sábado, 18 de julio de 2009

EL ANIVERSARIO DE LA INDEPENDENCIA


Cuando se aproxima el primer aniversario del pacto por el que Euskadi accedió a su independencia, a Jokin Etxaniz, un ertzaina obsesionado por la muerte en un atentado etarra de su antiguo compañero, le asignan uno nuevo procedente de un grupo de antiguos militantes de ETA que, en virtud del citado pacto por la independencia, han ingresado en la policía de la recién creada República Vasca. Pese a los recelos y tensiones que surgirán entre los dos, el brutal asesinato de una mujer, un caso aparentemente sencillo en el que todos los indicios apuntan como culpable al marido de la víctima, les obligará a trabajar codo con codo y a sospechar que las cosas quizás sean más complicadas de lo que parecen y que detrás de esa muerte hay unos intereses ocultos que los dos policías, pese a su mutua enemistad, son los únicos realmente interesados en desvelar. Mientras tanto, y como telón de fondo de su investigación, la extraña aparición de un nuevo grupo terrorista cuyo fin es devolver a la recién independizada Euskadi al seno de la madre patria y que atenta preferentemente contra los nuevos policías procedentes de la antigua ETA, amenazará con complicar aún más las difíciles relaciones entre los dos compañeros.


ABC
No sé si ustedes como yo habrán notado que de un tiempo a esta parte los telediarios nacionales han sustituido la figura ubicua, hasta hace nada, del comandante Spock-Ibarreche por la del jefe supremo del lado oscuro de la fuerza, Darth-Vader Otegui. Constituye el hecho una más de las perversiones de nuestro tiempo: eres en tanto en cuanto interesa que seas; después... nunca más se sabrá de ti, aunque la fuerza te acompañe. Y todo ello por mor de unas intenciones -¿espurias?- cuya comprensión al común de los españoles se nos escapa. Dizque se trata de configurar un nuevo país y unas nuevas lindes; o, lo que es lo mismo, de reducir la piel de toro a vitela de choto. Y en esa futurible idea se basa la última obra que he trasegado como pan de aceite. Se titula El aniversario de la independencia y está firmada por José Javier Abasolo, un aún poco conocido autor de novela negra que va camino de hacerse un hueco en el panorama literario nacional -empleado sea el adjetivo con toda la prudencia y la incertidumbre que viene al caso-.
La novela está editada por Tropismos, el sello salmantino que ha venido dando sopas con honda desde su nacimiento. La acción se sitúa en una hipotética república vasca que finalmente ha roto amarras con su país natal. La novela de Abasolo está protagonizada por dos ertzainas, Jokin Etxaniz y Alex Pedrosa, condenados a compartirse mutuamente en sus horas de trabajo. El primero, Etxaniz, vive aún bajo la consternación y la rabia producidas por la muerte en atentado de su antiguo compañero, en los tiempos en que ETA asesinaba ertzainas, entre otros; el segundo, Pedrosa, es uno de los terroristas a los que la legalizada dirección de la banda coloca dentro de las fuerzas del orden tras la segregación territorial. Pedrosa y Etxaniz se convierten así en extraños compañeros de cama. A priori, una relación profesional y personal imposible que sólo podrá mantenerse por la necesidad de esclarecer las circunstancias de una muerte.
Pero hete aquí que, en medio de la trama, irrumpe un grupo terrorista de nuevo cuño, el FUL (Frente de Unidad y Liberación), a cuyos misteriosos integrantes se les da el apelativo de fulgencios. Los fulgencios parecen tener muy claro cuáles son los objetivos contra los que dirigen sus acciones: los antiguos terroristas ahora integrados dentro de las estructuras de la policía vasca. Todo para obedecer al principio universal de no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti, o, en su defecto, a la ecuanimosa ley del Talión: ojo por ojo y bala por bala. Pero, como es lógico, no voy a desvelarles aquí toda la trama y, mucho menos, el final de esta novela que, al margen de constituir un buen ejemplo del género policiaco, nos invita a reflexionar sobre el sentido de nuestro tiempo y sobre las manos que manejan los hilos de nuestra realidad; esa realidad que aparentemente todos creemos vivir y conocer con plena consciencia y que, sin embargo, como en el caso de los telediarios nacionales, es una realidad servida a la carta de unos intereses difícilmente permeables.
Al margen de la novela, que les recomiendo, y abundando en el apunte a propósito de la editorial, me gustaría, para terminar, romper una lanza en favor del proyecto que encabeza Alberto Martín y que nos está regalando a los lectores un crisol de grandes plumas nacionales e internacionales, de quienes poco o nada sabríamos de no ser por su encomiable empeño. Aún si cabe, debemos felicitamos más porque una iniciativa tan rigurosa y apreciable como la de Tropismos haya brotado a orillas del Tormes y tenga asiento en Salamanca, donde todas las ciencias tienen su primera universidad ("Omnium Scientiarum Princeps Salmantica Docet"). Y que me place, mi buen Sancho.


