miércoles, 30 de diciembre de 2009

ME LLAMAN EL SOLITARIO. AUTOBIOGRAFÍA DE UN EXPROPIADOR DE BANCOS (JAIME GIMÉNEZ ARBE)



Jaime Giménez Arbe, bautizado por la Policía como El Solitario, no es solamente un expropiador de bancos. Provisto de una conciencia política y de un bagaje cultural y existencial nada común, en esta autobiografía, escrita a mano, relata los motivos que le impulsaron a convertirse en un “expropiador”, en lucha permanente contra el capitalismo. Narra también sus relaciones con el movimiento anarquista europeo y con el nacionalismo corso. Igualmente, desmonta la farsa judicial que le condenó a 40 años de reclusión por la muerte de dos guardias civiles. Lo hace desde una cárcel portuguesa, pendiente de su próxima extradición a alguna prisión de máxima seguridad ubicada en el corazón de su principal enemigo: el Estado español.

Artículo publicado por el editor, Jose Mari Esparza Zabalegi, en el periódico digital IZARONEWS
En esta tierra hay muy poco espacio para discutir sobre la Justicia española. Unos la consideran trágica comedia, mientras otros la defienden con un cinismo interesado, no porque crean en ella, que no son tan ingenuos, sino porque saben que, en general, actúa para ellos. Su lógica es disparatada e irracional: puede condenar a diez años a un psiquiatra del Opus por asesinar a lo bestia a Nagore Laffage, e imponer la misma condena a docenas de jóvenes sin otra acusación que la de pertenencia a la organización Segi, perfectamente legal hasta anteayer.
Su parcialidad es total: Barrionuevo o Galindo están en la calle pese a sus condenas por secuestros, torturas y asesinatos, mientras que sentencias cumplidas de 25 años a presos vascos se prologan a capricho. Sus garantías no existen: si como indica la legislación internacional se declarasen nulos todos los procedimientos en los que ha mediado la tortura, la mayor parte de los presos vascos estarían en casa. Por último, su sesgo clasista es brutal: amén de los vascos, sólo pobres se hacinan en las cárceles; banqueros, prevaricadores, corruptos, (¿qué vida llevará el amigo Urralburu?) nunca la pisan realmente. Una vieja jota navarra lo resume así: "La ley es tela de araña / pensada pa los más ricos / se escapan los bichos grandes / y atrapa a los chiquiticos".
Pese a todo, en la denominada delincuencia común, a veces uno desengancha sus prejuicios, se deja llevar por la corriente mediática, y acaba creyendo que si a alguien le condenan, algo habrá hecho. Yo confieso que ni seguí ni me interesó el espectacular juicio que hace dos años le hicieron a Jaime Giménez Arbe en los Juzgados de Pamplona. Del eco mediático, apenas me llegó que un atracador de bancos se había cargado a dos guardias en Castejón. Sólo cuando leí una carta en Internet, bien redactada, en la que exponía su credo anarquista, decidí escribirle, proponiéndole un libro autobiográfico. ¿Razones?: mostrar, en definitiva, el otro lado de la moneda. Para eso estamos en el mundo editorial, que leguleyos, de sobra tiene el Estado.
La contestación no se hizo esperar: pese a sustanciosas propuestas de grandes editoriales, quería editar con nosotros porque "no tenía interés económico sino el de la difusión de su verdad", somos "una editorial de izquierdas" y además somos "vascos, como él y su familia". Su abuelo Arbe era de Berbinzana y sus padres donostiarras.
Su aita había sido gudari de un batallón comunista en el 36; tres años de cárcel tras la guerra, detenido y torturado luego por Manzanas. Su amatxo, música, maestra y militante cualificada del PCE... "Enbor bereko ezpala naiz" dice Jaime en su incipiente euskera. Astilla del mismo palo. No quisieron que su hijo pisara una escuela franquista y lo educaron en el liceo italiano; se hizo músico y políglota, y luego tornero, fresador, soldador cualificado y técnico de refrigeración, oficios proletarios que nunca abandonó y que fueron su mejor refugio entre asalto y asalto a los bancos, su obsesión ideológica. Añádase a todo esto sus cinco idiomas, sus títulos de piloto de helicópteros y barcos, su experiencia en guitarras y armas, sus 27 años de activismo en todo Europa y su capacidad para escribir a mano, de corrido, mil folios con sus sorprendentes memorias, y tendremos que reconocer que nos encontramos ante un personaje nada vulgar, de esos que suele dar la diáspora vasca de vez en cuando.
Pero yo quería hablar de la Justicia española. Pese a conocerla sobradamente, no deja de indignar el crédito que le dimos al juicio de Pamplona, donde le endosaron, con más ganas que pruebas, la muerte de los dos guardias civiles. Tres testigos de cargo fueron claves: uno, el único testigo del tiroteo de Castejón, no lo reconoció en el juicio e hizo un retrato robot que en nada se le parecía. Otro, un rumano, desconocido por ser testigo protegido, dijo que cuando vio en televisión la cara del Solitario, acudió, como buen ciudadano, a testificar a la Policía que tres años atrás, exactamente el día de autos, se había cruzado con él en coche por una carretera navarra. Dos segundos, fueron suficiente. El buen rumano ni siquiera supo aclarar si iba conduciendo o de copiloto, pero eso no importó a Sus Señorías. Los jueces dieron credibilidad a tan prodigiosa (y contradictoria) memoria.
Como le creyeron a una señora que declaró en Algeciras, testigo protegido también y "clave" según la sentencia, que acudió "voluntariamente" a declarar cómo tres años antes también se había cruzado en coche, el día de marras, por una carretera soriana y en apenas ese instante ¡zas! en que se cruzan dos coches, se fijó en la marca del vehículo, sus ojos claros, pelo rubio, camisa estampada, chaleco corto... Es impresionante que estos dos prodigios de la memoria, el rumano y la señora de Algeciras, coincidieran en el mismo lugar, día y hora, para condenar a 40 años de cárcel a El Solitario.
Por eso se comprende el empeño que tuvieron en negarle el juicio con jurado que le correspondía. Porque ningún jurado del mundo, compuesto de gente normal, creería a esos supermanes. Los jueces de Navarra sí. Había otra línea de investigación, pero no interesó seguirla: si la Policía había aportado tan prodigiosos testigos, la prensa había encontrado un nuevo "Lute" y la "sociedad" reclamaba justicia... ¿Para qué preocuparse de lo que diga un atracador de bancos?
Pero acabada la traca mediática, resulta que ese expropiador de bancos sabe escribir, tiene argumentos, camaradas, una ideología en la que apoyarse, una familia que le respalda, unos editores que le editan, unos periodistas dispuestos a salirse del guión establecido. El Solitario sigue en aislamiento, pero no está solo. Y las miradas se vuelven de nuevo hacia la intocable Justicia Española, politizada, policíaca, proclive, proterva.
El caso espectacular de Jaime Giménez Arbe, su trascendencia mediática y sus memorias recién editadas, pueden servir para hacer reflexionar sobre las miles de personas que habitan el purgatorio español, condenadas con procedimientos similares. Los vascos ya tenemos una opción clara para librarnos de esta Justicia: la Independencia; esto es, que nunca jamás bajo una ley española se juzgue a un ciudadano vasco. Pero los españoles tienen también un serio problema con ese monstruo que han creado; esa tela de araña, pensada pa los más ricos...

