A quienes, por uno de esos
misterios que hay en el Universo y que ni Iker Jiménez sería capaz de explicar,
os atrae la figura de Touré, os gustará saber que el detective afrovasco creado
por Jon Arretxe colabora con un "cameo" en DEMASIADO RUIDO, la última
aventura de Goiko.
Os dejo dos momentos de su
intervención. En el primero no aparece, pero un ertzaina le recomienda a Goiko
que hable con Touré si quiere obtener unos datos que le interesan. En el
segundo Goiko llega al local en el que han quedado y tiene que encontrarle para
empezar a charlar con él.
Y si queréis saber más, ya sabéis lo que tenéis que hacer, comprar el libro. Así el bueno de Jon podrá decir que si alguien lo ha leído es gracias a su personaje. En fin..., mejor dejarlo aquí.
Etxebe se encogió de hombros antes de decirme que era
todo lo de fiar que puede ser uno de esos negros que pululan por el barrio de
San Francisco, en el absurdo caso de que yo fuese tan tonto como para fiarme de
ninguno de ellos.
--Aunque en el fondo no es un mal tipo --añadió--. Es un
sin papales que ha venido desde Burkina-Fasso. ¿Quieres creerme que hasta que
le conocí ni siquiera sabía que existiese un país con ese nombre tan raro? Yo
pensaba que todos los negros eran de Senegal, Nigeria o Camerún, ya sabes, como
en la vieja canción de Zarama, "Iñaki, ze urrun dagoen Kamerun"
(Iñaki, qué lejos está Camerún), pero se ve que no, que también existe
Burkina-Fasso, que tiene cojones el nombrecito. ¿Cómo habrá que llamarles?
¿Burkinafesses, burkinafeños, burkinamierdas? No pongas esa cara, Goiko, que es
una broma, joder, no sabía que te cayeran tan bien los negros. Además seguro
que Touré te gustará --añadió jocoso mientras se pedía el quinto combinado de
ron y le explicaba bien claro al camarero que tenía que cobrármelo a mí--, en
ocasiones ha trabajado como detective. Un detective de pacotilla, eso sí, lo
mismo que tú, aunque tiene una ventaja sobre ti, sus superpoderes. Sí,
superpoderes. ¿O quizás sea un embaucador? --se rió de su propio chiste--.
Adivina el porvenir, quita el mal de amores, espera, espera, que te leo todo el
rollo que pone en sus panfletos publicitarios --añadió cuando la risa le
permitió sacar un papel de sus bolsillos--: profesor Touré, gran vidente
africano, experimentado en todos los campos de la alta magia, ahuyenta la mala
suerte, protege contra el mal de ojo, soluciona problemas de salud, de
negocios, sentimentales, resultados garantizados al 100% en muy poco tiempo.
Como verás el tipo es una auténtica joya, así que podría decirse que no me he
equivocado al decir que sois almas gemelas.
Hay un dicho un tanto
racista que dice que todos los negros, y llegado el caso también todos los
chinos, se parecen y es imposible distinguirlos unos de otros. Aparte de que
hay que ser muy ciego o cretino para no distinguir un negro gordo de uno
escuálido, un lampiño o uno con una generosa barba, uno alto u otro bajo, en
cuanto le eché la vista encima supe que aquel subsahariano tenía que ser el famoso
Touré. Y no sólo porque en esos momentos era el único negro que se encontraba
en el interior del local o porque parecía estar esperando a alguien, sino por
su mirada. Cuando nos presentamos comprendí que le viera donde le viese en el
futuro, siempre le reconocería. No por ser alto o bajo, gordo o escuálido,
barbilampiño o barbudo, sino por esos ojos que me indicaban que había visto el
horror en su totalidad y no había conseguido salir indemne. Supuse que su vida
no habría sido fácil, nunca lo es el recorrido que les lleva desde su aldea
africana hasta las aparentemente opulentas capitales occidentales, pero
instintivamente comprendí que había algo más, aunque prudentemente opté por no
hurgar en su herida. Además, como hubiese dicho un famoso escritor ya difunto,
yo había venido a hablar de mi caso, no del de los demás.