Casi
cien años antes de que Sabino Arana proclamara que Euzkadi es la patria de los
vascos, el laburdino Joseph Garat propuso a Napoleón crear un estado denominado
Nueva Fenicia que agrupara a los territorios situados a ambos lados del
Bidasoa. Con demasiada frecuencia, este proyecto ha sido citado como una mera
curiosidad, cuando no directamente como una extravagancia histórica, y lo
cierto es que el nombre elegido para bautizarlo, que hoy nos resulta tan
exótico, quizá no ha contribuido a que fuera de otra manera. Sin embargo, el
proyecto de Garat estuvo perfectamente incardinado en las coordenadas políticas
de su tiempo, un tiempo en el que Napoleón destruía y construía estados por
toda Europa en función de los intereses del Imperio.
Artículo
publicado en el periódico EL DIARIO VASCO (http://www.diariovasco.com/) de Donostia-San Sebastián
el 11 de octubre de 2012.
Casi cien años antes de que Sabino
Arana proclamara que Euzkadi es la patria de los vascos, el labortano Joseph
Garat propuso a Napoleón crear un estado, denominado Nueva Fenicia,
que agrupara a los territorios vascos situados a ambos lados del Bidasoa.
Ahora, el historiador Iñigo Bolinaga ha publicada una historia novelada, una novela sin ficción sobre aquellos
sucesos. Y cree que esta propuesta de
estado vasco contiene todos los ingredientes del liberalismo y el nacionalismo
modernos.
Iñigo Bolinaga nació en
Elorrio. Es historiador, máster de Periodismo y máster de Estudios Vascos. Ha
ocupado plaza de profesor suplente de Historia en la Cité Scolaire
Internationale de Lyon, y de trabajador en la Ulster Historical Foundation de
Belfast, dedicado a labores de apoyo en la realización de árboles genealógicos
.
Joseph Garat fue un abogado
vasco que participó muy activamente en los acontecimientos que marcaron una de
las etapas más asombrosas de la Historia: la Revolución francesa y el Imperio.
Junto a su hermano Dominique, fue representante del Biltzar (Asamblea) de
Laburdi en los Estados Generales de 1789. Después, fue senador con Napoleón.
Garat buscaba la unión de los territorios vascos de ambas
vertientes en una única entidad política capaz de garantizar la pervivencia y
el desarrollo de la cultura y lengua vascas frente a la oleada uniformizadora
que había levantado la Revolución, y creyó que el Imperio napoleónico era la
gran oportunidad histórica para llevar a cabo este anhelo, dijo en la
presentación de ayer el historiador Bolinaga.
Garat eligió el
nombre de Nueva Fenicia porque, según sus lecturas eruditas y sus propias
investigaciones, creía que los vascos descienden directamente de los fenicios.
No
hay constancia de que el conocimiento de este proyecto se hubiera extendido más
allá de las altas esferas políticas e intelectuales, pero es evidente que
responde a las coordenadas de su tiempo, tanto en Europa como en el País Vasco
-prosiguió el historiador-. Aquí, los acontecimientos políticos europeos
revitalizaron un sentimiento identitario secular, cuyo eje eran los fueros.
Sobre este sentimiento, Garat hizo una propuesta moderna, pues, en
consonancia con los postulados de la Revolución, planteó algo parecido a un
estado vasco unificado. Se trata de una visión inédita, basada, ya digo, en la
filosofía de la Revolución, que se aparta completamente de los planteamientos
que pudieron tener un Larramendi o un Arana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario