jueves, 13 de octubre de 2016

SOMBRAS DE AGUA (FÉLIX G.MODROÑO)



LA NOVELA:
En el invierno de 1684, el doctor Zúñiga parte desde Valencia con destino a Venecia para cumplir con una importante misión diplomática.
Sin embargo, sus dotes como investigador han traspasado fronteras y el dux le encarga que averigüe lo que se esconde detrás de un mensaje anónimo que amenaza con el hundimiento de la ciudad.


Para ello contará con la ayuda de Elena Cornaro, la primera mujer reconocida con un doctorado universitario, quien ha organizado una reunión de científicos para debatir sobre la vigencia del pensamiento de Aristóteles. A ella acudirán desde Newton o Halley hasta Leibniz.

Inmerso en una Venecia fría y brumosa, marcada por los carnavales y la música, y con las mentes más brillantes de Europa a solo unos pasos de él, el doctor Zúñiga vivirá una de las experiencias más apasionantes de su vida.

Un nuevo caso del doctor Fernando de Zúñiga, un nuevo thriller histórico magníficamente ambientado en la España de finales del siglo XVII.



EL AUTOR: Félix G. Modroño es un escritor vizcaíno, afincado en Sevilla. Tras publicar Villalpando, paisajes y rincones (2002), en homenaje al pueblo zamorano de sus padres, se animó a emprender la aventura de su primera novela, La sangre de los crucificados (2007), protagonizada por el doctor Zúñiga, un peculiar investigador del siglo XVII, que también sería el personaje central de su siguiente obra: Muerte dulce (2009). Con La ciudad de los ojos grises (2012) cosechó un gran éxito de ventas y el reconocimiento de los lectores y con Secretos del Arenal obtuvo el XLVI Premio de Novela Ateneo de Sevilla.




EL PERSONAJE: Fernando de Zúñiga Ayala nació en Madrid en 1634, en una familia de origen vasco. Es hijo ilegítimo de Francisco de Zúñiga, VII Conde de Miranda, y de Inés Ayala, partera de la Corte de Felipe IV. A los quince años se trasladó a Salamanca para estudiar medicina. En 1659 se casó con Pilar Maldonado, con la que tuvo dos hijas, Cristina y Leonor, y que moriría tres años después. Esta circunstancia condicionó su carácter y su interés por las ciencias ocultas. Su amistad con la reina regente, doña Mariana de Austria, le llevó a vigilar la delicada salud de su hijo, el rey Carlos II. En 1669 se le otorga el vizcondado de Castañar y comienza a prestar esporádicos servicios para el inquisidor general, don Diego Sarmiento de Valladares. El auto de fe de 1680 afecta gravemente a su conciencia: deja de trabajar para el Santo Oficio y vuelve a ejercer su profesión en Salamanca. Ocasionalmente investiga extraños sucesos que sus conocimientos, unidos a su sentido común aderezado con intuición -como le gusta definirlos-, le permiten desvelar.



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