domingo, 13 de abril de 2014

FICHERO DE NOVELAS NEGRAS: 462.-NADA QUE PERDONAR (ALBERTO LADRÓN ARANA)

Título: NADA QUE PERDONAR
Título original: ZER BARKATURIK EZ
Autor: ALBERTO LADRÓN ARANA
Editorial: TXERTOA
Trama: Mikel es un tipo normal y corriente, funcionario de la Hacienda Foral Navarra, cuya vida, mientras se encuentra de baja, dará un giro radical al enterarse de que su hermano Julen, tras salir de prisión, ha quemado una clínica de desintoxicación de drogadictos. No sólo desconfía de él la policía, que piensa que ha ayudado a escapar a su hermano, sino que parece ser que algunos mafiosos ucranianos le andan buscando ya que creen que podría conducirles hasta él. Y como si no tuviese suficientes problemas, en su casa aparece una joven andaluza que también está buscando a Julen y le involucra en la investigación de un asunto cuyo origen está en los tiempos de la II Guerra mundial.
Personajes: Mikel Izu, funcionario en excedencia, un hombre normal y corriente, incluso mediocre, de baja por depresiones al haber sido abandonado por su mujer, Lucía Baena, joven decidida y desenvuelta, que no duda en viajar desde Almería hasta Pamplona para cumplir los deseos de su abuelo nonagenario, pero que esconde un importante secreto, el inspector Armentia, de la Policía Foral, un hombre tenaz y persistente, Patxi, amigo de Mikel, un personaje con muy poco cerebro pero leal, Esmeralda, última novia de Julen, adicta a las drogas y con una única cualidad, tener las tetas bien grandes.
Aspectos a Destacar: Como sucede en sus obras anteriores, Ladrón Arana demuestra una gran habilidad al sustentar sus narraciones en gente normal y corriente que de repente, sin apenas comerselo ni bebérselo y casi sin saber qué está ocurriendo, se ve introducida en asuntos que les superan y en los que no saben, ni tienen por qué saberlo, desenvolverse como los profesionales / El tratamiento, en una subtrama de la trama principal, del tema de la violencia de género, insertándola con habilidad dentro de la propia novela.

La Frase: Mikel se entretuvo leyendo una novela de Mankell. Le atraía la frma de ser del inspector Wallander, tan sensible y reflexivo. Pero fuera del mundo de la literatura, le costaba imaginar un policía así. No le parecía probable que los policías que durante tres días habían apaleado y asfixiado con una bolsa de plástico a uno de sus compañeros de oficina, compartiesen los remordimientos y preocupaciones morales de Wallander.

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