lunes, 9 de junio de 2014

NOVELA NEGRA, VASCA Y PLURAL: ARTÍCULO DE ELENA SIERRA PARA "TERRITORIOS", SUPLEMENTO CULTURAL DE EL CORREO

Hace tiempo, en el marco de la Feria del Libro de Bilbao y en su jornada dedicada a la novela negra, el escritor Jon Arretxe decía que el género siempre había estado de moda. Y es cierto: una cosa es que hace unos cuantos años empezaran a llegarnos un montón de historias catalogadas como novela negra desde el norte, y que el filón ganara adeptos, y otra que el género no se hubiera cultivado por estas latitudes. Se hacía; se hace. Desde hace casi una década, la Feria del Libro bilbaína le dedica mesas redondas y conferencias y firmas, y por eso merece la pena hablar del cultivo de este tipo de historias en la literatura vasca, en euskera y en castellano, porque el próximo jueves comienza de nuevo la ruta de las casetas en El Arenal (abierta hasta el día8de junio).
Decir que existe una «novela negra vasca es decir mucho. Yo no creo que exista. Y en caso de existir, se caracterizaría por ofrecer voces y temas muy amplios. Si estuviéramos en los años 90, las historias se parecerían más porque nuestra realidad era diferente, y seguramente estaríamos hablando de más cosas en común. Pero a estas alturas, tal y como es el mundo, yo diría que se exploran muchos caminos y que el único punto en común entre los autores es la vecindad», explica el escritor José Javier Abasolo (Bilbao, 1957). Esta tesis la defendía ya en febrero del año 2011, cuando en el festival BCNegra, en Barcelona, se organizó una mesa redonda con el tema ‘Nobela beltza. Narradores desde Euskadi’. «Acudí como invitado junto a Asier Muniategi, Aingeru Epaltza, Jon Arretxe y Félix G. Modroño para debatir si existía o no». Dijeron que no, aunque fueron suavizando el discurso y encontrando algunos puntos en común. «Si existiera la etiqueta de novela negra vasca, hasta sería positivo, a veces lo pienso».
También en el Far West
Conste que quien habla lo hace conocimiento de causa. Todas sus novelas han sido del género. También la última, aunque el título pueda llamar a confusión. ‘Una del Oeste’ (Erein) tiene dos tramas muy distintas, aunque ambas estén relacionadas. La que da nombre al libro se ambienta en el Far West, con saloon, bandidos y chica en apuros. La otra es una historia clásica de policías, con un asesinato y su correspondiente investigación; o no tan clásica, según se mire, porque aunque se investiga, y mucho, una de las personas que lo hace no es policía y está muy al margen de lo oficial. Es un tipo de pasado movido que quiere publicar su propia obra... Y que para conseguirlo ha de encontrar el manuscrito inédito del asesinado, la novelita del Oeste. «Tenía ganas de cambiar un poco de registro, porque tras tres libros protagonizados por Goiko, tres novelas intensas y más pegadas a la realidad, necesitaba hacer algo de tema más ligero. O no más ligero, porque seguimos hablando de crímenes, pero sí más desapegado de la realidad», dice Abasolo, aficionado a la novela negra como autor y como lector. Tanto, que suyo es el blog ‘Nadie es inocente’ (http://elblogdeabasolo.blogspot.com.es/), que lleva años dando cuenta de lo que se escribe en Euskadi, entre otras cosas. De lo que se escribe en plan criminal. Así que el escritor puede hasta aportar incluso algunos datos fruto de la observación y de las lecturas... Como el de que en los años 90 aquí casino se publicaba novela negra. O que muchos autores han caído alguna vez en el género, pero que luego no han repetido, y que de hecho son pocos los que solo se dedican al género negro.
