Tras sufrir un intento de atentado terrorista en Bilbao, el
inspector Pérez Jiménez, hijo de un dirigente local de la izquierda leonesa en
la época de la dictadura, pide el traslado a una ciudad más tranquila: Segovia.
Con la esperanza de poder iniciar una nueva vida, llega sólo a su nuevo
destino, después de que su mujer le haya abandonado por un agente de seguros.
Nada más instalarse en la ciudad castellana, el policía, que se siente abatido
por su soledad, deberá resolver un caso de doble asesinato: el de dos mujeres
que son tiroteadas al bajar del tren en la estación de un pueblo llamado
Ribajo. Acompañado de los agentes García y Fuentes y de una sobrina del
comisario Gámez, a quien el inspector no soporta, Argimiro Pérez Jiménez deberá
realizar la investigación en un ambiente caciquil y paternalista que no le
gusta y buscar los puntos de conexión entre dos víctimas que ni siquiera se
conocen. Unos jóvenes de la ultraderecha, el párroco del pueblo y una monja se
convierten en sospechosos.
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