viernes, 5 de julio de 2013

AGOSTO (TXANI RODRÍGUEZ), 612 EUROS (JON ARRETXE) Y LA ÚLTIMA BATALLA (JOSÉ JAVIER ABASOLO), EN EL PERIÓDICO "BILBAO"

Txani Rodríguez, Jon Arretxe y José Javier Abasolo acaban de publicar sus últimas novelas.
El comienzo del desastre que hizo saltar por los aires la vida de los personajes de Agosto (Lengua de Trapo), la última novela de la escritora Txani Rodríguez, se puede ubicar claramente en el tiempo. “Una noche de las inundaciones de 1983. Lo que ocurre entonces afecta a los tres personajes”, explica la autora. Y lo hace de tal modo que muchos años después los tres, y algunos otros, volverán a reunirse por primera vez desde el desastre. Pero para entonces todos han pasado por su propia historia cometiendo unos cuantos errores. En el caso de Berta, la voz principal, “no ha hecho más que liarla. Muchas veces hacemos las cosas mal y lo sabemos, pero seguimos haciéndolo. No sé si es por auto-destrucción o por no racionalizar lo ocurrido”, duda Rodríguez. Berta no logra conectarse ni a sus padres ni a su hija, “no es capaz de ocuparse del día a día, está muy desorientada, y está desencantada de su profesión”. Todo son problemas. Un viaje al sur, al pueblo en el que pasaba sus vacaciones de infancia y adolescencia, “le ayudará a resolver lo ‘resolvible’ de su vida”.
Ese sur forma parte también de la historia vital de la autora. “En cierto grado sí es autobiográfico. Soy hija de emigrantes y he viajado mucho por esas carreteras llenas de curvas, cargados de maletas y de bultos”, recuerda. Berta, como Txani, “ha vivido dos culturas y aunque el diálogo no es idílico, porque hay momentos de confrontación, creo que ese conocimiento es un hecho feliz”. Txani, como Berta, lloraba “en julio al ir para allá y en septiembre al tener que volver”, sonríe. Y como el personaje, está quemada con la profesión que ambas, en la vida real y en la ficticia, ejercen: el periodismo. “Echas un vistazo alrededor y es para ponerte de mala leche. No se le da la importancia que tiene y con eso se resiente la sociedad al completo. La información no es repetición”, dice. Por todos estos temas y personajes, Rodríguez cree que ésta es “más novela que la anterior, pero entonces ya dije que la otra era una novela trampa, que en realidad eran relatos. Aquí se profundiza en los personajes y en lo que les pasa, el núcleo es más fuerte y compacto”. “No quería volver a hacer lo mismo”.
Dos novelas negras.
Jon Arretxe, por su parte, decidió hace tiempo que dejaba de matar a sus personajes. “Mis novelas negras anteriores eran muy trágicas, no se salvaba nadie”, se ríe el de Basauri. “No había esperanza ni humor”. Así que hace un par de años creó al detective Touré, un tipo de Burkina Faso que vive en la Pequeña África, es decir, en el barrio de San Francisco. Primero lo puso a andar por 19 cámaras y ahora está en 612 euros (ambas en Erein). “Y habrá más”, dice Arretxe, encantado con este “personaje que le cae bien al lector” y que encima le muestra la realidad de los inmigrantes más allá del “Bilbao Blanco”.
Touré, que lleva el nombre de un amigo de Arretxe –de su época de viajero conserva gentes y recuerdos por medio mundo-, “hace de toro de fuego, se lía con ricachonas, va de vidente, no hace muchos planes”. Todo para sacarse unos euros vitales. También ejerce de detective y en 612 euros se le cruza un supuesto familiar que le mete en un buen lío.
Entre los objetos que tiene que encontrar el detective de Burkina Faso en el hormiguero multirracial de San Francisco (uno de esos lugares “en los que pasan cosas, eso es lo interesante”), un libro de José Javier Abasolo. Que también publicaba recientemente en Erein.La última batalla se titula esta tercera aventura de Mikel Goikoetxea, ‘Goiko’, ese ertzaina que por necesidad se ha convertido en detective privado. La novela se mueve entre los convulsos 80 y la actualidad en una trama en la que se unen drogas, terrorismo, venganzas, corrupciones. Muy al día. “No sé si la realidad supera a la ficción, pero para un escritor es una gran fuente de historias sobre todo en tiempos de crisis”, dice Abasolo.
‘Goiko’ se entrega a la investigación del ataque a uno de sus mejores amigos y se va encontrando de todo. Sus recursos, ya que se conoce al dedillo el funcionamiento del sistema, son una de las bazas del personaje. “Tiene contactos en los cuerpos de seguridad y como está fuera de la Ertzaintza, se puede permitir libertades que los demás no pueden”. La del detective privado no es una figura habitual en la novela negra en castellano. “El sistema jurídico en España no le permite investigar delitos, por eso no se utiliza como personaje. Es muy trasgresor. Eso es lo que me gusta”, describe Abasolo.


Artículo publicado en el periódico municipal BILBAO (http://www.bilbao.net/periodicobilbao/201307/). Redactora: Elena Sierra

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