Ha confeccionado una lista, o más bien un estudio de lo que ha encontrado en estos años. Gracias a él, sabemos que son cerca de 100 los escritores que han firmado alguna historia criminal («denominación que tiene la virtud de englobar en su seno tanto a lo que comúnmente se denomina negra, como también la novela enigma, el thriller psicológico, la novela de espionaje o de misterio e intriga»). Entre ellos, nos encontramos con Juan Bas, Bernardo Atxaga, Gotzon Garate, Santi Osakar, Ramiro Pinilla, Carmen Gurrutxaga, Marta Santos, Willy Uribe, Fran Santana... Que lo han hecho sobre todo en castellano, pero también y cada vez más en euskera. Que muchos han optado por la autoedición (en el caso de Santana, de los últimos en llegar al grupo, ese fue el comienzo y después Ediciones B compró los derechos de ‘Losniños que ya no sonríen’, una muy dura y violenta historia sobre la trata de menores, el abuso constante y la venganza más sangrienta). E incluso que hay autores de fuera que han escogido Euskadi para hacer de las suyas en lo literario.
Sobre los que se han mantenido en el género, Abasolo también ha hecho recuento de las novelas de cada uno: «Javier Otaola tiene dos, Juan Infante tres y Javier Maura otras dos. Alberto Ladrón Arana ha publicado en euskera ocho o nueve y un par están traducidas. También está Iñaki Irasizabal...» Por lo que respecta a Jon Arretxe, se ha volcado en el género en estos últimos años, con una serie de novelas protagonizadas por el inmigrante Touré, que hace de vidente, cantante de coro si se tercia e investigador para ganarse la vida. Ambientadas en el barrio bilbaíno de San Francisco, las novelas dan fe de algo que Abasolo explica: «La pluralidad. Y el hecho de que se refleja la evolución sociodemográfica, algo que aquí no conocíamos hace poco más de diez años».
Folclore y mitología
En esta Feria del Libro le darán un premio a la escritora donostiarra afincada en Navarra Dolores Redondo, y lo harán porque ha revolucionado el género a su manera y vendido mucho con su ‘trilogía del Baztán’, de la que aún no se ha publicado la última parte y las dos primeras han sido traducidas a varios idiomas. «La trama es sobrenatural y folclórica, pero lo que prima es la investigación policial, la novela negra», dice Abasolo. Y el hecho de que Redondo haya escogido el valle navarro y sus tradiciones y mitología
como escenario de las peripecias de la inspectora de la policía foral Amaia Salazar, es otra seña más de esa pluralidad de temas y voces de las que habla.
Visto lo visto, lo de ‘exigirle’ al autor vasco que haga novela negra con el terrorismo como telón de fondo ha quedado muy atrás. Ya ni se plantea. «Temas típicos de aquí pueden ser muchos, cada vez más, no solo ETA. Yo me rebelo contra la idea de que si eres vasco tienes que escribir sobre eso y punto. El terrorismo da para muchas historias y hemos tratado el tema de diversos modos y maneras. Pero el primero que se cansa es uno mismo: hay muchos temas apasionantes, de aquí, de otros sitios, de la vida».
Ya que Abasolo ha mencionado a ETA y a Javier Maura, hablemos de las novelas de este otro escritor bilbaíno. Anda escribiendo la tercera, tras varios años sin publicar nada.  Se mantiene en el género... pero también evoluciona. «Las dos primeras eran más de acción, lo que predominaba era eso; ahora quiero intentar definir a los personajes en términos más psicológicos, que creo que es en parte lo que está haciendo ahora mismo la novela negra», asegura. «Frente a los clásicos americanos, en los que prima la investigación, creo que ahora se intenta hablar más de las contradicciones internas de los personajes, de la imbricación del investigador en la vida real. Siempre hay un hecho delictivo, un investigador y un resultado, esas reglas no puedes eludirlas. Pero ahora con mayor descripción de las personas y de las sociedades en las que viven».
