domingo, 3 de febrero de 2019

LAS LEYENDAS DEL CALDERO (XABIER ORTIZ GABARAIN)


LA NOVELA: Bixente Azaldegi es el dueño y cocinero del restaurante Easo-Eder de San Sebastián, lo que le lleva a ser nombrado Caballero de Honor por la Academia Cordon Bleu por su trayectoria profesional. Para ello, es invitado a la sede de la prestigiosa sociedad en la Dordoña francesa, donde recibirá la banda azul de manos del famoso gastrónomo François Chrétien Lavoisier.
Durante el acto, de manera involuntaria, cae en manos de Bixente la novela “Las Leyendas del Caldero”, una obra guardada en la clandestinidad. A partir de ese instante, con el objetivo de publicar la novela, arranca una cómica odisea donde el cocinero siempre tiene la “habilidad” de caer en el ojo del huracán, viéndose envuelto en situaciones rocambolescas en las que se cruza con personajes graciosísimos.
Esta estrambótica aventura se resuelve de una manera sorprendente, enlazando con maestría la historia del libro “Las Leyendas del Caldero” y las propias peripecias de Bixente.
Las Leyendas del Caldero es una novela de gastronomía, de ágil lectura, con una buena dosis de humor que, además, resultará interesante y didáctica para todo estudiante o trabajador de hostelería y, por supuesto, para todo aficionado a la cocina y al buen comer.

EL AUTOR: Xabier Ortiz Gabarain es profesor de cocina en la escuela de Cebanc (Donostia) y, tras haber trabajado con prestigiosos cocineros como Juan Mari Arzak o Martín Berasategi, se lanzó al reto de escribir una novela, repleta de humor y acción, que gira en torno a la gastronomía.
Ha redactado artículos de gastronomía para revistas como Avnia o Euskal Herria, colaborando también en publicaciones con el periodista culinario Mikel Corcuera.



sábado, 2 de febrero de 2019

FICHERO DE NOVELAS NEGRAS: 693.-REINA ROJA (JUAN GÓMEZ-JURADO)

Título: REINA ROJA
Autor: JUAN GÓMEZ-JURADO
Editorial: EDICIONES B
Trama: El asesinato, en extrañas circunstancias, del hijo de una prominente familia, que podría estar relacionado con el secuestro de la heredera de uno de los hombres más ricos del mundo, hará intervenir a un cuerpo casi desconocido de las fuerzas de seguridad españolas, aunque curiosamente tendrán que hacer su labor casi de un modo clandestino, sin interferir en la investigación “oficial”.
Personajes: Antonia Scott, miembro de un grupo especial dedicado a investigar los crímenes más enrevesados, cuya inteligencia, superior a la de la inmensa mayoría de los mortales, va pareja con un elevado sentimiento de culpa por hechos de su pasado, Jon Gutiérrez, policía caído en desgracia por haber intentado encarcelar a un proxeneta con pruebas falsas, pero aún así honrado a su modo y amante, pese a su oficio, de la vida tranquila, que se ve obligado a colaborar con Antonia para limpiar su historial, Mentor, desconocido y enigmático jefe del grupo al que pertenece Antonia Scott, Ramón Ortiz, empresario y quizás el hombre más rico del mundo, que se debate entre el amor a su hija y otras obligaciones, Ezequiel, el nombre que utiliza la persona que, al parecer, está detrás de los crímenes que investigan Antonia y Jon, Parra, jefe de un grupo policial de élite, tan buen profesional como egocentrico y pagado de sí mismo.
Aspectos a Destacar: Como hace tiempo decidí no utilizar, debido a que su uso excesivo lo ha banalizado y manoseado, el calificativo de “trepidante” para describir una novela, sólo puedo decir que no nos deja descansar ni un segundo y que deseamos en todo momento continuar la lectura para saber qué va a ocurrir a continuación.
La Frase: La policía no hace las cosas de esta forma. Nosotros no somos la policía. La policía es lenta, segura, predecible. Es un elefante que agacha la cabeza, se fija una meta y arrasa todo a su paso. Nosotros somos otra cosa.

viernes, 1 de febrero de 2019

ASESINO ENTRE PUPITRES (AITOR SAN MARTÍN)


Asesino entre pupitres es una novela negra ambientada en Irún (Gipuzkoa), en la que unos sucesos aparentemente relacionados hacen levantar las alarmas en la ikastola Txingudi. El protagonista, Gorka Arnaiz, se ve envuelto en estos ataques a estudiantes del colegio realizados con el mismo modus operandi. Es entonces cuando decide cooperar con la Ertzaintza para esclarecer el oscuro secreto que se esconde en la escuela.
No obstante, el “Bateador de Irún” no será el único problema al que tendrá que enfrentarse nuestro protagonista: un padre violento y caprichoso y una madre sumisa y devota de su marido lo atormentarán aún más si cabe.
El tiempo corre en su contra y debe apresurarse para que “El bateador” no se cobre su próxima víctima.





miércoles, 30 de enero de 2019

LA CONCIENCIA DEL ASESINO (GORKA ECEOLAZA ZABALZA)


LA NOVELA: Cuando el inspector sevillano Diego Benítez solicitó el traslado a la comisaría de Pamplona tras la separación de su esposa, no imaginó que se vería envuelto en una cadena de crímenes que lo conducirían hasta el abismo de su propia muerte.
En medio de la mayor tormenta de nieve que jamás haya azotado los territorios fronterizos de Navarra, Guipúzcoa y Álava, deberá investigar junto a su compañero David Calonge la muerte en extrañas circunstancias de un trabajador de la empresa Fundiciones Vasco Navarras.
Aislados y atrapados por la nieve en la fundición, no tardarán en comprender que se enfrentan a un sanguinario asesino que acaba de poner en marcha una venganza largamente planificada.

EL AUTOR: nacido en 1969 en Donosita-San Sebastián (Guipúzcoa), Gorka Eceolaza estudió Ingeniería Industrial, desarrollando su carrera profesional en el ámbito de la empresa. Junto a esa formación pragmática de “más vale una imagen que mil palabras”, siempre ha coexistido en su interior una faceta creativa de construir imágenes a través de las palabras.
Esa faceta se manifestó a finales de 1999 y fue la que le llevó a comenzar a escribir lo que sería el embrión de la saga de las Crónicas Nerlingas.
Tardío lector de novelas, entre sus lecturas favoritas destacan todos los libros relacionados con el universo creado por John Ronald Ruelen Tolkien, así como las cuatro novelas del escritor Dan Simmons que configuran la saga de ciencia ficción conocida como los Cantos de Hyperion. También disfruta con la novela negra o policiaca, con autores como el danés Jussi Adler-Olsen.




martes, 29 de enero de 2019

CASTING (ISIDORO FERNÁNDEZ)


LA NOVELA: Casting es una novela a cuatro voces: dos socias directoras de una agencia de casting, un actor veterano ya en el declive de su carrera, y su hija, una actriz joven que simboliza la esperanza de los que empiezan.
La trama se desarrolla en Madrid, donde asistiremos a los avatares de unas pruebas para una película y los acontecimientos que se desarrollan alrededor de éstas, contados por cada uno de los protagonistas.
Casting no busca venganza ni hacer sangre… a veces es cruel, otras cruda y realista, muchas veces irónica, pero siempre desde la ternura para contar en un tono que pudiera resultar exagerado o disparatado -pero que se ciñe al más estricto realismo-, anécdotas, situaciones y sobre todo, peripecias vitales de unos personajes pertenecientes a eso que se da en llamar el show bussines, pero demasiado alejados del glamour que vende el papel couché.
Los personajes, tanto principales como secundarios, así como las situaciones que se narran son exclusivo fruto de la imaginación del autor, eso sí, convenientemente alimentada por sus años de experiencia en el negocio o arte de fingirse otros, para entretener a unos terceros.

EL AUTOR: Isidoro Fernández es un actor donostiarra que a sus sesenta años se plantea retomar su otra vocación adormecida, pero latente, desde los tiempos de su primera juventud: escribir.
Desde 1982, momento en el que se licenció en la escuela “Antzerti” de San Sebastián, ha trabajado tanto en el País Vasco como en Madrid en innumerables montajes teatrales, series de televisión (de las que ha sido protagonista en media docena de ocasiones) y cine (también protagonista en tres ocasiones), tanto largometrajes como cortometrajes.
Unos cuadernos “al estilo Piglia” le hicieron adquirir el entrenamiento necesario para abordar su primera novela Historia de Ros a la que pronto seguirían la saga familiar novelada El rico manchego, y esta Casting en la que se despacha a gusto sobre algunos aspectos de su profesión de actor.



lunes, 28 de enero de 2019

ANTOLOGÍA DEL GÉNERO NEGROCRIMINAL


Todo ser humano lleva un demonio dentro. Algunos, dos. Sicarios, vengadores, policías, detectives, alguaciles, anarquistas, revolucionarios, resistentes, ladrones, asesinos, brokers, boxeadores, prostitutas, desamparados, desesperados, acosadores, camellos, curas, pederastas, mafiosos, dipsómanos, abortistas, buscavidas, perdedores, ovejas, quinquis y brujos corren por las páginas de esta antología en la que clásicos y veteranos de la vieja guardia de la novela negra como Andreu Martín, Juan Madrid, Guillermo Orsi, Fernando Martínez Laínez, José Luis Caballero, José Luis Muñoz, Víctor Claudín, Mariano Sánchez Soler y Alfons Cervera se ven las caras con autores emergentes como Sebastià Bennassar, José Javier Abasolo, Empar Fernández, Laura Falcó Lara, Alberto Pasamontes, José Vaccaro, Paco Gómez Escribano, Ignacio del Valle, Juan Bas, Jerónimo García Tomás, José María García Sánchez, Carlos Manzano, Carlos Augusto Casas, Angelique Pfitzner, J. D. Álvarez, Rafael Guerrero, Tomás Auchterlonie, Úna Fingal, Laura Gomara, Luis Gutiérrez Maluenda, Antonio Parra y Pere Cardona, y otros que se suben al carro de un género cada día más pujante como Gema Bocardo, Julio Holgado, María Teresa Abedul, Carmen Baena Salamanca, Rosario Muñoz Martín, Ainara-Maider del Olmo y Abedul, Antonio Castillo Olivares Reixa y Gabriel Monte Vado.
Todas las generaciones del género negro en castellano en un libro de relatos tan ameno como adictivo.



HOMICIDIUM (JERUSALEM ELIZONDO)

Clara Schäfer, una joven y novata investigadora, recién incorporada al Grupo de Delitos Civiles y Políticos de la Policía Foral de Navarra, recibe el aviso de un asesinato en las ruinas romanas de Santa Criz, una ciudad romana semidesenterrada por los arqueólogos.
La inspectora tendrá que hacer frente a una serie de crímenes cuyas víctimas tienen un nexo en común, su trabajo en la Universidad Pública de Navarra. En sus pesquisas contará con importantes aliados, pero no todo será lo que parece, ni el caso resultará tan sencillo, en una investigación contrarreloj por descubrir a la persona culpable antes de que siga asesinando.
Homicidium se desarrolla en torno a la universidad y a la arqueología romana en Navarra, en una trama compleja, que combina las acciones policiales con los asuntos más oscuros del mundo universitario, creando un ambiente de intriga y sospecha sobre las motivaciones de los personajes.



jueves, 24 de enero de 2019

LOS NIÑOS DE LEMÓNIZ (ESTELA BAZ)


LA NOVELA: Mucho se ha hablado del terrorismo de ETA en las décadas de los 70 y 80, pero nunca se había escrito esta historia desde la mirada limpia e inocente de los niños cuyos padres estaban amenazados o fueron asesinados por la organización terrorista. La autora fue uno de ellos y, como otros, vivió en primera persona unos acontecimientos que ningún niño debería vivir jamás, en concreto la campaña de ETA contra la central nuclear de Lemóniz.
El testimonio novelado Los niños de Lemóniz es la suma de recuerdos recuperados. Habla de personas, emociones y situaciones, pero sobre todo habla de cómo vivieron esa realidad, de cómo sus padres, ante situaciones límite, intentaban ocultar lo que estaba ocurriendo con el único objetivo de protegerlos. Niños que nunca fueron tenidos en cuenta, ni siquiera en las estadísticas. Y también habla de mujeres, de madres que, a pesar de su juventud, fueron extremadamente valientes, generosas, protectoras y luchadoras.

