Os dejo una interesante entrevista aparecida en el periódico de Bilbao, DEIA, el 30 de mayo de 2016, con motivo de la publicación de la última novela protagonizda por Goiko, DEMASIADO RUIDO.
DEIA
En los 90 ya
apuntaba alto, y desde entonces se ha consagrado a la novela negra. Suma
catorce títulos. En ‘Demasiado ruido’ rescata a Goiko, su personaje fetiche
Una entrevista de
Iñaki Mendizabal Elordi
BILBAO - José
Javier Abasolo (Bilbao, 1957), chirene por los cuatro costados, ganó el premio
Novela Prensa Canaria en 1997 con Lejos de aquel instante y el García
Pavón de 2005 con Antes de que todo se derrumbe. En aquellas novelas
primigenias ya se intuía su querencia por el género negro, una tendencia que se
ha afianzado con los años. Ahora, resucita al exertzaina Mikel Goikoetxea y lo
coloca en el disparadero de una trama con vertientes traviesas y oscuras, donde
casi nada es lo que parece.
En las anteriores
tres entregas ha maltratado usted físicamente a Goiko, pero esta vez el
maltrato es también psicológico... Muestra a un hombre muy egoísta. “En el
fondo no soy más que un pobre hijo de puta al que le jode que haya gente que
sea todavía más hija de puta que yo”.
-Está en un momento casi depresivo y
habla mal de sí mismo, pero es un personaje menos negativo de lo que aparenta.
Tiene un sentido peculiar de la justicia, y arregla las cosas con métodos que
no podía usar cuando era ertzaina: no tiene escrúpulos para usar los métodos
que sea con tal de alcanzar su objetivo. Y en esta novela también le meto una
historia personal... Lo zarandeo bastante.
Me han sorprendido
sus cavilaciones finales...
-Claro, algunas cosas trata de justificarlas, porque es
consciente de lo que hace, pero sin engañarse. Y, en muchos sentidos, es
egoísta, porque entre morir o matar, prefiere matar. Pero se niega a ser un
mártir.
Goiko ha
evolucionado. ¿Se le ha ido de las manos alguna vez?
-No. Como autor sé cosas de él que no aparecen en las
novelas, pero que me ayudan a definir el personaje. Por ejemplo, me lo imagino
comiendo en el txoko con los amigos, y eso no sale en las novelas.
¿Es bipolar?
-Todos tenemos varias caras. Goiko no es angelical, tiene
su punto cabrón, pero no ejerce la violencia de forma gratuita.
Y viendo la cara
próspera que se vende del Bilbao actual, ¿no es Goiko un personaje anacrónico?
Quizá hubiera encajado mejor en los 80...
-Cuando pensé en un personaje así, decidí que tenía que
condensar todos los tópicos del detective de la novela negra norteamericana.
Antiguo policía con problemas personales y profesionales; es, en cierto
sentido, un apestado social, solitario, irónico... Pero luego he tratado de
adaptar el personaje a nuestros días. Usa las nuevas tecnologías, conoce la
sociedad de Bilbao... Pero es un tipo con muy mala hostia, y eso trasciende a
las épocas históricas. Eso sí, intento dibujarlo lo más humano posible y
trabajo sus estados de ánimo. Respecto a Bilbao, a mí me gusta la ciudad tal y
como es, y si Bilbao ha prosperado es porque ha entrado dinero, y ahí es donde
salen a relucir las ambiciones, las envidias... Además, de eso se nutre la
novela negra: de las ambiciones de la gente llevadas a un extremo.
Goiko también tiene
un peculiar sentido del humor.
-Es como una válvula de escape, tanto para Goiko como
para el lector.
Cuando construye
los personajes, ¿siempre tiene en cuenta lo ambiguo del ser humano?
-Los defino en base al papel que tienen en la novela,
pero luego trato de romper los estereotipos de personaje malo y personaje
bueno. Los presento como seres humanos, con sus aciertos y miserias.
¿Has pensado alguna
vez en proporcionarle una compañía fija a Goiko?
-Como socio de investigaciones no. El perfil del
personaje es el de un hombre solitario.
Podría haberlo
emparejado con Touré, el detective de las novelas de Jon Arretxe, que hace un cameo
en ‘Demasiado ruido’.
-Sí, le pedí permiso y creo que es un guiño simpático.
Jon y yo somos amigos y me gustan sus novelas de serie negra, pero no
emparejaría a Goiko con Touré, porque son muy distintos.
La novela está
plagada de personajes secundarios, y algunos cobran relevancia. Lola, Salif,
Moussa, Vladimir... Perfiles dispares para una misma historia.
-Lola viene de la primera, al igual que Vladimir. A
Vladimir lo he recuperado de forma distinta a la primera novela. Y Lola, la
amante de Goiko, es una especie de rincón en el que se refugia cuando está
jodido.
...y en esta
novela, Lola es una caja de sorpresas.
-Hasta ahí podemos leer, sí. Me gusta dejar finales
cerrados y con sorpresa, pero sin que esa sorpresa sea demasiado tramposa;
tiene que guardar cierta lógica.
Hace algunos meses
se publicó una noticia relacionada con varios directivos de una multinacional
que se habían suicidado con pocas semanas de diferencia. ‘Demasiado ruido’
recuerda, en parte, ese hecho, aunque aquí los directivos no se suicidan, los
asesinan. ¿De dónde surgió la chispa de la novela?
-La historia no salió de ahí, aunque hago mención a este
hecho. La idea surge de una imagen: la de varios neonazis atacando a un
mendigo.
También saca a
relucir la migración, la corrupción política y empresarial, la prostitución...
¿Le interesa reflejar la realidad social y económica que le rodea o utiliza
estos hechos como ‘atrezo’?
-La novela negra es un género crítico, y aunque no
hablamos de todo esto de forma abierta, los problemas aparecen constantemente,
porque la realidad es la que es. También es verdad que yo no escribo una novela
con la intención de decir lo que está bien y lo que está mal, pero se trata de
mi ciudad, de mi tiempo, y todo eso está aconteciendo ahora y aquí. Agatha
Christie era muy crítica con su sociedad sin pretenderlo; le bastaba con
describirla.
Esta es una novela
llena de guiños, donde las tramas se superponen; narra en primera persona, en
tercera; cada capítulo tiene una fecha diferente... ¿No teme que el lector se
pierda?
-Siempre procuro que la historia sea coherente y que los
saltos en el tiempo y en el espacio estén bien estructurados. No soy de esos
escritores que pide al lector que trabaje mucho, pero hago estructuras más
complejas porque creo que la historia lo merece.
¿Nota el cambio de
la primera novela a ésta?
-Creo que Goiko ha evolucionado y me gustaría pensar que
yo, como escritor, también he evolucionado.
¿Y en las
anteriores trece novelas ha apostado también por el género negro?
-Sí, en casi todas. De hecho, me pasó una anécdota
curiosa con una de ellas. Cuando gané el premio G. Pavón, el jurado describió
mi trabajo como novela policíaca. Y aunque hay cierta intriga, incluso
un asesinato, yo pensaba que no era novela negra.
Con la ristra de
autores que tenemos en Euskal Herria, ¿se puede decir que la novela negra está
en forma?
-Hemos llegado tarde si nos comparamos con el Estado
español, pero diría que ya empieza a haber suficientes escritores como para
decir que puede haber una novela vasca, aunque quizá no haya una gran
homogeneidad.
¿La nuestra es
menos urbana?
-Es urbana pero diferente, porque recoge las
características de un territorio pequeño y montañoso. En Bilbao mismo ves el
monte desde todas partes.