Estábamos sentados en un rincón de Bar Victor bebiendo Gimlets. “El verdadero Gimlet --dijo--, está hecho mitad gin y mitad de jugo de lima de Rose y nada más. Deja chiquito al martini.” (Philip Marlowe, en El largo adiós de Raymond Chandler).
La frase que acabo de transcribir aparecía puntualmente en el sumario de la revista GIMLET, la primera publicación editada en España dedicada íntegramente al género policíaco. Curiosamente, como si de una negra premonición se tratara, la frase no apareció en su anteúltimo número, ni tampoco en el último. Se trataba del número catorce y es significativo que algunos de sus seguidores piensen que sólo se publicaron trece. Quizás ese último número, al publicarse en un momento delicado para la revista, con problemas económicos y de distribución, no llegara a todos los puntos de venta habituales.
Acostumbrados como estamos a que en la mayoría de las ocasiones los valiosos y generosos esfuerzos por publicar una revista de género negro no son correspondidos por la atención del público lector y acaban muriendo al de pocos números sin haber logrado su objetivo de aglutinar a los aficionados al género en torno a su proyecto, el que en el año 1981 se consiguiera editar una revista con unos índices de calidad considerable y que aunara en torno suyo a un grupo de narradores y periodistas de primera línea, parece casi milagroso. La revista estuvo dirigida por Manuel Vázquez Montalbán y en su Consejo de Redacción se sentaban Miquel Vidal Santos, Javier Coma, José Luis Guarner, Salvador Vázquez de Parga, Ricardo Muñoz Suay y Jaume Perich, el Perich. Un auténtico plantel de lujo.
Pero es que además de los especialistas citados, contaban con una sección fija gente del nivel de Andreu Martín (Detective sin licencia), el periodista y crítico gastronómico Xavier Domingo (Los placeres criminales), José Martí Gómez (La sala de los pasos perdidos) o la última ganadora del Premio Nadal, Maruja Torres (Asesinato de un clásico), Y sus relatos estuvieron firmados por escritores de la talla de Donald Westlake, Evan Hunter, Juan Madrid, Giorgio Scerbanenco, Simenon, W. R. Burnett, Manchette o Dashiell Hammett. Así mismo, en su concurso de relatos debutó Mariano Sánchez Soler, que con el tiempo se ha convertido en uno de nuestros mejores (aunque desgraciadamente poco prolífico) escritores negros o la hoy reconocida directora cinematográfica, Isabel Coixet Castillo que con su relato titulado “El the end de Thelma Todd” ya mostraba su amor por el séptimo arte.
La aventura, ya se ha dicho, duró catorce números, poco más de un año, una aventura efímera en el tiempo, pero visto lo que ha venido después bastante duradera y consistente y que dio un gran impulso al género negro español que en aquellos años de la Transición, en los que creíamos que todo era posible, aún estaba empezando su andadura.
Acostumbrados como estamos a que en la mayoría de las ocasiones los valiosos y generosos esfuerzos por publicar una revista de género negro no son correspondidos por la atención del público lector y acaban muriendo al de pocos números sin haber logrado su objetivo de aglutinar a los aficionados al género en torno a su proyecto, el que en el año 1981 se consiguiera editar una revista con unos índices de calidad considerable y que aunara en torno suyo a un grupo de narradores y periodistas de primera línea, parece casi milagroso. La revista estuvo dirigida por Manuel Vázquez Montalbán y en su Consejo de Redacción se sentaban Miquel Vidal Santos, Javier Coma, José Luis Guarner, Salvador Vázquez de Parga, Ricardo Muñoz Suay y Jaume Perich, el Perich. Un auténtico plantel de lujo.
Pero es que además de los especialistas citados, contaban con una sección fija gente del nivel de Andreu Martín (Detective sin licencia), el periodista y crítico gastronómico Xavier Domingo (Los placeres criminales), José Martí Gómez (La sala de los pasos perdidos) o la última ganadora del Premio Nadal, Maruja Torres (Asesinato de un clásico), Y sus relatos estuvieron firmados por escritores de la talla de Donald Westlake, Evan Hunter, Juan Madrid, Giorgio Scerbanenco, Simenon, W. R. Burnett, Manchette o Dashiell Hammett. Así mismo, en su concurso de relatos debutó Mariano Sánchez Soler, que con el tiempo se ha convertido en uno de nuestros mejores (aunque desgraciadamente poco prolífico) escritores negros o la hoy reconocida directora cinematográfica, Isabel Coixet Castillo que con su relato titulado “El the end de Thelma Todd” ya mostraba su amor por el séptimo arte.
La aventura, ya se ha dicho, duró catorce números, poco más de un año, una aventura efímera en el tiempo, pero visto lo que ha venido después bastante duradera y consistente y que dio un gran impulso al género negro español que en aquellos años de la Transición, en los que creíamos que todo era posible, aún estaba empezando su andadura.
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