Título: VIAJE A LA LOCURA
Autor: JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ
Editorial: EDICIONES VERSÁTIL
Trama: La irrupción de un hombre en el
vagón de un ferrocarril acusando al resto de los viajeros de ese vagón de
envenenarle no tiene en un primer momento más importancia que la de la molestia
que suscita entre los acusados. Pero cuando el ferrocarril descarrila, produciéndose
varias muertes, entre ellas la del presunto envenenado, un revisor que acaba de
jubilarse y un inspector de policía marginado por sus jefes decidirán investigar
qué había de cierto en esas acusaciones.
Personajes: Daniel Luna, hombre correcto y educado, revisor de la Renfe
a punto de jubilarse, apasionado de las novelas de Agatha Christie y que ha
criado en solitario a tres hijos desde que se quedó viudo, Martín Villanueva, inspector
de policía marginado porque quiso investigar asuntos que en su momento eran
intocables, pero que no se resigna a quedarse sentado detrás de una mesa de
escritorio, Águeda Luna, novata jueza de instrucción, hija de Daniel, que en su
primer destino sustituye a un juez que tuvo que ser internado en un psiquiátrico
al estar obsesionado con un asunto relacionado con una de las víctimas del
descarrilamiento, Miguel Sebastián, médico psiquiatra que trata al juez al que
sustituye Águeda Luna y que se muestra interesado por ésta, González, secretario
del juzgado de Águeda, de la vieja escuela aunque acepta que sea una mujer
quien lleve el juzgado, Rosario, camarera de la cantina de una estación de Renfe,
amiga de Daniel Luna.
Aspectos a Destacar: Novela galardonada con el
XXII Premio Francisco García Pavón de Narrativa Policiaca, que puede
considerarse un homenaje a Agatha Christie aunque no de un modo mimético sino
adaptándolo, de un modo excelente y perfectamente conseguido, al ambiente
español de la década de los 80 del siglo pasado.
La Frase: La mayoría de los crímenes se
resuelven en el primer día de investigación --solía decirle--. El marido cornudo
que mata a su mujer, el prestamista que liquida a quien no le devuelve lo que
debe… Basta con rascar un poco y la verdad sale a la superficie. Lo malo es
cuando te topas con una losa que no te deja bajar a la alcantarilla. Entonces
puedes oler la porquería, la tienes en tus narices, pero no te dejan verla y,
si al fin consigues abrir la tapa, la mierda te salpica y tienes que tirar el
traje.
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