LA AUTORA: Estela Baz nació en Bilbao. Licenciada en Dirección de Empresas y Marketing, cursó estudios de postgrado en la Universidad de Salamanca y ESADE, entre otros. La necesidad de dar respuesta a las emociones propias y de otros la llevó a hacerse experta en Coaching y PNL. Actualmente trabaja en el mundo audiovisual, donde ocupa un puesto de dirección. En el año 2016, y de la mano del Grupo Planeta, dirigió la edición del libro 37 almas en una, del cual también es coautora, y en 2017 participó como colaboradora en el libro Mírame España, publicado por Accenture.



miércoles, 23 de enero de 2019

FICHERO DE NOVELAS NEGRAS: 692.-SANGRE A BORBOTONES (RAFAEL REIG)

Título: SANGRE A BORBOTONES
Autor: RAFAEL REIG
Editorial: LENGUA DE TRAPO
Trama: En una España en la que ha desaparecido el petróleo, Madrid es una ciudad navegable y se habla obligatoriamente en “anglo”, a un detective le llegan simultáneamente tres casos: buscar a una joven desaparecida de su casa, demostrar la infidelidad de una mujer casada y encontrar a un personaje que se ha escapado de una novela de vaqueros. Tres casos aparentemente sencillos, pero que se complicarán, sobre todo porque parece que un gran poder está ejerciendo su influencia en los mismos.
Personajes: Carlos Clot, expolicía que sobrevive como detective, escéptico aunque honesto, Zarco, policía amigo de Carlos Clot, bastante ingenuo para la profesión que tiene, Dix, socio de Clot, preocupado, sobre todo, por la elegancia en el vestir, Cristina, exmujer de Clot, que ha renunciado a sus sueños y empuje como periodista de investigación, Manex Chopeitia, dueño de la más importante empresa del país, un auténtico tiburón, Peñuelas, escritor que publica novelas del oeste bajo el seudónimo de Phil Sparks y que sufre al no ser tomado en serio por la crítica literaria.
Aspectos a Destacar: “Sangre a borbortones” es una novela en la que se entremezclan los géneros negro, de ciencia ficción y fantástico, con un gran componente surrealista y que, sin embargo (o gracias a ello, precisamente, y a la habilidad de su autor) no deja de poner el dedo en la llaga de una sociedad como la actual, cada vez más deshumanizada.
La Frase: He tenido tantos sueños de grandeza como cualquiera. Quise ser alguien, ¿pasa algo? ¿Quién no ha sido, por dentro, un gran escritor, un músico, un científico o el campeón del mundo de ajedrez? Pocos consiguen serlo también por fuera, ante los demás, pero ante sí mismo, ¿quién no se ha soñado excepcional?

lunes, 21 de enero de 2019

FICHERO DE NOVELAS NEGRAS: 691.-CUANDO VENGAN LOS MÍOS (EDUARDO RODRIGÁLVAREZ)

Título: CUANDO VENGAN LOS MÍOS
Autor: EDUARDO RODRIGÁLVAREZ
Editorial: TXERTOA
Trama: Bilbao, 1960. Una cuadrilla de amigos, todos ellos enemigos del régimen franquista, mientras juegan sus cotidianas partidas de mus sueñan con matar al general Franco. Hasta que un día alguien les propone llevar esos sueños a la realidad. Pero la realidad va a resultar ser muy diferente a esos sueños, ya que quien es asesinado es, precisamente, el hombre elegido para acabar con el dictador.
Personajes: Anselmo Vela, policía recién llegado a Bilbao desde su pueblo vallisoletano, lector de poesía, tímido y reconcentrado, al que no le gusta el ambiente de violencia que en su comisaría mantienen sus compañeros Liborio y Rober, policías de la vieja escuela partidarios de resolver los casos “repartiendo hostias”, Ernesto Acevedo, el hombre designado para matar a Franco, antiguo combatiente republicano, de ideología difusamente comunista y gran bebedor, acostumbrado a pasar por la comisaría en calidad de detenido, El Dandy, amigo de Ernesto, aficionado a la poesía y amante de una prostituta a la que le recita versos de Machado, El Púrpura, otro de los contertulios de Ernesto, que a su condición de anarquista une la de homosexual, lo que no hace su vida precisamente más fácil, Emiliano, joven anarquista, promotor del asesinato de Franco, aunque se considera más un pensador que un hombre de acción, Aurora, pareja de Emiliano, entusiasta e idealista, Andrade, jefe de Anselmo Vela, que pese a su condición de comisario de policía en pleno régimen franquista siente cierto afecto por Ernesto Acevedo y su grupo de conspiradores.
Aspectos a Destacar: La descripción de una época (los años 60 del siglo pasado) y una ciudad (Bilbao) sumidas en un ambiente asfixiante y una fuerte represión política que, sin embargo, no había conseguido su objetivo de doblegar del todo los sueños e ilusiones de sus ciudadanos.
La Frase: Sabía euskera, pero no lo hablaba. Alguna vez lo utilizaba con su tía, pero solo cuando pensaban que nadie les oía. El euskera estaba mal visto. La represión del franquismo no solo había infundido miedo sino que había conseguido inocular la idea de que era un idioma inculto, hablado por bárbaros para asuntos bárbaros. El miedo al subdesarrollo era equivalente al miedo a las consecuencias de su uso y en las aldeas el mensaje había calado con fuerza.

sábado, 19 de enero de 2019

FUNERARIA EN BROOKLYN BUSCA MUERTO (TXEMI PARRA)


Tórrido verano del 2016, Brooklyn. Pier Luigi Zunzunegui, agente de seguridad en la funeraria Catanzaro, descubre que el cadáver de Rogelio von Pipenton ha desaparecido en extrañas circunstancias. Sobre su cajón fúnebre reposa una bandera nazi.
Pier Luigi, junto a su socio Walter Porfirio Cortés, comienzan una investigación que les llevará a un frenético viaje donde recorrerán los rincones más dispares de Brooklyn, a bordo de una moto sidecar vintage.
El oscuro pasado de los Catanzaro, sus relaciones comerciales con los mataderos Kosher de la comunidad judía, el enfrentamiento con la funeraria rival de los argentinos Bordellini, la Gestapo y el oro de Canfranc, la conexión rusa de Brighton Beach y por último la excéntrica viuda Pereira, una gallega con poderes adivinatorios, complicarán la investigación y harán que suba la temperatura en un agosto ya de por sí caldeado con las elecciones presidenciales entre Hillary y Trump a la vuelta de la esquina.

Segunda novela del monologuista, guionista vasco y athleticzale (es decir, seguidor del mejor equipo de fútbol del mundo, el Athletic de Bilbao) afincado en Nueva York, Txemi Parra, en la que reaparece Pier Luigi Zunzunegui, protagonista de su primera novela, Los muertos no comen yogures. Prologada por Julen Guerrero.

miércoles, 9 de enero de 2019

LAS MANOS DE MI MADRE (KARMELE JAIO)


LA NOVELA: Nerea tiene cerca de cuarenta años, un trabajo que en ocasiones ama y en otras le estresa, un marido estupendo y una hija maravillosa de los que no disfruta tanto como quisiera. Y también una historia que quisiera arrancarla de su memoria, la de su madre, que rememorará mientras la cuida en un hospital.

