Manu Sobrón,
un vendedor de carpas divorciado, sale de la consulta del neurólogo con el
diagnóstico de una enfermedad degenerativa incurable. ¿Qué hacer? Lo más
lógico: informar a su único descendiente. Pero lo que preocupa exclusivamente a
Estíbaliz es que no puede largarse con su chico a disfrutar la Semana Santa en
un balneario.
Así comienza
Tiempo de mandarinas, la
última novela de J. M. Fernández Urbina, cuya narrativa burlesca no deja
títere con cabeza del tumultuoso “coso vasco”, por el cual desfilan
tragicómicos diestros de la sociedad vasca: el periodista Modesto Blázkez, el
político Aingeru Bentosa, el catedrático Periko Zabalo, el asesor de
lehendakari Ander Reniego, abogadas como la bella Letona, psiquiatras como
Cándido Lobato, traficantes de chuchos vascotibetanos como Serrano, e incluso
el gato Tato o el jilguero Chito, entre otros personajes entrelazados por una
trama de corrupción, picaresca y sálvese quién pueda. Pero quienes acabarán
configurándose como los primeros espadas del “ruedo vasco” serán los veteranos
Manu y Margarita, capaces de lidiar con amor y humor los morlacos de la
senilidad y la decrepitud.
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