Últimamente le tengo a Goiko un tanto soliviantado. Incluso me amenazó con no venir a la presentación de UNA TUMBA EN JERUSALÉN el próximo viernes 9 en la Biblioteca de Bidebarrieta de Bilbao, con motivo de la Feria del Libro.
--Pues casi mejor --le he dicho--. Porque
tú, en ese tipo de actos, te sueles conducir como un elefante en una
cristalería.
De todos modos, como no entendía su
actitud, le he preguntado a qué se debía.
--A que me tienes marginado. En tus
últimas tres novelas, ASESINOS INOCENTES, EL JURAMENTO DE WHITECHAPEL y la que
vas a presentar este viernes, UNA TUMBA
EN JERUSALÉN, no aparezco.
--Hombre, es que en EL JURAMENTO DE
WHITECHAPEL y UNA TUMBA EN JERUSALÉN
no podías aparecer. Salvo que te hubiera hecho funcionario del “Ministerio del
Tiempo”.
--Muy gracioso lo tuyo. Pero, ¿qué me
dices de ASESINOS INOCENTES? ¿Eh? Esa transcurría en esta época, nuestra época.
--Sí, pero el protagonista era un
abogado corrupto.
--Un buen escritor habría sabido cómo
meterme en la novela.
Eso sí que me llegó al alma. Que un
personaje de ficción, que además era una creación mía, pusiera en duda mis
dotes de escritor, era inadmisible.
--No te me subleves que no tienes
razón –le contesté sin disimular mi enfado--. Además, fuiste tú quien no
quisiste aparecer en ASESINOS INOCENTES.
--¿Sí? ¿De verdad? Demuéstramelo –me dijo
en plan chulito.
--Ahora mismo.
Y aprovechando la ocasión que me daba
le leí el siguiente párrafo de ASESINOS INOCENTES:
“..en
pocos minutos iba a entrevistarme con el detective más caro de la ciudad. No
sólo iba a entrevistarme con él, sino a pagarle una buena comida en uno de los
mejores restaurantes de Bilbao, y eso sin contar con la minuta que seguramente
tendría que abonarle por sus servicios. Pero cuando busco un detective siempre
busco el mejor, y si nos olvidamos de Mikel Goikoetxea, un exertzaina más
conocido como Goiko al que todos consideran el número uno de su profesión en
Euskadi, pero cuyo carácter indisciplinado y la animadversión que suscitaba en
todo el estamento jurídico vasco me aconsejó no contratarle, independientemente
de que a algunos intermediarios les comentó, en su momento, que no trabajaría
jamás para alguien como yo, frase que no se la tomo en cuenta porque
seguramente debió proferirla en estado máximo de ebriedad, única forma de
explicar tan absurdo exabrupto, me llevó a contratar a un antiguo subcomisario
del Cuerpo Nacional de Policía”
--¿Con eso crees que tendría que
haberme conformado? ¿Ir de segundón, o como se dice en el cine, hacer un “cameo”
al servicio de un abogado indigno? Yo valgo mucho más que eso, por Dios, que
hasta el momento he sido el protagonista de cuatro de tus novelas: PÁJAROS SIN
ALAS, LA LUZ MUERTA, LA ÚLTIMA BATALLA y DEMASIADO RUIDO.
Lo que me faltaba, que se creyera una
vedette. En fin, he tenido que prometerle que volverá a ser protagonista en el
futuro de alguna de mis novelas. Pero eso sí, le he exigido que no venga el
próximo viernes (ya lo sabéis, en la Biblioteca de Bidebarrieta de Bilbao) a la
presentación de UNA TUMBA EN JERUSALÉN.
Cuanto más lejos lo tenga ese día, mejor para todos.
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