LA AUTORA: Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco ha trabajado como periodista y columnista en varios medios escritos (Egunkaria, Gara, Noticias de Álava o Deia, entre otros) y ha sido responsable de comunicación de la Fundación Euskalgintza Elkarrekin, siendo en la actualidad responsable de comunicación de Emakunde (Emakumearen Euskal Erakunde/Instituto Vasco de la Mujer).
El año 2004 publicó su primer libro en solitario, la colección de relatos Hamabost zauri y ese mismo ganó el VII Premio Igartza con el proyecto de escritura de la novela Amaren eskuak (Las manos de mi madre), que se publicó en el 2006 y recibió los premios Euskadi de Plata y Zazpi Kale.
Desde entonces ha publicado, entre otras obras, Zu bezain ahul, Musika airean y Ez naiz ni, ganando varios premios y siendo traducida a otros idiomas.



lunes, 7 de enero de 2019

FICHERO DE NOVELAS NEGRAS: 690.-LA IMPOSTORA (ELENA FERNÁNDEZ)

Título: LA IMPOSTORA
Autora: ELENA FERNÁNDEZ
Editorial: EDICIÓN DE LA AUTORA.
Trama: Edurne, la arqueóloga que estuvo a punto de morir a manos de un psicópata en la anterior obra de Elena Fernández, “Cerezas amargas”, se reincorpora a su trabajo en el museo, lo que le permitirá acceder a una cueva de la localidad de Dima y también, pese a sus inseguridades, que hacen que ella misma se considere una “impostora”, a participar en un importante congreso internacional. Pero la aparición de una mujer brutalmente asesinada, en circunstancias muy similares a otra ocurrida hace ya dos siglos y medio hará que vuelvan sus miedos y deba enfrentarse a lo que podría ser un asesino en serie.
Personajes: Edurne, arqueóloga que pese a ser una buena profesional está llena de recelos y temores sobre su propia capacidad, Maider, amiga y compañera de Edurne, que la apoya al cien por cien, Txaro, amiga de Edurne residente en un caserío cuya madre, aquejada de demencia senil, aún cree en los seres de la antigua mitología vasca, Idoia, hermana de Edurne, siempre dispuesta a embarcarse en proyectos de lo más diferentes y con tendencia a salir con hombres mayores que ella, Ander, fiel amigo de Edurne, introvertido y tranquilo, Xabier, otro amigo de Edurne, regente de un caserío en Barakaldo.
Aspectos a Destacar: La inmersión en la personalidad de Edurne, la protagonista, que pese a sus miedos y vacilaciones es capaz de coger las riendas de su vida y enfrentarse a una situación en la que su propia existencia puede estar en peligro. Todo ello dentro de una historia en la que las diferentes piezas encajan como un puzzle perfectamente construido.
La Frase: A juzgar por los detalles publicados, los indicios apuntan en varias direcciones. La investigación determinará cuál ofrece mayor credibilidad, aunque la difundida en los diarios nos resulte cómoda de asumir. La nacionalidad de la víctima, ajena a nuestra cotidianidad, nos permite una distancia al margen del dolor. Y la existencia de traficantes, un grupo fácil de odiar, nos libra de responsabilidad al respecto. ¡Así de fácil!

viernes, 21 de diciembre de 2018

FICHERO DE NOVELAS NEGRAS: 689.-TRAICIÓN (WALTER MOSLEY)

Título: TRAICIÓN
Título original: DOWN THE RIVER UNTO THE SEA
Autor: WALTER MOSLEY
Editorial: RBA
Trama: Un detective, antiguo agente de policía, recibe una carta en la que le confiesan que su expulsión del cuerpo policial se debió a una trampa que hurdieron contra él. Simultáneamente, la abogada de un periodista y activista radical afroamericano, condenado a muerte por el asesinato de otros dos agentes de policía, recurre a él para que demuestre cómo su cliente también está condenado a causa de una trampa. Ambos casos obligarán al detective a enfrentarse no sólo a enemigos pderosos sino, sobre todo, a su pasado.
Personajes: Joe King Oliver, antiguo inspector de raza negra que fue expulsado de la policía tras serle tendida una trampa y que sobrevive trabajando como detective, Aja-Denise, hija adolescente de Oliver, muy unida a él pese a los esfuerzos en contra de su madre, tan moderna como sensata, Gladston Palmer, policía y amigo de Oliver, el único que no le volvió la espalda cuando fue expulsado del cuerpo, Melquarth Frost, delincuente de grandes y sorprendentes cualidades, que se siente en deuda con Oliver por unos hechos ocurridos en el pasado, Willa Portman, abogada del periodista afroamericano condenado a muerte, que se siente unida a él por algo más allá de la mera relación laboral.
Aspectos a Destacar: Con esta obra, ganadora del Premio Internacional de Novela Negra RBA 2018, Mosley inicia una nueva serie ambientada en la época actual, sin relación ninguna, por tanto, con la que tantos éxitos cosechó con Easy Rawlins, situada en los años 50 del pasado siglo, por lo que ha primado en ella más la presentación de sus personajes, fuertemente caracterizados, que la elaboración de las tramas que confluyen en la misma.
La Frase: Yo era un poli bueno. Uno de esos agentes que tenía más paciencia que un santo y que sólo perdía los nervios cuando algún sospechoso lo amenazaba físicamente. Y ni siquiera en esa situación disfrutaba pegándole después de haberlo reducido y esposado.

lunes, 17 de diciembre de 2018

RELATOS DE LOS LUNES NEGROS: SOLO Y LIBRE


En realidad este no es un relato de género negro, se mire por donde se mire. Pero me apetecía incorporarlo a esta serie que estoy publicando a través del blog, porque hace ya más de veinte años, concretamente en 1996, gané con él el XV Certamen de Cuentos Villa de Lodosa.
La verdad es que, tras darle un repaso, me parece que es un relato un tanto ingenuo, y seguramente de escribirlo en la actualidad, en caso de que deseara escribir algo de ese tipo, cambiaría muchas cosas, pero he decidido no mantenerlo como estaba. Soy partidario de revisar y corregir lo escrito hasta la extenuación, pero cuando algo ha sido ya publicado o, como en este caso, fijado, no me parece correcto hacerlo. Respetando, por supuesto, la opinión contraria.
En fin, aquí tenéis la historia de un tipo sencillo que, un buen día, se encontró



