Título: LA FIESTA
Autor: LUIS GUTIÉRREZ MALUENDA
Editorial: ALREVÉS
Trama:.En una fiesta que da un importante
empresario de Barcelona, aparece muerta y degollada una joven. Eso complicará
la vida de cuatro de los asistentes a la fiesta, dos hombres y dos mujeres,
relacionados entre sí de un modo extraño, que enseguida se pondrán en el punto
de mira del inspector que investiga el crimen.
Personajes: Raúl, médico de profesión,
aficionado al whisky, de temperamento apacible y acomodaticio, normalmente tranquilo
y sereno, que está en proceso de divorcio, aunque a un convive con su exmujer,
Marta, la mujer (por poco tiempo, hasta que se tramite el divorcio) de Raúl,
ejecutiva de alto nivel, fría, egocéntrica y calculadora, obsesionada por tener
un hijo, Salvio, comercial de una empresa informática, enemigo de compromisos a
largo plazo, que sólo desea vivir tranquilo y hacer el amor siempre que pueda,
amante de Marta, Susana, joven aspirante a actriz que aparece por la fiesta y
encuentra el cadáver, en ocasiones decidida y en otras timorata, pero que sabe
lo que quiere, Pablo, empresario que da la fiesta, jefe de Marta y enamorado de
los juegos eróticos, Colomer, inspector de policía encargado del caso,
persistente hasta el paroxismo, que intimida a los testigos gracias a un ojo
que funciona con independencia del resto de su cuerpo y aficionado a
"destruir refranes"
Aspectos a Destacar: La estructura de la novela, con
cuatro personajes que cuentan la misma historia (o retazos de la misma
historia) con una voz y una mirada diferente cada uno del resto y en la que los
personajes no sólo acatan las instrucciones del autor sino que en ocasiones, como
ocurría con los de algunas novelas (o nivolas, como las calificó su propio
creador) de Unamuno, se rebelan contra él, buscando su propio espacio.
La Frase: No crean a quien les hable de una ruptura
sentimental sin acritud y les cuente que ella y su marido han llegado a un
acuerdo con serena tristeza, un pacto tácito de no agresión. Una mierda, eso no
existe, te come la ira por dentro, te descompones. Matarías para sentirte en
paz. Intentar una ruptura serena es tan absurdo como pretender que el Padre
Santo fiche cada mañana para empezar su trabajo. Deseas hacer daño y lo haces,
pegas y encajas, buscas la yugular del otro con tal pasión que olvidas proteger
la tuya. Hay momentos en los que no pretendes hacer daño de forma consciente.
Da igual, lo haces de forma inconsciente, lo que importa es el sabor de la
sangre del otro en tus labios.
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