AL ESTE DEL EDÉN, la inmensa novela de John
Steinbeck, calificada por el propio autor como la mejor y más redonda de todas sus obras, que transcurre entre el final de la Guerra de Secesión y los inicios
de la I Guerra Mundial, no es, parecería ocioso decirlo, una novela policiaca; no
obstante, al constituir un fresco de una amplia época y estar presente en ella la
idea de la naturaleza del Mal, con sus claras resonancias bíblicas, hay
momentos en los que la policía está obligada a hacer acto de aparición.
Como,
por ejemplo, en el capítulo 18, en el que nos encontramos con Horace Quinn, que ha sido
designado recientemente alguacil del distrito de King City. Y en cumplimiento
de sus obligaciones profesionales, cuando llegan a sus oídos rumores de que
Adam Trask, miembro de una de las dos familias (los Adam y los Trask) cuyas vivencias
se narran en la novela, ha podido asesinar a su mujer, decide ir a investigar
qué ha ocurrido.
Quinn, antes
de visitar a Trask, se encuentra con Julius Euskadi, que es descrito en la
novela como miembro de una magnífica y acomodada familia de origen vasco.
Aunque Julius está dudando entre ir a cazar codornices o tomar el tren en King
City para dirigirse a Salinas con el fin de cambiar de aires, El jefe de policía le convence para
que le acompañe cuando vaya a entrevistarse con Trask. Y en el curso de la
entrevista (o interrogatorio) se desarrolla la siguiente escena.
Y de improviso, Adam rompió a llorar.
Todo su cuerpo se sacudía por efecto de los sollozos, y su respiración era entrecortada
y convulsiva. Era un llanto desesperado.
Horace sintió lástima de él.
--Vamos a la otra habitación, Julius --le
dijo, dirigiéndose hacia el salón--. Ahora, Julius, dígame qué opina usted.
¿Cree que está loco?
--No lo podría asegurar.
--¿Cree que él la ha matado?
--Ésa es la impresión que me da.
--A mí también --contestó Horace--.
¡Dios Santo! --se precipitó hacia el dormitorio para regresar con el revólver y
las balas--. Me los había olvidado --dijo a modo de excusa--. No duraré mucho
en mi cargo.
--¿Qué piensa hacer? --le preguntó
Julius.
--No tengo la menor idea. A pesar de
que le dije que no quería ponerlo en la nómina, le ruego que levante la mano
derecha.
--No deseo pronunciar ese juramento,
Horace. Lo que quiero es ir a Salinas.
--No tiene elección, Julius. Me veré
obligado a arrestarlo si se niega a levantar su condenada mano.
Julius levantó de mala gana la mano
derecha y repitió sin el menor entusiasmo la fórmula de juramento.
--Esto me pasa por haberle acompañado
–dijo--. Mi padre me arrancará la piel a tiras.
No deja de
ser curioso cómo Julius Euskadi es nombrado ayudante de la policía a su pesar.
Y, del mismo modo, cómo éste se lamenta pensando que eso no le va a gustar nada
a su padre, quizás por cierto recelo atávico de los vascos frente a la
autoridad constituida. Pero más curioso es el apellido que Steinbeck la da a ese personaje de origen vasco.
Y es que
el término Euskadi (originalmente Euzkadi, hasta que se impuso la normativa
ortográfica de Euskaltzaindia, la Academia de la Lengua Vasca) fue acuñado por
Sabino Arana para dar un contenido político a lo que hasta entonces se denominaba
Euskal Herria, que según él tenía tan sólo un contenido cultural o lingüístico.
El caso es que independientemente de que el nuevo término acuñado por Arana
haya sido aceptado por los vascos para denominar nuestro país, no deja de ser
muy reciente si miramos a la historia, y no consta que haya sido utilizado en
el pasado como apellido, aunque parece ser que en la actualidad sí hay personas
que se apellidan de ese modo (ver, por ejemplo, https://aboutbasquecountry.eus/2017/09/02/euskadi-el-apellido-que-sin-duda-guarda-una-gran-historia-detras/).
De ahí que sea curioso que Steinbeck lo escogiera para su personaje. Sería interesante conocer
los motivos de su elección, en caso de que existieran, ya que pudo ser fruto de
una simple casualidad.
De todos
modos podría darse la curiosa circunstancia (ya que como es imposible conocer
todo lo que se ha escrito en el pasado, no se puede estar seguro) de que
teniendo en cuenta que la primera novela policiaca con un investigador vasco, Hamabost
egun Urgainen, de José Antonio
Loidi, es del año 1955 y que Al este del Edén se publicó en 1952,
John Steinbeck hubiese creado al
primer policía de ficción de origen vasco. Con un papel muy pequeño en la obra, es cierto, pero suficiente
para que Julius Euskadi, un personaje de nombre tan insólito como improbable, pueda reivindicar ese simbólico título.
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