SOLO Y LIBRE



Cuando vi cómo se cerraba la puerta de mi domicilio comprendí que por fin estaba solo y libre. Una libertad y soledad precarias, que durarían tan sólo siete días, pero que eran suficientes por el momento. Además no estaba seguro de desear que esa situación durara mucho más, pero transitoriamente lo necesitaba, vaya que si lo necesitaba.
Era la primera vez en nueve años de matrimonio que me separaba de mi mujer y mis hijos. Parece fuerte decirlo, pero es la verdad. Sin embargo hasta hacía muy poco tiempo, dos, tal vez tres semanas, no había empezado a sentirme agobiado, oprimido por esa situación. Necesitaba hacer algo al respecto y hacerlo pronto porque en caso contrario temía que algún resorte en mi interior saltara y estropeara definitivamente la maquinaria. Gracias a eso que algunos llaman azar y otros destino, un asunto urgente había obligado a mi mujer a desplazarse, junto con nuestros tres vástagos, a una ciudad situada a trescientos kilómetros de la nuestra. Por motivos laborales me había resultado imposible acompañarla y, de repente, me había encontrado solo, dueño y señor del castillo que, según el dicho inglés, es la casa propia.
Me tumbé en el sofá y me dispuse a escuchar música. Por fin las Valquirias de Wagner iban a resonar en mis oídos con toda la fuerza de que eran capaces, sin necesidad de soportar las continuas admoniciones sobre lo poco conveniente que para los niños era poner ese tipo de música tan fuerte y dura, “sería mucho mejor que pusieras algo suave, que despertara su sensibilidad”, me decía siempre, y claro, lo que acababa por escucharse a través del equipo de música solía ser Richard Clayderman o Julio Iglesias. Cuando la música wagneriana, conducida por Herbert Von Karajan, llegó a su cumbre toda mi alma se sintió pletórica y satisfecha, como si me hubiera transformado en un hombre nuevo. Apagué el tocadiscos y decidí dar una vuelta. Me apetecía tomarme unas copas en compañía de algunos amigos. Estábamos en primavera y, tras el cambio horario, la luz del día se había alargado hasta cerca de las nueve de la noche, invitando a salir, a pasear, a vivir en suma.
Estuve colgado más de media hora del teléfono, pero todo fue en vano. Yo era un hombre casado y bien casado, y eso se notaba. La inmensa mayoría de mis viejos amigos estaban también casados y tan sólo recibía de ellos invitaciones para ir a cenar con la pareja, pobre Manolo, tienes que sentirte muy solo, no te quedes en casa, hombre, ven a cenar con nosotros y los niños, me decían. Todo un planazo. Para eso no necesitaba ser libre, para eso prefería cenar con mi mujer y mis niños aunque, como persona educada que soy, me callaba esos pensamientos. Los demás, los solteros, o bien tenían planes propios, “lo siento, chico, pero ya he quedado, si me hubieras avisado con tiempo…, pero como nos vemos cada tres meses más o menos, no había pensado en ti”, comentaban en lo que incluso parecía ser un velado reproche, o bien me proponían la realización de actividades, “estupendo chaval, me alegra que me llames porque tenía pensado salir este fin de semana para hacer rafting y me había quedado sin acompañante”, para las que no me sentía ni anímica ni físicamente preparado. Estaba claro que, después de nueve años de matrimonio, la vida de todos había cambiado y no se podía echar marcha atrás.
Me removí inquieto en el sofá. Era una situación absurda, apenas hacía dos horas que me había quedado solo y ya empezaba a pensar que la libertad me agobiaba. No podía aceptarlo, tenía que demostrarme a mí mismo que era digno de administrar esa pequeña parcela de autonomía que la providencia me había concedido. Paseando mi extraviada mirada por el salón me fijé en la televisión, esa parte del mobiliario tan denostada por todo el mundo de puertas hacia fuera, pero que en la intimidad de nuestro hogar utilizamos las veinticuatro horas del día. Me levanté del sofá y acudí presto a encenderla, con la autoconfianza y orgullo que me proporcionaba el ser, por unos días, el dueño absoluto del mando a distancia. Me acerqué hasta el frigorífico y saqué de su interior una lata de cerveza bien fría. Tiré de la anilla y bebí directamente un trago de la lata, sin escanciarla previamente en un vaso, sin miedo a dar mal ejemplo a los niños, “luego quieren hacer lo mismo que tú y beben directamente de la botella o de la lata, así que aprende a usar el vaso si no quieres que tus hijos salgan tan mal educados como has salido tú”, solía escuchar cada vez que intentaba hacer algo similar. Con una sonrisa de oreja a oreja volví al salón y me tumbé en el sofá todo lo largo que era. Sólo me faltaba la gorrita de béisbol para parecerme a esos personajes que salen en las películas americanas, desaliñados y tripudos, que beben compulsivamente cerveza mientras ven en televisión la final del campeonato de baloncesto de la Costa Este. Volví a darle otro trago a la lata y noté, con satisfacción, cómo parte del rubio líquido se me desbordaba por la barbilla, manchando la camiseta, sucia por supuesto, que llevaba puesta.
Empuñé el mando a distancia con el mismo brío que un caballero de la mesa redonda su lanza, pero del mismo modo que Sir Galahad no encontró el Santo Grial yo no encontré nada digno de verse. Culebrones y más culebrones solo sustituidos, a veces, por interesantes debates sobre el cuidado de los lactantes. Nada de deportes. No entendía lo que pasaba, Elena siempre se estaba quejando de que en la televisión no daban más que fútbol y baloncesto, “y cuando acaba la temporada empiezan el ciclismo o las olimpíadas u otras bobadas de ese tipo”, finalizaba indignada, pero ese día el deporte había desaparecido del panorama televisivo nacional. Recordé que tenía grabado el partido que había jugado mi equipo el sábado anterior y que no pude verlo en directo, “¿cómo vamos a dejar de ir a cenar con Tere y Gorka, por un partido?, hemos quedado con ellos hace tres semanas, no me parece lógico ni normal dejarlo todo por ver a once tíos correr detrás de un balón”, me había dicho mi media naranja sin darme ninguna opción. El hecho de que a Gorka también le gustara el fútbol era intrascendente, “si por vosotros fuera estaríais todo el día en casa viendo la televisión, menos mal que estamos nosotras para haceros salir, si no os ibais a momificar”.
Feliz y contento me puse a ver el partido, pero no me era posible sacarle gusto. Conocía el resultado y eso le quitaba algo extremadamente importante, la emoción. Con la finalidad de sacarle algo más de jugo utilicé el mando para rebobinar algunas jugadas comprobando que, como había dicho la prensa, el penalti que habían pitado contra mi equipo era totalmente injusto, pero ni siquiera eso me excitó. ¿Cómo se puede insultar a un árbitro en diferido? No tiene ningún aliciente, como no lo tenía tampoco el saber que no iba a aparecer de repente Elena amenazándome con apagar la televisión si no me tranquilizaba y dejaba de usar ese lenguaje, “que luego los niños lo repiten en la calle y yo me muero de vergüenza”.
Con la televisión fuera de servicio decidí llegada la hora de cultivar mi espíritu y leer aquella novela que había comprado hacía cuatro meses. Me acerqué a la estantería y cogí el volumen. Hasta ese momento no me había dado cuenta de lo voluminoso que era. Ciento veinte páginas para alguien acostumbrado a leer tan sólo las páginas deportivas de los periódicos era una empresa que podía calificarse de ciclópea sin la más mínima exageración y tal vez por eso no conseguí pasar de la quinta línea, aunque no por ello me desanimé. Lo había intentado, y eso es lo que vale para un espíritu inquieto y culto como el mío.
Intentando salir del marasmo en el que me había sumergido decidí salir a la calle. Al fin y al cabo era una persona adulta y no necesitaba compañía para ir a tomar unas copas. Recordé ese viejo refrán que dice que el buey solo bien se lame y volví a relamerme de gusto pensando en ejercer mi libertad.