EL PERIÓDICO DE VILLENA (Fran Ortiz)
Las buddy movies o "películas de colegas" empezaron a descollar en los años 80 a raíz del estreno de Arma letal, donde Mel Gibson y Danny Glover encarnaban a una pareja de policías de personalidades contrapuestas (el primero, impulsivo e inestable; el segundo, paciente y equilibrado) que se veían obligados a trabajar juntos y acababan complementándose en lo laboral y apreciándose en lo personal.
Debido al éxito de ésta, la mayoría de los títulos incluidos en esta categoría estaban protagonizados por policías. ¿Quién no recuerda Danko: Calor rojo, donde el ruso Arnold Schwarzenegger y el norteamericano James Belushi se llevaban como el perro y el gato? ¿O Más fuerte que el odio, donde Sean Connery, padre de Meg Ryan, llevaba por la calle de la amargura a su yerno Mark Harmon, policía como él?
Ahora bien, la mayoría de estas cintas cometían un error fatal: enseguida se apreciaba la impostura que había detrás de la unión de dos caracteres tan opuestos, que en sí misma era arranque y propósito final de la narración. Tuvo que llegar la magistral L. A. Confidential, a partir de la novela de James Ellroy, para encontrarnos con una pareja de agentes de la ley verdaderamente antagónicos (encarnados con maestría por Russell Crowe y Guy Pearce) que apartaban sus diferencias (expuestas con morosidad a lo largo del dilatado metraje) para resolver un caso de corrupción policial y prostitución de lujo en el explosivo desenlace del film.
Siguiendo en el género negro pero trasladándonos al ámbito de la narrativa española, nos encontramos con una buddy novel apasionante: El Aniversario de la Independencia, del vasco José Javier Abasolo, que hace gala de un recurso que en la producción autóctona es bien escaso: estamos ante una excelente muestra de política-ficción, ambientada en un futuro hipotético, muy cercano, donde Euskadi es una república independiente de España con su propio embajador ante las Naciones Unidas.
En esa nación, los miembros de la extinguida ETA se han reincorporado a la vida civil como miembros de la Ertzaintza; en los días cercanos a la celebración del primer año tras la firma del Pacto por la Independencia, la pareja formada por Jokin Etxaniz y Alex Pedrosa, un policía con muchos años de experiencia en el cuerpo y un antiguo etarra, deberán dejar a un lado sus diferencias para investigar un homicidio.
No les destriparé nada más de la absorbente trama. Me limitaré a señalar que la ficción de Abasolo es potente y veraz, y que debería generar saludable polémica si los canales de distribución y las reseñas de la crítica especializada conducida no la relegan a un injusto olvido. Sería una pena que pasara desapercibida esta historia en la que todos tienen sus razones, aunque estas razones se hayan defendido en demasiadas ocasiones de una forma atroz e injustificable.


LA GANGSTERERA (Javier Sánchez Zapatero)
A pesar de que autores como Juan Madrid, Fernando Aramburu o Antonio Muñoz Molina se han acercado tangencialmente al terrorismo etarra en algunas de sus obras, el brutal dramatismo del conflicto vasco ha impedido que el tema haya sido tratado con normalidad y frecuencia en la literatura española. José Javier Abasolo, escritor bilbaíno cuya producción ha estado siempre vinculada al género negro, ha invertido esa tendencia con la publicación de El aniversario de la independencia, una obra que, a medio camino entre la historia-ficción y la literatura policíaca, consigue reflexionar sobre la complejidad política y social de Euskadi y las situaciones de tensión y violencia que de ella se derivan.
La trama de la novela se desarrolla en la hipotética recién creada República Independiente de Euskadi, separada del Estado español en virtud de una serie de pactos que, entre otras cosas, establecían el ingreso a las nuevas fuerzas policiales de parte de los antiguos miembros de ETA. Así, Jokin, un miembro de la policía autonómica vasca, atormentado por el recuerdo del asesinato de un antiguo compañero a manos de la banda terrorista, se ve obligado a tener que trabajar junto a Alex, un antiguo militante etarra reintegrado en la sociedad gracias a la amnistía sancionada con la creación del nuevo Estado. Su relación, deudora de la clásica interacción entre sabios y aprendices propia de ciertos subgéneros policiales, no sólo muestra las rutinas y los procedimientos de los Cuerpos de Seguridad, sino que expone los problemas derivados de la asimilación de los antiguos asesinos en las nuevas estructuras oficiales de la sociedad. Tal integración se ve perjudicada por la incapacidad de quienes un día tuvieron que convivir cotidianamente con sus verdugos y por la aparición de un grupo terrorista que atenta contra antiguos etarras cuyo fin es devolver a la recién independizada Euskadi al seno de la patria española. Con semejante telón de fondo, Jokin y Alex, incapaces de mantener una relación de trabajo sin recelos y odios mutuos, han de enfrentarse a una investigación aparentemente sencilla que terminará por desentrañar asuntos de más alto nivel político y económico.
De interesante y original planteamiento, la novela –que convive en los estantes de novedades de librerías con otra obra de Abasolo, Antes de que todo se derrumbe- sólo se ve lastrada por el apego que el escritor parece mostrar hacia determinados resortes del género negro, haciendo así que en ocasiones la lectura se antoje un tanto tópica. Pese a ello, El aniversario de la independencia resulta recomendable por la valentía de su autor al tratar sin remilgos un tema habitualmente tabú en la literatura española como el del terrorismo vasco y por mostrar las capacidades de la literatura negra para reflejar, a través de la distancia que permite el carácter hipotético y ucrónico de la novela, algunas de las problemáticas de la sociedad actual.