Maura ambientó sus dos primeras novelas en el País Vasco y en Madrid, pero para la próxima ha preferido imaginar una ciudad «que no existe, que no es reconocible, aunque podría ser española». Si en los años 90 y comienzos del milenio reflejaba el terrorismo, el narcotráfico y los servicios secretos, hoy por hoy prefiere tratar «del poder local y sus mil derivaciones, de la corrupción, que no es solo pillar dinero de la caja común, sino cobrar comisiones para el partido, enchufar a la gente, adjudicar obras a amigos...». La vida que vivimos. «Los periódicos son hoy novelas negras. Y los libros suplen con imaginación todo el desconocimiento que tenemos de la realidad, todo eso que nunca sabremos. Los informes policiales son ‘light’, alguien se coge una baja muy oportuna... La calle es una novela negra», dice, y recuerda el crimen cometido en León la semana pasada.
Le gusta definir el género utilizando una frase de Antonio Machado: «Él dijo que en la poesía debe ser confusa la historia y clara la pena. En la novela negra, a la inversa. La historia clara y la pena confusa», sonríe. Hay que darle cierto calor al criminal, no mostrarlo como un tipo frío. Podría ser cualquiera. «Porque hay personas que por su profesión, a veces y aunque no quieren, debido a la presión del entorno, pueden terminar cometiendo un delito. Si tu protagonista es un juez, un poli, un funcionario que era buena gente pero que es tentado y puede que amenazado... Si un narco te manda la foto de tu hijo en la parada del autobús, ¿qué?», lanza. ¿Serán estos los personajes de su próxima novela?
Los que ya conocemos son los de Amaia Manzisidor, que a los 69 años ha debutado en la novela y lo ha hecho con una policíaca. ‘Bilbao, expediente 406’, se titula. Y surge de un relato que le pusieron como deberes en el taller de escritura al que asistía. El plan: crear una historia con las palabras poli, gabardina, lluvia y pistola. «Y me salió un relato con diálogos muy fluidos, cosa que no es muy habitual en mí, y me gustó. Me dijeron que lo continuara y creo que ya me había enganchado». Los personajes empezaron a tomar fuerza, tanto la policía dedicada por entero a su trabajo como ese compañero de curro «que era secundario y terminó no siéndolo tanto. Me interesaba la vida diaria de los personajes, y eso que cuando empieza la historia parece que va a ser de lo más negra: tienen que descubrir quién ha matado a una chica que ha aparecido salvajemente asesinada, y con un caso similar sin resolver a sus espaldas».
Bilbao como personaje
Pero a Manzisidor le fue interesando cada vez más «la vida diaria de los policías y ver cómo vivían. Los tugurios de las Cortes, un edificio industrial de Astrabadua, el contraste con Neguri y lo más vistoso de la alta burguesía que parece que tiene tantos misterios...», enumera. «También sus amores y desamores. Y así fue como Pepe Dueñas, el secundario, se me convirtió en un hombre muy tierno y muy enamorado».
Puede que la primera intención de la autora fuera escribir las memorias de su abuela, confiesa (siempre creyó que esa sería su novela), pero los protagonistas de ‘Bilbao, expediente 406’ la han ganado para su causa. No descarta seguir con ellos, y con el género. «Se lee fácil y ves a los personajes y su entorno. Porque Bilbao es un personaje más de la historia. Yo he conocido un Bilbao muy de novela negra con sus edificios oscuros, la suciedad y la personalidad, los Altos Hornos de noche que hacían que se viera todo rojo y negro. La ciudad que yo he vivido era un gran escenario para este tipo de historias. Ahora se me han diluido algunos escenarios de cuando empecé a escribir en 2010, todo ha cambiado». De momento tiene ya el argumento claro en la cabeza, así que es posible que volvamos a oír hablar de la comisaria de la Ertzaintza Julieta Laborda y su compañero de fatigas.

(Elena Sierra, "Territorios", EL CORREO).

No hay comentarios:

Publicar un comentario