Artículo publicado en el DIARIO DE NAVARRA el 25 de mayo de 2010. Redacción: Ainhoa Piudo. Fotografía: Leire Morales.
Goiko es un antiguo ertzaina acusado de participar en una red de pederastas. Aunque logra salir absuelto de la grave acusación, decide pedir una excedencia para intentar lavar su imagen. Mientras tanto, trabaja como detective privado. Un día llega a sus manos el caso de la muerte de una mujer que todo el mundo considera accidental. Pero, en una novela negra, las cosas siempre son más complicadas de lo que parecen, explica su autor.
José Javier Abasolo (Bilbao, 1957) ha querido en "Pájaros sin alas" recuperar el tópico del detective solitario y rechazado. Licenciado en Derecho, trabaja para el Departamento de Empleo y Asuntos Sociales del Gobierno Vasco, y no se plantea convertir la escritura en su único oficio. No tengo mucha intención de adelgazar, bromea.
Pájaros sin alas.¿Tan enclaustrados viven los personajes de esta novela?
No. El título viene de la canción de Mikel Laboa, "Txoriak txori". En un momento dado, el protagonista está escuchando esa canción, y me parece que es un pasaje que ilustra mucho. Me pareció un título bueno, un poco como homenaje a Laboa, que falleció hace unos meses, y otro poco porque va con la historia. Hay una serie de personajes que han intentando ser libres, independientes, y alguien les ha cortado las alas.
¿Qué tiene Goiko de especial?
En otras novelas, creaba primero la trama y después veía qué personajes me convenían. En esta ocasión, primero me vino la imagen del detective y escribí la historia para él. Además, yo me he criado leyendo los clásicos del género: Dashiell Hammett, Raymond Chandler. En ellos está siempre el detective solitario, rechazado por la policía, alcohólico, divorciado... son tópicos que dan juego. Cuando yo empecé a escribir novela negra, quería huir de eso, crear estilos diferentes. Ahora ya, con mi novena novela, pensé que había llegado la hora de permitirme el lujo de utilizar esos tópicos, adaptándolos a la época y al país en el que vivo.
Elige Bilbao, su ciudad, como escenario. ¿Necesita conocer el terreno que van a habitar sus personajes?
A veces digo en broma que es por pereza, por vagancia, porque es mucho más cómodo que empezar a investigar cómo es Singapur, o Kuala Lumpur. A mí, como lector, siempre me han gustado las novelas en las que un autor nos muestra su ciudad, su país. De algún modo, intento hacer lo mismo desde el punto de vista contrario.
Ésta es su novena novela. ¿Le salen ya como rosquillas?
No. De pronto, tienes una idea que te ronda la cabeza, no sabes de dónde ha venido, y empiezas a escribirla. Algunas salen y otras no. Se ve que no son viables, o que no eres capaz. De pronto te das cuenta de que llevas 40 folios escritos de algo, y ahí puede haber una novela. En realidad, una historia la sacas siempre de la gente que conoces, de lo que nos rodea, lo que vemos en la prensa o en las calles. Yo nunca pongo eso de que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, porque sería ficción. Nada surge del vacío.
¿Ha tirado muchas historias a la papelera?
Sí, unas cuantas. También hay novelas que he escrito al cabo de mucho tiempo, cuando en su momento las había desechado. Incluso hay novelas que he empezado a escribir y luego he escrito de un modo muy diferente. Al final, de todo puedes sacar algo. Todo sirve.
¿No le surgen historias de otros géneros?
Cuando escribo novela negra no me limito. De momento, estoy contento con ello, y lo voy haciendo. Si algún día me surge una historia de otro género y me atrae, la escribiré también. Con "Antes de que todo se derrumbe", otra de mis obras, pensaba que había hecho algo distinto. Con ella gané un premio, el García Pavón, y el jurado la calificó como novela policiaca. Así que pensé: hasta cuando no quiero escribo novela negra. ¡Será mi destino!
Si se apellidara Larsson, ¿vendería muchos más ejemplares?
No creas, ya lo he pensado. Pero a estas alturas... ya no colaría.
¿Entiende el fenómeno que se ha creado alrededor de la trilogía Millenium?
No la he leído. Espero hacerlo algún día, pero el tiempo no da para todo. He leído a unos cuantos autores nórdicos, y sí merece la pena leerlos, tienen un valor. Además, creo que hay un componente un poco morboso, no por su parte, sino por la nuestra. Siempre los hemos tenido como ejemplo de estado social de derecho, de orden, justicia... y de pronto nos damos cuenta que hay problemas de racismo, de delincuencia... Y no digo que nos alegremos, pero hombre, un poco consuela.
¿Volveremos a ver a Goiko en otras historias?
Creo que sí. Por primera vez, me ha salido un personaje que no sé si dará para una serie, pero una segunda novela seguro que va a haber.
Sigue trabajando como funcionario. ¿No se ha planteado vivir de la escritura?
Siempre piensas que te gustaría, pero hay que ser realista. Además, me gusta trabajar y mi empleo me mantiene en contacto con la gente. Ves otras cosas que no verías si estuvieras todo el día en tu habitación con tu ordenador, y eso es positivo.
La imagen de escritor atormentado encerrado en su habitación...
A mí no me gusta. Yo cuando escucho a algunos autores, que dicen que han sufrido mucho para escribir, pienso: no, si sufres, déjalo. Ya tenemos motivos de sobra para sufrir. A mí me gusta porque me lo paso bien, disfruto. Y aspiro a que eso se transmita, y que el lector disfrute leyendo.
Será usted el escritor vasco con más novelas negras escritas.
Publicadas sí, que no es lo mismo. Sin embargo, de algún modo, en este país se empieza de cero con cada novela.