Artículo publicado en el suplemento Pérgola
del periódico municipal BILBAO. Redactor: Álex Oviedo.
En su novela anterior, Pájaros sin alas, José
Javier Abasolo recurría al antiguo ertzaina, metido a
detective, Mikel Goikoetxea, para resolver un caso. Abasolo se sintió “muy a gusto” con el personaje de Goiko, tanto
que “ya cuando estaba escribiendo la novela pensé que podría tener continuidad.
Casi sin darme cuenta comencé a idear el argumento de esta segunda entrega”. De
ahí surgió La luz muerta (Erein),
en la que el ex ertzaina se ve envuelto en la investigación de la muerte de una
joven periodista.
El escritor bilbaino había escrito ya
un relato “que no tenía nada que ver con Goiko pero que encajaba perfectamente en
la nueva novela”. Fue a partir de aquí cuando se preguntó si la historia de
Andoni Zubikarai –“un médico forense que se encuentra con el amor de su vida pero
que se da cuenta que cuando mejor funciona con su pareja es tras haber hecho
una autopsia”– podía unirse a la investigación de Goiko. “Son dos historias que
engarzan de una forma más o menos coherente”, una en primera persona, la de Goiko, y otra en
tercera, la de Zubikarai,
“un forense atípico, tímido y apocado”.
La unión de estas dos tramas le permite
a Abasolo llevar a los personajes de
las calles de Bilbao a las salas del Instituto Vasco de Medicina Legal, en dos
investigaciones que poco tienen que ver con los métodos de la policía de las
series americanas. “Estamos acostumbrados a unos procedimientos policiales que
no son iguales que los de aquí”, dice. Abasolo
juega con la ventaja de que su protagonista es un detective “que no se atiene
al cien por cien a las normas, me permito licencias, pero que no distorsionan demasiado
la realidad: no en vano escribo novelas, no reportajes. Me preocupa no escribir
algo inverosímil, pero lo que más me interesa es que la historia sea coherente”.
Se define a sí mismo como escritor de
novela negra, “no como una limitación sino como opción personal. No quiere
decir que si se me ocurre una historia de otro tipo no vaya a escribirla”. Y
aunque siempre le ha dado un poco de apuro decir que este tipo de novela está
de moda, “porque las modas pasan”, sí cree que el género “se ha ido
consolidando, ha habido un boom de la novela negra nórdica de la que
quedarán tres o cuatro autores muy buenos”. Lo que le gustaría es que en
Euskadi hubiera cada vez más escritores del género “porque para nosotros sería
positivo que se hablara de la novela negra vasca como marca. Hasta hace poco
era algo exótico que aquí se escribiera novela negra, pero cada vez hay más
autores”.
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