Mi gran error fue ir a tomar la primera copa a una cafetería en la que me conocían y a la que siempre acudía acompañado por Elena. El camarero, solícito, me preguntó por ella y mostró su extrañeza al verme solo. Tras las pertinentes explicaciones para dejarle tranquilo --lo que me faltaba, tener que justificar ante un camarero el motivo de que estuviera tomando a solas una simple cerveza-- apuré mi bebida y salí del local como alma que lleva el diablo. Escaldado por la experiencia decidí entrar en un bar en el que no era conocido. Me senté en un taburete, junto a la barra, y pedí otra cerveza. Afortunadamente el camarero que me atendió no tenía ganas de cháchara así que me dediqué a escuchar los boleros que surgían del hilo musical y a ver cómo en una televisión a la que se había desconectado el sonido los miembros del gobierno y de la oposición gesticulaban sin parar. Por fin me sentía feliz y, casi sin darme cuenta, volví a pedir otra cerveza ya que había acabado la que tenía en la jarra con tan sólo dos tragos. Comprobé con extrañeza que apenas habían transcurrido dos minutos desde que había aposentado mis carnes en el taburete del bar. Habitualmente, cuando estoy acompañado, una cerveza me dura mucho más tiempo, pero ahora me la había liquidado en apenas un minuto. A ese ritmo no podía seguir. Estaba claro que la soledad aceleraba mis acciones y que eso no era la solución, ya que o bien acababa borracho perdido o debería volver a casa al de diez minutos, después de haber bebido en ese tiempo lo que habitualmente tardo en consumir dos o tres horas. Pagué la segunda cerveza y salí a la calle un tanto desesperanzado, pero la luminosidad de la tarde primaveral volvió a darme ánimos. No tenía por qué desfallecer ni rendirme a las primeras de cambio. Había decidido disfrutar de mi libertad y lo haría, aunque para ello tuviera que hundirse el universo entero.
Parecía mentira, pero hasta ese instante no se me había ocurrido practicar el deporte más barato y asequible del mundo, el paseo. Caminaría por mi ciudad con tranquilidad, recreándome en los rincones más conocidos y asombrándome ante los inéditos. Vigilaría, cual capataz inmisericorde, las obras que pululaban por todo el centro urbano y criticaría, en su caso, los estragos que la desidia municipal había producido. Incluso ayudaría a cruzar los pasos de cebra a las ancianas y a los invidentes ya que aunque no lo recordaba con total seguridad, suponía que en mi ciudad había ancianas e invidentes. Con ánimo resuelto y sin un destino preconcebido empecé a caminar, aleatoriamente, sin rumbo fijo, pero mis pies, tal vez guiados por mi subconsciente, me encaminaban de todas todas a mis lugares de siempre, a los que solía recorrer con Elena y los niños o con los amigos y compañeros de trabajo. Varias veces intenté reconducir mi itinerario, pero en vano, siempre volvía a los mismos sitios, como si una fuerza superior contra la que nada podía hacerse manejara, como un dictador inexorable, mi vida.
Viendo que era incapaz de tomar una copa con tranquilidad ni de pasear a solas sin acelerarme recalé en una galería de arte. Hacía años que no penetraba en el interior de ninguna y creí llegado el momento de recuperar mi antigua afición por la pintura. Mi ciudad, según tengo entendido por la lectura habitual de los periódicos, es pródiga en ese tipo de locales lo cual me llena de legítimo orgullo y supuse que no me haría ningún daño entrar en aquella e imbuirme del espíritu del arte contemporáneo.
Nada más entrar empecé a arrepentirme. Era la única persona que había en el interior de la galería, si exceptuamos a la mujer que a la entrada me dio un catálogo sobre la exposición y el artista. Según iba posando los ojos sobre los lienzos sentía sobre mi nuca la mirada taladradora de aquella mujer. Unas gotas de sudor empezaron a deslizarse por mi frente. Posiblemente la señora, tal vez la galerista o una empleada, era una buena mujer que mataba su aburrimiento escudriñando sin maldad al único visitante de la exposición, pero a ese único visitante tal interés le creaba una agobiante sensación de incomodidad. No sabía muy bien cómo actuar. A veces me paraba delante de un cuadro y me quedaba unos minutos observándolo fijamente, convencido de que eso es lo que se esperaba de mí, otras veces posaba someramente mi mirada sobre un lienzo con la aguda expresión de quien, hábil conocedor, considera que no merece la pena detenerse en la contemplación de tamaña birria e incluso un par de veces hice un pequeño comentario sobre la luminosidad del cuadro y la mezcla de los colores.
Salí de la galería lo antes que pude, convencido de que la mujer de la entrada pensaba que yo no era sino un fatuo ignorante que quería dárselas de listo. Sumido en este lúgubre pensamiento no sé cómo ni de qué manera me vi dentro de un videoclub cercano a mi domicilio. Aunque sigo pensando que no entré allí usando de mi libre albedrío decidí llevarme una película a casa para ocupar, de ese modo, al menos dos horas de mi tiempo. Miré el reloj y me reafirmé en mi idea. Vería la película, cenaría y a la cama. Así habría pasado mi primera tarde libre de un modo entretenido y no tendría que estrujarme más las meninges para ocupar el tiempo. Recorrí todo el videoclub en busca de una película cuyas imágenes me abrieran a nuevos mundos, cuyos pensamientos elevaran los míos y cuya calidad fuera proporcional a las dosis de aburrimiento que producían y, de repente, me vi situado enfrente de una estantería repleta de películas clasificadas X, o lo que es lo mismo, de películas pornográficas. Nunca había visto ninguna, pese a mi edad, ya que a Elena no le gustaban esas guarradas, como las calificaba despectiva y, tal vez, atinadamente, y debo admitir que en líneas generales estaba de acuerdo con ella. No creo que ese tipo de producciones cinematográficas aporten gran cosa al desarrollo cultural y moral de la sociedad, pero por otra parte, ¿qué hay de malo en acceder, por mera curiosidad y sin otro ánimo que el de ensanchar los horizontes no encerrándose en lo trillado, a una de esas películas? No se debe criticar lo que no se ha visto, por eso, imbuido con un espíritu exclusivamente didáctico y de tolerancia, creí llegado el momento de alquilar una de esas películas.
No sabía cuál escoger debido a mi inicial ignorancia del tema. Los actores y actrices que aparecían en la carátula eran para mí totalmente desconocidos, aunque suponía que jamás habían ganado un óscar, y en cuanto a las sinopsis argumentales sólo variaban en las medidas de diversos tipos que atribuían a los artistas. Decidido a acabar cuanto antes escogí una cuyo título denotaba, al menos, cierta inspiración poética: Feliciana la lesbiana y Pascual el homosexual montan una bacanal. Podía haber sido peor o eso pensaba, por lo menos, en aquellos instantes.
Con mi trofeo escondido bajo el brazo me dirigí hacia el mostrador, pero antes de llegar frené en seco. Una vecina se encontraba allí alquilando también algunas películas. Miré hacia otro lado intentando ocultarme y lo conseguí, pero para cuando me quedé solo había cogido ya otras tres películas, dos de ellas de dibujos animados. Aun así creo que el dependiente fue un tanto irónico al decir que mis hijos disfrutarían seguramente con mi elección.
Mientras regresaba a mi domicilio deseé fervientemente que hubiera regresado la moda del siglo XVIII, ¿o era del XVII?, para poder ir embozado en el interior de una capa y que nadie me reconociera, ya que mis amistades son muy dadas a averiguar mis gustos cinematográficos, pero afortunadamente debe haber algún ángel de la guarda especial para pornógrafos novatos y conseguí llegar a casa sin ningún nuevo contratiempo. Decidido a disfrutar plenamente de mi comprometedora adquisición me serví un generoso gin-tónic y me repantigué cuan largo soy en el sofá antes de apretar el botón del play. La película, según venía impreso en la carátula, duraba alrededor de los setenta minutos, pero yo no consumí viéndola más de quince. Vista una escena vistas todas, pensé para mis adentros. Eso sí, en esos quince minutos fui espectador de todo un cúmulo de posturas y posibilidades para hacer el amor, alguna de ellas desconocida por mí después de nueve años de casado. Quizás ése fuera el auténtico problema, tal vez mis nueve años de casado me habían convertido en un inútil incapaz de disfrutar de la libertad. Rechacé de plano esa idea, yo era una persona adulta y con recursos, además mi vida en pareja era feliz y satisfactoria, yo era un hombre al que le gustaba la vida familiar. ¿Por qué entonces sentía esa desagradable desazón?
