viernes, 16 de diciembre de 2011

CAVANDO EL AGUA (ÍÑIGO ARANBARRI)


LA NOVELA: Primavera de 2003. Mientras el gobierno de Navarra decide desalojar los pueblos que quedarán bajo las aguas del pantano de Itoiz, un anciano ingresado en una residencia de Pamplona busca ayuda con angustia: hay un cadáver que es necesario recuperar antes de que las aguas aneguen el terreno. Será Imanol Arellano, un periodista apasionado de viejas historias el encargado de narrarnos en primera persona todo lo que acontece en torno a esa búsqueda.
Cavando el agua (Premio Euskadi de Plata 2008) es una novela donde vencedores y vencidos conviven bajo una arrogancia que planea a lo largo de toda la narración. Es una novela de suspense porque hay una víctima de la posguerra que hay que rescatar antes de que la sepulten las aguas. Es un novela de amor porque es imposible imaginar a los personajes sin que busquen al otro. Pero es sobre todo una novela que se pregunta que hay entre la memoria y el olvido, una novela que plantea una lectura del pasado sin dejar de proponer la del presente.

EL AUTOR: Iñigo Aranbarri (1963). Profesor y escritor, es autor de novelas, poesía y ensayo. Colabora con asiduidad en la prensa vasca. Más información en http://zubitegia.armiarma.com/?i=10 y http://eu.wikipedia.org/wiki/I%C3%B1igo_Aranbarri

Artículo publicado en el periódico http://www.diariovasco.com/ EL 16 de diciembre de 2011. Redactora: Cristina Aguinaga.
Cavando el agua es la traducción al castellano de la novela Zulo Bat uretan, escrita en 2008 y que le valió a su autor , Iñigo Aranbarri, el premio Euskadi de Plata 2008. La obra, editada ahora por Meettok, ha sido traducida por el propio autor. Por medio de personajes del presente y del pasado aborda la diferencia entre la memoria y el olvido a través de una historia de la posguerra ambientada en Navarra. El escritor sitúa la historia en un pequeño pueblo imaginario pero ubicado en los terrenos que desde hace unos años anega el polémico embalse de Itoiz.
La historia de Aranbarri (Azkoitia, 1963) se remonta a 2003, a los años en el que tras un largo proceso administrativo y judicial se anunció el desalojo de los pueblos que iba a cubrir Itoiz. Un reportaje en un periódico le puso en la pista de lo qué ocurre con los cadáveres enterrados en aquellos cementerios que cubrirían las aguas y a partir de ahí surgió la historia. Así lo rememoraba Iñigo Aranbarri en la presentación en Pamplona de esta novela de amor y suspense. Patxi Larrión, de la editorial Susa, que publicó el original en euskera, recordó que también habla de la diferencia entre memoria y olvido. La obra espera la traducción al alemán que hará, directamente del euskera, una vecina de Usurbil.
Aranbarri cuenta la historia de un 'maqui' que se refugió en Pamplona y que ya mayor e ingresado en una residencia de ancianos de la capital navarra se percata de que tras el desalojo de los pueblos de Itoiz pueda quedar, enterrado, el cadáver de una mujer que apareció muerta en Pamplona en plena posguerra. Se trata de una colaboradora de este grupo que apareció en el río, posiblemente asesinada, y que fue enterrada fuera del cementerio de uno de esos pueblos.
La historia nos llega a través de la visión de un argentino que en los años duros del corralito regresa a la tierra de sus ancestros, de un periodista que conoce la historia por Faustino Ibáñez, el viejo 'maqui', y de una antropóloga forense que colabora en la búsqueda del cadáver. En sus páginas reproduce las tertulias que el propio escritor guipuzcoano tiene, de manera real en Pamplona, con amigos del mundo literario y periodístico.
Aranbarri contó que tras recibir el escenario del reportaje periodístico quiso recoger su obsesión por el lenguaje del poder y la relación del dominador y el dominado. Dejé que los huesos hablaran y recuperé algunas cosas reales, como las botellas con las que se enterraban a los muertos en el fuerte de San Cristóbal (reconvertido en penal en 1934), pero quise huir de la Guerra Civil y lo situé en la posguerra y en los años duros que se vivieron en Pamplona, dijo de una novela para la que se inventó el pueblo. El mundo referencial es real, pero el pueblo no existe realmente. Lo hice para cubrirme las espaldas y no poner un pueblo real porque son pequeños y todos se conocen y evito que me digan que tal o cual persona no existió.
La editorial Susa preparó unos recorridos literarios por Pamplona tras la novela y ahora se han reproducido, desde el café Roch al puente de Curtidores, donde apareció el cadáver que da pie a la historia.

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