Marco Corvino es hijo de un importante personaje de la Roma imperial, acostumbrado como patricio a los privilegios de su posición. Lamentablemente, ha decidido echar su vida a perder y se resiste a seguir la carrera política que su familia espera de él. No obstante, es consciente de algunas de sus obligaciones, y cuando una de sus clientes, la hijastra del exiliado poeta Ovidio, acude a él para negociar el retorno de las cenizas de su padrastro a Roma, Corvino no parará hasta averiguar las razones que hacen que los más poderosos círculos del imperio se opongan a conceder incluso ese último e inofensivo privilegio a un enemigo muerto.
Narrada con un estilo anacrónico que sería chocante si no resultase tan divertido, Las cenizas de Ovidio es como una novela negra clásica donde se sustituyen las mujeres fatales por las matronas no menos letales, los sicarios de gatillo fácil por los ex legionarios a sueldo, y los peces gordos corruptos por... vaya. Al mismo tiempo, los misterios que explora Corvino a su desenfadada manera son auténticos enigmas que desconciertan a los historiadores.
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