José Javier Abasolo
(Bilbo, 1957) publica con Erein «Demasiado ruido», novela en la que recupera
uno de sus personajes más famosos, el ertzaina retirado Goiko, que tratará de
resolver la muerte de un indigente en Bilbo. La trama se complica con la
aparición de Scotland Yard y un migrante de Mali.
Tras un par de
novelas de otros ámbitos ha recuperado a Mikel Goikoetxea, el ertzaina retirado
que ejerce de detective. ¿Le echaba de menos?
Goiko me gustó desde el primer momento. Es un personaje
clásico al que le he dado una vuelta para adaptarlo a nuestra época y sociedad.
Escribí tres novelas seguidas con él, pero el problema de las series es que,
aunque me gusten como lector, tenía el miedo de repetirme; hay autores de
novela negra que me encantan pero que, una vez leída una novela suya, ya has
leído todas. Y yo no quiero caer en eso.
Después de escribir dos novelas sin Goiko, me surgió una
historia potente que creo que es adecuada para él, y le he vuelto a poner en
escena. Además, lectores y amigos me preguntaban cuándo iba salir otra de
Goiko. Me siento muy halagado.
¿Con qué aventura
se encontrará Goiko?
La historia arranca con el asesinato de un mendigo. Goiko
ya está retirado, tampoco quiere trabajar como detective, pero como tiene mala
fama en algunos ambientes, alguien equivocadamente intenta contratarle para
matar a un mendigo. Goiko tienen un dilema: si se niega, el que intenta
contratarlo irá a por él y, si acepta, como no va a cumplir el encargo, tiene
que salir del paso descubriendo por qué quieren matar a un mendigo, que es un
personaje al que en nuestra sociedad no damos importancia.
¿Habrá más
personajes?
Aunque el protagonista es Goiko, me gusta jugar con
varios planos y hay otras dos historias que confluyen: una serie de asesinatos
que ocurren en Londres y son investigadas por Scotland Yard, y las peripecias
de un inmigrante subsahariano que viene en patera. Pero no es un inmigrante
típico, es un personaje que en su país natal tiene poder y viene para resolver
unos encargos pendientes de su jefe.
También hace un
pequeño cameo Touré, el personaje de Jon Arretxe.
Tengo mucha relación con él y me dio permiso para
introducirlo; la única condición que me puso fue que no lo matara porque quiere
utilizarlo para otras novelas (ríe).
¿No le resultó
complicado jugar con un personaje creado por otro escritor?
Es complicado porque no interactúa como protagonista,
sino que sale en unas pocas páginas. Ha sido divertido.
¿Hasta qué punto
trata el tema de la inmigración?
No es una novela sobre la inmigración. Más que tratar los
temas, los utilizo porque están en nuestra realidad. Creo que la novela negra
es un género muy apegado a las realidades sociales y, si escribes con cierta
honestidad, recogiendo lo que hay a tu alrededor, indirectamente sí estás dando
tu visión.
Los personajes a
veces avanzan por su cuenta. ¿Ha habido cambios en la vida de Goiko?
Cambios como tal no, pero el personaje va evolucionando.
Ahora está un poco más viejo aunque en forma, es más escéptico, solitario e
irónico, sigue siendo muy del país... Hay cosas que no aparecen en la novela
pero que están en mi cabeza, como que suele ir a un txoko con su cuadrilla...
Al definirlo así para mí, lo encauzo mejor.
No relaciono lo que
me cuenta con la portada, en la que aparece una mano que sujeta una memoria
USB.
La portada tiene relación con la novela pero... solo te
puedo decir que tiene relación con lo que pasa en Londres. Es una maravilla de
portada, realizada por Cristina Fernández, que es una gozada porque se nota que
se lee las novelas, por lo que logra captar muy bien su espíritu. Y claro, hay
que leérsela para entender a qué viene la portada...
Parece que el
género negro está de moda, pero son muchos los autores que mezclan novela
negra, histórica, policíaca...
Cada vez las fronteras entre géneros están más
difuminadas, y sí que hay un boom que parece que está aguantando. Pero, más que
de ventas, es un boom de festivales, de críticas, de interés por parte también
de muchos autores. Amazon y el mundo de la autoedición están favoreciendo mucho
también la proliferación de autores. Aunque a veces te pierdes entre tanto
autor, de la cantidad puede salir la calidad; si solo hay un escritor puede ser
bueno o malo, pero si hay mil igual hay cincuenta buenos. A mí lo que me dan
miedo son las modas, porque son efímeras, pero creo que en Euskal Herria se
está consolidando una serie de escritores que antes o después harán una obra
maja. Tenemos a Jon Arretxe y Alberto Ladrón Arana en euskara, en castellano
está Noelia Lorenzo... Poco a poco, se está desarrollando una novela negra muy
interesante, incluso empieza a haber autores en Iparralde, aunque publican en
francés.
Hay quien critica
que todo lo que se aproxima al género se está marcando como novela negra,
incluso que la calidad de los relatos no es la deseada...
Lo que pasa es que, efectivamente, hoy en día la etiqueta
de novela negra no sé si vende, pero aclara al lector. Las etiquetas no me
parecen mal, pero es cierto que hay novelas fronterizas; hay novelas negras e
históricas en la que la investigación policial casi desaparece, otras veces si
hay un crimen ya es considerada como negra... Pero, al final, es el lector
quien decide.
¿Y qué ingredientes
tendría que tener una novela negra?
Un crimen o la posibilidad de cometerlo, alguien que
investiga o lo sufre, y una trama que se resuelva en torno a ellos. Normalmente
habría un investigador, pero se puede contar desde el que ha cometido o
pretende cometer el crimen, y siempre tiene que haber algún tipo de acción que
desencadene, desde un punto de vista criminal quizás, la acción. La clásica
sería un muerto y un policía que investiga, pero hay variaciones.
Tras esta cuarta
entrega, ¿tendremos más noticias de Goiko?
Tendremos más noticias de Goiko, sí. De hecho, en esta
novela le zarandeo mucho y le hago mil faenas pero le dejo vivo, porque quiero
que continúe. Eso sí: no será en la que estoy escribiendo ahora, porque no
encaja.
(Redactora: Amalur Artola).