jueves, 10 de diciembre de 2009

KIRMEN URIBE EN LA FERIA DE DURANGO

Artículo publicado en el periódico Noticias de Gipuzkoa el 7 de diciembre de 2009. Redactor: Ander Eguiluz

La Azoka de Durango no puede significar lo mismo para quien, por ejemplo, espera con ansia el nuevo DVD de su grupo favorito y para el último Premio Nacional de Narrativa. Me gustaría ser anónimo y tener tiempo para perderme entre los stands y toparme con cosas interesantes entre los libros descatalogados, dice, con cierta nostalgia, Kirmen Uribe, uno de los iconos de la literatura vasca. El ondarrutarra no ha traído consigo un nuevo título a la feria de este año pero, como él mismo dice, Bilbao-New York-Bilbao ha cogido la segunda ola. Y es que haber sido galardonado con el último Nacional de Narrativa es un espaldarazo para su debut en prosa.
La Azoka es un punto de encuentro muy positivo entre escritores y lectores, explica Uribe. Este año, de todas formas, la carpa de Ahotsenea ha sido la que ha reforzado más ese punto de unión entre creadores y consumidores: Lo más importante de Ahotsenea, reflexiona el escritor y poeta, es que sirve para que el creador presente y explique su trabajo; esa oportunidad para expresarte es esencial. Sin embargo, también opina que en los stands hay mucha relación entre el escritor y el lector; no es sólo comprar y vender.
La feria de Durango ha evolucionado con los años pero, ¿se ha perdido algo en el camino? ¿Falta algo aún?: Antes echaba en falta más actividades paralelas y la integración de otras culturas. Ese paso ya se ha dado y es muy enriquecedor".
Uribe no es amigo de imposiciones y cambios bruscos; una figura más que necesaria entre los euskaldunes, tan complicados a la hora de llegar a sinergias: Esta feria debemos cuidarla bien, es un icono. Los vascos somos muy dados a ir cada uno por su lado, pero si queremos existir en este mundo globalizado, debemos unirnos y construir sobre lo que tenemos. Somos una cultura pequeña, y el idioma debemos ponerlo a la altura del castellano y el francés, pero sin cambios bruscos.
A pesar de que Kirmen Uribe dedica libros cada dos por tres, también tiene pensado llevarse algo a casa: El nuevo disco de Ruper, una reedición de Lete y el de Itoiz, seguro. Entre los libros me gustaría comprarme una buena traducción al euskera y algún libro viejo, descatalogado. Quizá consiga escaparse para satisfacer un merecido capricho.

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