sábado, 25 de abril de 2015

FICHERO DE NOVELAS NEGRAS: 514.-EL CASO DE LA MANO PERDIDA (FERNANDO ROYE)

Título: EL CASO DE LA MANO PERDIDA
Autor: FERNANDO ROYE
Editorial: SINERRATA EDITORES
Trama: En un pequeño pueblo de Jaén una pareja de la Guardia Civil encuentra una mano, separada del cuerpo, lo que hace suponer al sargento-comandante del puesto que una persona ha sido asesinada. Las cosas se complicarán porque está previsto que en pocos días el Generalísimo Franco, Caudillo de España, visite la localidad, y las autoridades le exigen que deje de preocuparse por una mano sin dueño y dirija todos sus esfuerzos a garantizar la seguridad de su estancia.
Personajes: Carmelo Domínguez, sargento de la Guardia Civil denominado "el sargento hechizado", hombre tranquilo pausado y con afición a a dormilarse, del que todos creen que tiene poderes extraños al poseer dos ojos de distinto color, con una extraordinaria inteligencia natural e intuición, Benito Viedma, joven agente procedente de una familia acaudalada y con inquietudes intelectuales, que se ha metido a guardia civil porque en el fondo desea escribir novelas policiacas, el cabo Rosario María, violento y alcohólico, resentido con Domínguez porque le han colocado en su lugar como comandante del puesto, Ortega, guardia civil aficionado a la caza, Gerundio, tabernero del pueblo, que se saca un dinero extra “alquilando” a su hija, Manuela, mujer de Domínguez, aparentemente huraña en ocasiones, pero generosa y de buen corazón, Toribio Aljibo, juez jubilado, respetuoso por encima de todo con las autoridades y el régimen de Franco, José María de Peñaranda y Swan, conde de Valdeazores, cacique local, que junto al alcalde controla el pueblo, Eulogio, guardia civil a punto de jubilarse, que presume de ser pariente lejano de Franco.
Aspectos a Destacar: La construcción de la novela, en una época, las primeras décadas del franquismo, en la que todavía la población vivía atemorizada y sin apenas vislumbrar posibilidades de mejora económica y social ni, mucho menos, política, con un personaje que sin situarse extramuros del régimen hace que simpaticemos con él y con la humanidad que desprende, a pesar de (o quizás por) la situación en la que vive y de la que es consciente, dentro de una trama tan insólita como interesante.
La Frase: Carmelo le dijo una vez más que no se preocupara y volvió a secarse el sudor. Le ardían las mejillas. Y le daba reparo pedirle a Carlota algo de beber. Aquella mañana había pasado de estar en el cielo —el piso en la última planta del edificio de apartamentos del juez Aljibo— al infierno. La cara y la cruz de una misma moneda que era aquella España, la que la propaganda vendía como una, grande y libre. Si antes había rechazado a la ligera la invitación a beber vino y a comer jamón y queso, ahora la hubiera aceptado sin pensarlo. Aunque sabía que Carlota poca cosa podía ofrecerle.

No hay comentarios:

Publicar un comentario