LA
OBRA: Las páginas que conforman Inglaterra están llenas
de encuentros, pero sobre todo están llenas de despedidas. Historias
independientes, y sin embargo interconectadas por un espacio físico compartido --un
pueblo de la costa cantábrica llamado Pobeña--, tienen siempre como telón de
fondo aquel barco y aquel destino --el Habana y North Stoneham en 1937-- que
marcaron para siempre la vida de una generación.
Con influencias que van de Chéjov a Alice Munro
pasando por Raymond Carver, del neorrealismo italiano menos tremendo,
como Amarcord o
Umberto D.,
al álbum Barrio de Carlos Giménez, esta colección de
relatos --continuación, de alguna manera, de Pobeñeses-- son retazos de vida de gente “sencilla”,
recuerdos que no son biografías, sino destellos de variada duración e
intensidad, más parecidos a las tomas en super-8 que a las películas, historias
que retratan un universo íntimo: amistades, amores, familia. En definitiva, un
libro en el que no hay grandes aventuras pero en el que pasan muchas cosas,
como en todas las vidas a lo largo del tiempo.
EL
AUTOR: Miguel González San Martín (Muskiz, Bizkaia,
1953) es licenciado en Ciencias Económicas y en Filosofía y Letras. Columnista
habitual del diario El Correo,
ha publicado las novelas Hotel
Ucrania y Dos
entradas para Wembley. Sus artículos y cuentos han sido
incluidos en diversas antologías. En el año 2009 ganó el Premio Café Bretón
& Bodegas Olarra con Conversaciones de bolsillo. Con el libro
de cuentos Pobeñeses
ganó el Premio Euskadi de Literatura en 2002.
RESEÑAS: González
San Martín es un riguroso creador de ficciones, el pintor de un mundo mitad
real, mitad apócrifo. (Pedro Ugarte, El Correo).
La de Miguel González San Martín es una de las prosas más limpias
de retórica, más diáfanas y hondas de la literatura vasca. (José
Fernández de la Sota, Capital Cultura-ETB).
Con una prosa límpida, rica y fluida, Miguel González San Martín
crea en este libro un acotado mundo de relatos inspirados en personajes
cercanos a él cuyas historias vivió, imaginó o le contaron, y que se abren a lo
universal gracias a una llana naturalidad expresiva y el talento de un narrador
nato. (Iñaki Uriarte).
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