miércoles, 16 de diciembre de 2009

EL HACHAZO (JON UGARTE)



Diputados y alcaldes ladrones, políticos institucionalmente sinvergüenzas y el dinerazo moviendo los hilos, como acostumbra. Este es el paisaje de “El hachazo” donde, cada uno por su lado, dos parados muy quemados se ven con la soga al cuello. Uno de ellos maquina vengarse mientras el vocerío mediático asegura que todo es “por la Crisis’, curiosa bicha sin padre ni madre, surgida del éter, sin inductores, ni ejecutores, ni beneficiarios a manos llenas a quienes, --a falta de un juez estrella interesado en el tema-- quizá poder trincar un poquito del gañote y retorcérselo hasta que devuelvan un poco del pastón distraído.
Ambos curritos necesitan comer, un trabajo, cualquier cosilla, pero urgentemente. Manolo, esposa, tres hijos y dos cuernos, después de buscar tajo por doquier, se apunta a un cursillo de reciclaje laboral del INEM para cerrajero autónomo; piensa abrir puertas ajenas, pero en ausencia de sus propietarios.
Mariano, que odia al capital y sus lacayos, es soldador y ex sindicalista represaliado; curraba en un astillero desmantelado para su venta como solar de lujo. Frustrado socialmente, su mujer se ha largado con uno de Hacienda. Con la ola de robos actual ya le han desvalijado su casa dos veces, así que, en vez de puerta blindada, se compra un hacha de bricolaje. En una animada noche de sábado el cerrajero improvisado lleva su iniciativa emprendedora hasta una puerta que, lamentablemente, es la del furioso metalúrgico. La cosa no pinta muy católica.

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