sábado, 10 de enero de 2015

EL AÑO DE LA HORTALIZA (JORGE URRETA)

Que te caiga de repente una herencia inesperada, gracias a la cual tú y tu familia podáis dejar de trabajar y dedicaros a la buena vida es algo extraordinario, por supuesto, pero hasta cierto punto banal. Y es que aunque desafortunadamente no ocurre a diario ni a todo el mundo, tampoco se trata de una situación que nos haga dudar del orden natural del universo.
Y que esa familia decida irse a vivir al campo, a una población rural, para poder dedicarse a cultivar legumbres en un huerto, tanto por afición como por pasar el tiempo dedicándose a una actividad agradable, placentera y no excesivamente dificultosa, parece acrecentar la banalidad de la historia; sin embargo, ahí es donde El año de la hortaliza, la novela de Jorge Urreta, deja de ser banal. Porque los productos de esa huerta, pese a que jamás debían haber crecido por la incapacidad manifiesta de sus nuevos y urbanitas dueños para cultivarla, resultan ser prácticamente milagrosos, capaces de curar cualquier enfermedad, incluso las que aquejan a los más desahuciados moribundos. Y así, de repente, sin alejarnos de un escenario cotidiano y aparentemente idílico, lo ordinario deja de serlo para entrar en la categoría de lo paranormal.
Lo malo es cuando hay gente interesada en que esa huerta siga produciendo legumbres y hortalizas a cualquier precio, incluso el de llevarse por delante, en caso de ser necesario, a quienes por motivos que no se deben desvelar en este artículo, pero que tienen una lógica aplastante, desean que esa huerta pierda sus facultades. Y aquí de nuevo, sin cambiar tampoco ni de ambiente ni de personajes, lo que parecía haber empezado como una narración costumbrista y banal que se había reconvertido en otra más fantástica o paranormal, da un nuevo giro de tuerca para convertirse en un thriller. Pero en un thriller bastante inquietante ya que sus protagonistas no son detectives con gabardina, policías de gesto endurecido o delincuentes decididos a enviar al otro barrio a quien haga falta con tal de conseguir su objetivo, sino gente como usted y como yo, abogados, agricultores, médicos o empresarios, que llevan una vida rutinaria con sus amistades, con sus familiares y amigos. Como usted y como yo vuelvo a insistir, pero que de repente demuestran que pueden tener un lado salvaje.
Y ahí estriban tanto el mérito del autor como el problema para el lector, ya que mientras éste puede estar tranquilo cuando el asesino de una novela es un psicópata que ha sufrido un grave trauma infantil, porque sabe que no entra en esa categoría, todos podemos identificarnos, en cambio, con una persona normal y corriente, que según sean las circunstancias puede incluso llegar a votar al PP o a Podemos, pero a la que nunca se le ocurriría matar a un semejante. ¿Nunca? ¿De verdad? De hacer caso a la novela la respuesta no es tan clara y ése, como ya he dicho, es un mérito del autor, que con una anécdota originariamente banal nos adentra en una historia que roza tanto lo negro como lo paranormal para obligarnos a pensar que quizás, en el fondo y llegado el caso, no seamos tan buenas personas como nos creemos.

2 comentarios:

  1. Gracias por la reseña y los elogios. Me alegro mucho de que te haya gustado

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  2. lo acabe de leer ayer...me ha encantado encontrar una historia donde se mezcla algo que yo siempre he escuchado, que las cenizas de los seres queridos aportan a la tierra muchas cosas magicas, la intriga de como llevar adelante una oportunidad que la vida les ha regalado, y el despertar en el otro lado para mantener una conversacion con el ser querido., Pura magia todoa la historia, el clasico libro que se debe leer dos veces para apreciarlo en calma, y no deprisa y corriendo como yo lo hice porque me podia la curiosidad de llegar al final.

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