lunes, 17 de julio de 2017

FICHERO DE NOVELAS NEGRAS: 612.-LA CAPITAL DEL MUNDO (GONZALO GARRIDO)


Título: LA CAPITAL DEL MUNDO

Autor: GONZALO GARRIDO

Editorial: ALREVÈS

Trama: El descubrimiento, en el interior de un edificio que se está derruyendo, del cadáver de quien, cuando es identificado, resulta ser uno de los científicos más importantes y significativos de Euskadi despertará las alarmas de las autoridades, que muy pronto dictaminarán que ha sido un suicidio. Pero su viuda no está conforme con ese veredicto y contratará a un detective para que investigue qué hay de cierto en ese suicidio o si por el contrario, como piensa ella, ha sido asesinado.

Personajes: Ricardo Malpartida, taxista reconvertido en detective, marido abandonado, padre descolocado y amante escéptico, pero persistente en su trabajo, su hija Andrea, adolescente conflictiva que sólo piensa en estar con su novio, y que posee habilidades informáticas, Lucía Barandiarán, esposa del científico asesinado, representante cualificada de la alta burguesía bilbaína, que aparentemente jamás pierde la compostura, Trajano, sindicalista de la Ertzaintza, amigo y colaborador de Malpartida, siempre que eso no le ponga en ningún aprieto, Idoia Barredo, agente de la Ertzaintza, decidida a llegar al fondo del asunto, no muy amiga de los detectives privados, Francisco, portero del edificio en el que Malpartida tiene su oficina, colaborador esporádico del detective, charlatán y capaz de tirar de la lengua a cualquier persona, Baroja, abogado de lo más bajo y rastrero de la sociedad, tanto que ha asimilado sus métodos, amigo de Malpartida.

Aspectos a Destacar: El autor nos lleva por una ciudad, Bilbao, la capital del mundo, en la que junto a sus luces hay también su buen catálogo de sombras, con una mirada no exenta de cariño, pero que no vacila a la hora de mostrarnos tanto sus carencias como la de sus habitantes.

La Frase: Necesitaba dinero, mucho dinero para poder pagar las deudas que se le iban acumulando en los últimos meses. El negocio de detective no marchaba bien. Los casos que llevaba apenas servían para cubrir los gastos básicos de una economía en declive. Debía pagar oficina, casa, comida y ropa con créditos que había contraído  con desigual fortuna para pagar, a su vez, oficina, casa comida, ropa; la misma oficina, casa, comida y ropa que estaría pagando hasta su jubilación, y que seguiría pagando tras su jubilación, gracias al sistema bancario y a la complicidad del Estado.

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