medida en que van apareciendo los colores va saliendo la figura o lo que se quiera representar. Cada capítulo es una historia que acaba ahí. Cada nuevo capítulo es un nuevo comienzo, como la vida de cada uno, que andamos recomenzando según las circunstancias.
Otra característica del libro es que en el protagonista, Daniel, en cierto modo está simbolizada una generación, la de los jóvenes que en los años 70 estudiaban en la universidad en Argentina. Es lo que me pasó a mí, lo mismo que le pasó a un montón de gente. Es una muestra de lo que ocurrió en esa época, en la década en que veíamos cercano el cambio social. Estaba el ejemplo de Cuba. Había mucho movimiento estudiantil y una politización inmensa de la gente, en el buen sentido de la política. Militaba muchísima gente. Veíamos que era posible un mundo mejor; lo veíamos cerca. Y vivíamos con esa ilusión, una especie de mística en la calle. Viendo que lo lográbamos. Por ejemplo, conseguimos becas para todos, explica.
Todo ese ambiente forma el trasfondo de la novela. El primer capítulo comienza dentro de una cárcel, que es un campo de concentración. En el segundo, el personaje sigue dentro, en una prisión ya oficial, y otro chico que entra preso relata su historia.
Esos dos primeros apartados son «pantallazos» para situar qué es lo que vivió esa generación cuando llegó el golpe militar y la dictadura. Me valgo de unas anécdotas, que podrían servir como guión de una película, de modo que cualquiera que no cree que la represión es tal cual es pueda pensar que es fruto de la imaginación. Yo le llamo contar cómo se vive en el sur-realismo. Parece una fantasía, pero es la realidad pura y dura.
Hay un capítulo referido a la época en que el filósofo vivió en Ecuador en contacto con la naturaleza, en las montañas. Otro cuenta la historia de la carta que un padre, consciente de que pronto iba a morir, le escribió a su hijo recién nacido y le encargó a un amigo que se lo entregara cuando se hiciera mayor.
Todos son vivencias emocionantes y reales, que, como pasa con esas cartas, Damián quiere dedicarles a sus hijos, para que sepan quién fue su padre y qué pensaba.
Almarión, un mensaje de optimismo hacia la vida: El título viene de un sueño. Damián nunca se acuerda de ninguno, pero de éste siempre. Dentro de las clases de Filosofía trató la interpretación de los sueños y usó el suyo como ejemplo. En él aparecía la palabra «almarión», que es griega. Alguna vez leyó esa palabra, luego se le quedó en el inconsciente y el sueño la utilizó porque le venía bien. ¿Pero, qué quería decir? No lograban descubrir el significado. ¿Y leyendo la palabra al revés? No irá mal. Eso es lo que le sucede al personaje del libro: comienza en la peor situación, pero se va salvando, transmitiendo un mensaje de optimismo hacia la vida.
Damián Pedrosa Barbá, nacido en Tucumán, «el jardín» de la República Argentina, ha presentado su primera novela, titulada Almarión. Historias arrancadas al olvido y que ha editado Gakoa. En ella, este profesor de Filosofía en un instituto donostiarra, ha hecho literatura testimonial y no la ha estructurado al modo tradicional, es decir, con una presentación del personaje y un desenlace. Esto no tiene nada que ver -aclara-. Es como un cuadro. En la medida en que van apareciendo los colores va saliendo la figura o lo que se quiera representar. Cada capítulo es una historia que acaba ahí. Cada nuevo capítulo es un nuevo comienzo, como la vida de cada uno, que andamos recomenzando según las circunstancias.
Otra característica del libro es que en el protagonista, Daniel, en cierto modo está simbolizada una generación, la de los jóvenes que en los años 70 estudiaban en la universidad en Argentina. Es lo que me pasó a mí, lo mismo que le pasó a un montón de gente. Es una muestra de lo que ocurrió en esa época, en la década en que veíamos cercano el cambio social. Estaba el ejemplo de Cuba. Había mucho movimiento estudiantil y una politización inmensa de la gente, en el buen sentido de la política. Militaba muchísima gente. Veíamos que era posible un mundo mejor; lo veíamos cerca. Y vivíamos con esa ilusión, una especie de mística en la calle. Viendo que lo lográbamos. Por ejemplo, conseguimos becas para todos, explica.
Todo ese ambiente forma el trasfondo de la novela. El primer capítulo comienza dentro de una cárcel, que es un campo de concentración. En el segundo, el personaje sigue dentro, en una prisión ya oficial, y otro chico que entra preso relata su historia.
Esos dos primeros apartados son «pantallazos» para situar qué es lo que vivió esa generación cuando llegó el golpe militar y la dictadura. Me valgo de unas anécdotas, que podrían servir como guión de una película, de modo que cualquiera que no cree que la represión es tal cual es pueda pensar que es fruto de la imaginación. Yo le llamo contar cómo se vive en el sur-realismo. Parece una fantasía, pero es la realidad pura y dura.
Hay un capítulo referido a la época en que el filósofo vivió en Ecuador en contacto con la naturaleza, en las montañas. Otro cuenta la historia de la carta que un padre, consciente de que pronto iba a morir, le escribió a su hijo recién nacido y le encargó a un amigo que se lo entregara cuando se hiciera mayor.
Todos son vivencias emocionantes y reales, que, como pasa con esas cartas, Damián quiere dedicarles a sus hijos, para que sepan quién fue su padre y qué pensaba.
Almarión, un mensaje de optimismo hacia la vida: El título viene de un sueño. Damián nunca se acuerda de ninguno, pero de éste siempre. Dentro de las clases de Filosofía trató la interpretación de los sueños y usó el suyo como ejemplo. En él aparecía la palabra «almarión», que es griega. Alguna vez leyó esa palabra, luego se le quedó en el inconsciente y el sueño la utilizó porque le venía bien. ¿Pero, qué quería decir? No lograban descubrir el significado. ¿Y leyendo la palabra al revés? No irá mal. Eso es lo que le sucede al personaje del libro: comienza en la peor situación, pero se va salvando, transmitiendo un mensaje de optimismo hacia la vida.
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