lunes, 17 de mayo de 2010

LOS HIJOS DE LAS TINIEBLAS (JOSÉ ANTONIO COTRINA)

LA NOVELA: La ciudad ya les ha demostrado lo cruel que puede ser, pero eso no va a detenerlos (www.elciclodelalunaroja.com).
No piensan rendirse. Ahora tienen la magia de su parte y ha llegado la hora de tomar la iniciativa. Van a explorar la ciudad. Van a arrancarle todos sus secretos. Y no habrá vampiro ni hechicero ni criatura alguna que los detenga.
Mientras tanto, un mal más antiguo que el propio reino despierta entre las ruinas.
Y la Luna Roja se acerca.

EL AUTOR: Nació en Vitoria-Gasteiz en 1972. Licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas, se consolidó como narrador tras ganar dos de los premios de ciencia ficción más importantes del panorama nacional, el UPC y el Alberto Magno, que consiguió en tres ocasiones. Entre otros galardones ha obtenido el premio Domingo Santos y el Ignotus de novela y de cuento. En Alfaguara Juvenil ha publicado hasta ahora La casa de la Colina Negra.

Artículo publicado en el periódico Noticias de Álavael 17 de mayo de 2010. Redactor: David Mangana.
Lleva viviendo cinco años en otro universo. En una "isla" repleta de misterios que está a punto de revelar. Porque él los crea. La segunda entrega de la trilogía El ciclo de la luna roja llega a las librerías. José Antonio Cotrina sigue "Lost... in narration".
La creación tiene pasajes curiosos. José Antonio Cotrina apura las últimas líneas de su trilogía El ciclo de la luna roja mientras las librerías reciben la segunda parte. Pero, claro, él ve todo como una gran novela fragmentada en tres. Y cultivada en cinco años, un lustro dedicado a este singular y poliédrico universo.
Por eso sabe que tiene que darlo todo en los últimos párrafos. Y a la vez ser frío. Los hilos han ido multiplicándose a medida que ha ido creciendo la historia. Aparecen 24 personajes, si no principales, sí con mucha relevancia en la historia. Y en la página tienen que encajar todas esas piezas que he ido desperdigando, explica Cotrina.
En la primera entrega, La cosecha de Samhein, nacían los nudos. Doce chavales aparecen, en circunstancias extrañas, en una ciudad en ruinas, llena de magia y peligros. Su objetivo: sobrevivir hasta que salga la luna roja. No saben exactamente qué es lo que ocurrirá entonces, pero tienen que mantenerse vivos. La cuestión es que en los anteriores treinta años todos han muerto.
Tras esta primera narración, que se desarrollaba en una semana, llega la hora de desvelar y marcar puntos de inflexión. La sinopsis recuerda un poco a la teleserie de la década, Lost. Sí, más o menos. El último capítulo que he visto lo he notado igual de bien, pero también un poquito precipitado, como si vieran ya el final. Y me he dicho ten cuidado, no te precipites. La referencia audiovisual siempre ha sido clave para José Antonio. Y ahora cuenta con una nueva influencia. Este año he visto la reacción de los lectores, cómo ha ido moviéndose el libro por Internet. Y de vez en cuando me llegan correos de gente a la que le ha encantado la novela, que me dice por qué has matado a este personaje, era mi favorito, he llorado. Es un feedback increíble.
La implicación es sorprendente. Algunos me mandan dibujos de los personajes. Yo tenía una idea mental de lo que había escrito y veo su interpretación. Puede que no se parezcan en nada, pero me parece válida y me emociona. También escriben relatos ambientados en los libros, y en el foro -www.rocavarancolia.es- han empezado incluso una partida de rol.
Pupilas jóvenes componen el grueso principal de lectores, y el año pasado Cotrina realizó incluso una tourné por colegios para hablar de su primera novela con Alfaguara, La casa de la colina negra. Había muchos interesados en la lectura, y en la escritura, y me chocó. Quizás somos muy dados a buscar siempre el punto negro de la juventud.
Una juventud que, crítica dixit, podría ser el leit motiv de su trilogía. Me han dicho que podría ser una metáfora sobre la maduración, recuerda, y de hecho la historia empieza desde un punto inocente, muy blanco, y se va oscureciendo; quería que fuera una especie de viaje hacia la oscuridad.
No es casual pues que esta segunda entrega lleve por título Los hijos de las tinieblas. Aquí eclosiona, todo es más negro; los chavales, en contacto con una ciudad oscura y perversa se van volviendo también oscuros, evolucionan, maduran a golpes. Muchos de ellos mueren y los misterios se van desvelando.
La salida de la luna pone fin a esta nueva remesa de páginas, donde la ciudad vuelve a mostrarse protagonista principal. Intento que los escenarios, la ambientación de las novelas, no sean sólo el lugar donde transcurre la acción, sino que tengan un peso, tanto o más que la historia y los personajes que se mueven en ella. Roles que son clichés que él vuelve a revelar. Me resulta chocante, ¡y soy el escritor!, ver cómo unos personajes que aparecieron de una manera al principio, cuando los encuentras al final de la segunda parte, parecen completamente diferentes. Tenía ganas de jugar con la evolución de los personajes. Los monstruos, por ejemplo, parecen los típicos de películas de terror clásicas. El hombre invisible, el vampiro, un fantasma, un muerto viviente. Pero esos monstruos que el lector recibe como algo que ya conoce van cambiando.
Para él llega el final. Para el lector aún queda un año -¿o menos?- de espera. José Antonio se tomará un descanso. Todo un lustro cohabitando otro universo lo merece. Tiene que salir su propia luna. Ya habrá tiempo para una segunda parte de La casa de la colina negra, para una "ambigua" historia realista, para cuentos y novelas -una cosa que tengo clara es que van a ser cortas, doscientas páginas estaría bien-. Y para empezar a pensar como volver a Rocavarancolia. Tengo ganas de acabar, pero también sé que, tarde o temprano, voy a seguir regresando a esta ciudad encantada a escribir historias sobre ella. Lost... in narration.

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