No me quedó más remedio que entregarme a profundas reflexiones. No se trata de que me pareciera el mejor método de disfrutar de mi circunstancial y recién adquirida libertad, pero muchas veces no controlamos nosotros nuestra vida sino que es ésta la que nos lleva por donde quiere, en el supuesto de que tenga voluntad propia, lo que es mucho suponer. El caso es que, disquisiciones filosóficas aparte, me encontré de repente tumbado en el sofá, con otro gin-tónic en la mano, pasando revista a mi vida en común con Elena.
El balance era satisfactorio, lo digo como lo siento, pero en un ejercicio de sinceridad me di cuenta de que en nuestra vida había una importante carencia, nuestra vida sexual. Es posible que si no hubiera alquilado y visto aquel vídeo pornográfico no me hubiera puesto a recapitular sobre ese aspecto de mi matrimonio, pero la cosa no tenía ya remedio, estaba claro que había un mundo mucho más sugerente que el que conocíamos Elena y yo.
Entiéndanme, no soy un obseso sexual ni nada de eso, soy una persona normal a la que le gusta disfrutar de la vida de un modo normal, sin meterse con nadie ni hacer cosas extrañas. Y no es que Elena sea muy diferente, lo que ocurre es que con el transcurso de los años la situación fue cambiando. Los dos primeros años fueron una perpetua luna de miel, luego vinieron los hijos, el cambio de domicilio con su consiguiente endeudamiento económico, los colegios, en fin, ese cúmulo de circunstancias que tal vez den sabor a la existencia, pero que acaban agobiándote por todos los lados y que hacen que tu vida cambie. Poco a poco Elena fue disminuyendo su interés por el sexo, manteniéndose últimamente en los límites de quien sin haber hecho voto de castidad podría llegar a dar ese paso sin que le supusiera un gran esfuerzo. La cosa, además, no tenía remedio. Si ya de joven era más bien conservadora en ese aspecto, en estos momentos la situación no tenía cariz de poder reconducirse con facilidad. Recuerdo que una vez le propuse acudir a donde un psicólogo o sexólogo y me respondió, toda ofendida, que ella no estaba loca y que en todo caso quizás fuera yo el que necesitara ir a un médico, por obseso y egoísta. Después de aquello decidí no replantear nunca más el tema y adaptarme a la situación de carencia que se me presentaba. Al fin y al cabo seguía queriendo a Elena y si ponía en una balanza lo positivo y lo negativo, pesaba mucho más lo positivo. Pero, a pesar de ello, tal vez acuciado por la soledad y por la visión de aquella película no apta para menores, me acababa de dar cuenta de que necesitaba llenar ese vacío que había en mi vida, el problema era cómo llenarlo.
Con Elena, desgraciadamente, no se podía contar para solucionarlo y, sin embargo, algo me impelía a hacer frente a esa situación. Con el cuarto gin-tónic que me tomé vi por fin la luz. Si Elena me lo negaba no me quedaba más remedio que tomarlo en otro sitio. No se trataba de engañarla o serle infiel, yo seguía queriéndola y deseaba que mi matrimonio continuara, era una simple cuestión de supervivencia. En realidad había una gran similitud con el caso del marido que no puede comer en casa. O come fuera de ella o se muere de hambre. Así era lo mío, o me lo montaba con otras mujeres o se había acabado, para siempre, mi vida sexual.
Reafirmado en esta idea y eufórico gracias a mis generosas libaciones alcohólicas decidí pasar del pensamiento a la acción. Al fin y al cabo estaba solo y libre y si no agarraba en ese momento el toro por los cuernos nunca jamás podría hacerlo. Una vez asumida la teoría tenía que pasar a la práctica, pero dar ese paso no era nada sencillo. De hecho, era bastante peliagudo. Uno no consigue solucionar sus problemas eróticos con un simple chasquido de dedos. Ligar es un proceso a menudo lento y, además, yo llevaba bastantes años desentrenado. Por otra parte, si lo pensaba fríamente, no me convenía para nada liarme con otra mujer de un modo estable. Eso podría acabar poniendo mi matrimonio y mi vida familiar en peligro y si algo estimaba en la vida eran precisamente esas dos cosas. Sumido en estos negros pensamientos comprendí que las cosas no eran nada fáciles para quienes nos consideramos buenos maridos y padres ejemplares. No obstante, totalmente decidido a conseguir la cuadratura del círculo, me serví un nuevo combinado de tónica y ginebra, esta vez recargando la mano en la ginebra, con la esperanza de que de ese modo viniera más fácil la inspiración. Y vino, por supuesto que vino.
Había tenido la solución delante de mis narices y la había desechado. Cuando pensaba que no se pueden solucionar los problemas sexuales con un simple chasquido de dedos estaba equivocado. Ése era, en efecto, el modo de arreglarlos. No precisamente con un chasquido de dedos, sino usándolos para hacer una llamada telefónica. Cogí el periódico que había dejado tirado sobre la moqueta y lo abrí por las páginas dedicadas a los anuncios. Allí encontraría lo que necesitaba, me dije, mientras leía pausadamente en la sección epigrafiada "relax" de un modo eufemístico alguno de sus reclamos publicitarios: Sonia, treinta años, cariñosa, complaciente, no te arrepentirás. Gladys, filipina, veinticinco años, tierna y sensual, admite Visa. Soraya, mulata, pechos insinuantes, exóticas caderas, largo y sedoso cabello negro, todo tipo de prestaciones, si pruebas repetirás. Seguí leyendo hasta acabar las cinco columnas repletas de anuncios de ese jaez. ¡Qué razón tenía aquel profesor de Literatura que me recomendaba que leyera mucho más! Gracias a su sabio consejo iba a ser capaz de solucionar mis problemas. Lo único que tenía que hacer era elegir una de las chicas que se anunciaban en esas páginas y llamarla por teléfono. Tras mucho pensarlo opté por Soraya, la mulata, posiblemente influenciado por los sugerentes anuncios televisivos de viajes al Caribe. Estaba disponible y me aseguró que en menos de media hora aparecería por mi domicilio.
Aunque media hora no es mucho tiempo esos treinta minutos se me hicieron eternos, pero por fin llegó el momento tan esperado. Cuando oí que el ascensor se posaba en nuestra planta acudí raudo a la puerta y oteé a través de la mirilla. No cabía ninguna duda, era ella. El anuncio del periódico no le hacía justicia, era todo eso y mucho más, parecía una diosa enviada a la Tierra para revolucionar el género masculino. Aunque no había nadie, aparentemente, que pudiera ver sus evoluciones, caminaba de un modo tan sensual que hubiera sido capaz de derretir el más frío bloque de hielo. Y se dirigía directamente a mi puerta. Me empezaron a entrar unos agobiantes calores y cierto músculo de mi cuerpo reaccionó de un modo un tanto violento. Estaba ya junto a la puerta de mi domicilio cuando giró hacia la derecha y tocó el timbre de la de mi vecino, un cincuentón huraño que vivía solo. Cuando mi vecino abrió la puerta se llevó una gran sorpresa, pero algo debieron decirse porque le vi sonreír --era la primera vez que le veía hacerlo-- y agarrándola por la cintura la introdujo en el interior de su domicilio, momento en que les perdí de vista.
Regresé al salón y me serví otro gin-tónic. Estaba temblando pero la bebida consiguió tranquilizarme. De todos modos comprendí que estaba en el buen camino. Había sido capaz de enfrentarme a mis problemas y hacerles frente. Ya nada volvería a ser igual, había dado el primer paso y nada ni nadie me haría retroceder. La próxima vez que estuviera solo y libre daría el segundo y definitivo paso. La próxima vez que estuviera solo y libre le daría a la chica mi auténtica dirección, no la de mi vecino, pensé con una beatífica sonrisa en los labios justo antes de dormirme como consecuencia del exceso de ginebra ingerida.