PÁGINA WEB DE JAVIER ORTIZ
Ha nacido la República Vasca. Tras dejar las armas y gracias al acuerdo firmado para conseguir la independencia, algunos miembros de the organization ingresan en la Ertzaintza. Jokin Etxaniz es un ertzaina veterano y Alexander Pedrosa es el nombre de su nueva pareja. A Jokin, sobre todo, no le gusta la nueva situación y a su compañero le resultará difícil trabajar con el que aún considera zipaio. Para complicar más las cosas, a punto de cumplirse el aniversario de la independencia, los asesinatos de la organización FUL se multiplican. Con el objetivo de que la República Vasca vuelva a España, los fulgencios matan a varios de los miembros de ETA que han ingresado en la Ertzaintza.
¿Que qué estoy haciendo? Poniendo aquí la trama de la novela negra del escritor José Javier Abasolo titulada El aniversario de la independencia. Una de mis lecturas veraniegas.


LA SOLEDAD DEL CORREDOR DE FONDO (Blog de José Luis Muñoz)
JOSE JAVIER ABASOLO
Conocí a este bilbaíno, funcionario del Gobierno Vasco y abogado, en algún tinglado de Gijón, o pasando por Negra y Criminal, ya saben, la librería de los mejillones y el vino blanco los sábados por la mañana. Coincidimos ambos en una efímera colección de novela negra, Huella de sangre, que dirigía Miguel Agustí. Luego nos hemos visto muchas veces, en Bilbao, en Barcelona, en Gijón. Y me he interesado por su carrera literaria, por su evolución como escritor. La última vez que compartimos mesa fue en un hotel de Bilbao, y confieso que no le hice mucho caso porque estaba concentrado en una deliciosa lubina salvaje que creo que es lo mejor que he comido en cuanto a pescado se refiere - y seguro que Juan Bas, que estaba dando cuenta de otra, estará de acuerdo conmigo.
La madurez literaria le ha llegado a este vasco tranquilo, que no se inmuta ni pierde los nervios, que tiene flema británica y es sumamente educado - con puntualidad, y recochineo, me felicita cada vez que gano premio, y dice estar cansado de hacerlo - con un par de libros absolutamente recomendables que salieron al unísono en el año 2006, un parto de mellizos: EL ANIVERSARIO DE LA INDEPENDENCIA (Tropismos) y ANTES DE QUE TODO SE DERRUMBE (Algaida), premio Francisco García Pavón de Tomelloso que conlleva, como él y Raúl Argemí saben, ir de gala, hacer el pasacalles por la villa del vino y bailar con la más guapa de las mozas de la localidad.
En EL ANIVERSARIO DE LA INDEPENDENCIA, Abasolo, con lucidez, maestría e imaginación, escribe una novela negra de anticipación política. La independencia del País Vasco por fin se ha producido y a la nueva Ertzaina entran antiguos miembros de ETA que conviven con los policías que décadas atrás trataron de asesinar. Esa idílica convivencia se rompe bruscamente cuando irrumpe en escena un grupo terrorista españolista que se dedica a asesinar a los ertzainas procedentes de ETA. Brillante idea y extraordinaria resolución en una novela que interesa tanto por su forma como por su contenido y arrastra al lector a ese hipotético, y quizá no tan lejano ni disparatado, territorio de ficción.
Distinta, aunque también negra, es la extrañísima ANTES DE QUE TODO SE DERRUMBE, que parece un relato borgiano de suplantaciones, en donde un político se apropia de una pequeña heroicidad a la que erróneamente se le atribuye y ese hecho le ayuda a cimentar su carrera. Todo, en esta novela, es inquietante y extraño. Consigue Abasolo un curioso clímax ascendente casi sin mover una ceja, sin que haya violencia, sugiriendo más que mostrando - ¿Cómo se hace una novela negra sin sangre? Pregunten a este vasco -, entrecruza esa trama político – policíaca con una triste historia de amor y termina de un forma descorazonadora, dejando un mal sabor de boca al lector, la señal evidente de que es una buena novela negra.
¿Cuándo la próxima?