sábado, 15 de diciembre de 2018

FICHERO DE NOVELAS NEGRAS: 688.-TE VERÉ ESTA NOCHE (SUSANA RODRÍGUEZ LEZAUN)

Título: TE VERÉ ESTA NOCHE
Autora: SUSANA RODRÍGUEZ LEZAUN
Editorial: DEBOLSILLO
Trama: Cuando Raquel Gimeno se despierta en el interior del coche que la trasladaba a ella y su familia del pueblo de su madre a Pamplona, se enuentra sola. Su madre, su marido y sus dos hijos han desaparecido. ¿Qué les ha ocurrido? ¿Por qué ella, en cambio, no lo ha hecho? La policía deberá iniciar una carrera contra reloj para encontrar a los desaparecidos y, a ser posible, con vida. Todo ello mientras el inspector encargado del caso sufre un grave conflicto personal.
Personajes: David Vázquez, inspector de policía dedicado a su trabajo y también a su pareja, de la que está profundamente enamorado, Irene Ochoa, pareja sentimental de Vázquez, que fue maltratada por su primer marido y de la que se sospecha que lo asesinó, así como a otras personas para encubrir su crimen, que ha encontrado en David el refugio que necesitaba, Raquel Gimeno, la mujer cuya familia ha desaparecido, que llevaba una vida rutinaria dedicada sobre todo a sus hijos y a un empleo a tiempo parcial, Germán Labra, profesor de historia, al igual que el desaparecido marido de Raquel, colaborador eventual de la policía por su conocimiento de ciertos temas históricos, Fernando Aguilera, compañero y amigo de Raquel, aficionado a la poesía y la mecánica, Esther López de Aguerri, farmacéutica vitoriana que pertenece a la misma asociación dedicada al estudio de la historia que el hombre desaparecido con quien, al parecer, comparte algo más que dicha afición.
Aspectos a Destacar: Dentro de una narración intensa, en la que nada está fuera de lugar, la autora no duda en introducirnos en el interior de algo que no se suele retratar en exceso en la novela negra actual, salvo excepciones, como es el sufrimiento de las víctimas, sin sensiblerías, pero acercándonos a sus pensamientos y sentimientos.
La Frase: Todavía faltaban muchas horas para que amaneciera, pero entonces todo sería distinto. La luz suele tamizar las desilusiones y los miedos, ahuyenta las pesadillas, aclara las ideas y aleja las ganas de morir. La luz obliga a seguir adelante, al menos un día más.

martes, 11 de diciembre de 2018

EL ÁRBOL DE LAS HISTORIAS VIVAS (KATRIN PEREDA)


Una tormenta salvaje sorprende a cuatro peregrinos que realizan el camino de Santiago por Baztan y que, perdidos en un frondoso bosque, hallan refugio en la cabaña nada convencional de una mujer, Gorixeti, que arrastra un pasado misterioso.
Ella les desvelará la historia de Zuriko, un pueblo quemado por un peligroso grupo de personas.
Los peregrinos descubrirán que sobre Zuriko se cierne una profecía que condena a quienes de algún modo participan en ella.