ARRAINONTZIA/LA PECERA (AIZPEA GOENAGA) --- AIENATZE-MARRA/LÍNEA DE FUGACIDAD (JUAN CRUZ IGERABIDE)

Artículo publicado en la edición del País Vasco del diario El País. Redactora: Ainhoa Castells
Estuve dándole vueltas y vueltas a la idea hasta que encontré la metáfora de la pecera. El pez está encerrado en un entorno del que no puede salir si alguien no le saca de ahí. Y así visualicé cuál es la situación de una mujer o de un hombre que sufre malos tratos
.
Una persona maltratada, como el pez, no puede salir de la pecera sin ayuda.
La escritora conoció de primera mano el caso de diferentes mujeres.
De esta manera, explica Aizpea Goenaga (Donostia-San Sebastián, 1959) el punto de partida de Arrainontzia/La pecera, una obra teatral que acaba de publicar, en una edición en euskera y castellano, a través de la editorial Atenea.
Actriz, directora, profesora pero también escritora, Aizpea Goenaga aborda en este trabajo la violencia de género en el personaje de Ana, la protagonista, quien, a través de sus reflexiones, hace ver al lector cómo es posible que una mujer llegue a sufrir maltrato. Ana no tiene salida, tiene que quedarse en su pecera, y hasta las peceras más bonitas se amarillean, por las heces de sus peces, señala la editorial.
La idea de escribir esta obra surgió en una reunión de trabajo con la compañía Pok Produkzioak. La actriz Olatz Beobide insistía en que había que el teatro tenía que dar una respuesta a los malos tratos, explica Goenaga.
Y para entender de primera mano lo que supone estar en esa pecera, la escritora escuchó el testimonio de diferentes mujeres, entre ellas Emma Larreta, una joven que en 2007 recibió 25 puñaladas de manos de su ex pareja en San Sebastián.
A la hora de escribir la obra, la autora no quiso ofrecer un texto cerrado, sino aportar las reflexiones de la protagonista con un texto aparentemente revuelto, desestructurado, como la cocina moderna, como son los pensamientos de Ana.
Goenaga está encantada con la publicación de este trabajo, ya que casi sólo en los concurso literarios se publican obras de teatro.
Además no sólo se ha publicado, sino que también ha sido escenificada, el pasado 28 de noviembre en Azpeitia. En la función, pudo ver a un público emocionado con la historia de Ana.
Y si no es habitual la publicación de una obra de teatro, tampoco lo es la de un libro de poesía
Junto a Arrainontzia/La pecera, la editorial Atenea ha publicado, también en una edición bilingüe, Aienatze-marra/Línea de fugacidad, de Juan Kruz Igerabide.
La fugacidad de la vida es el punto de partida de este poemario, nostálgico y sentimental, según explica el editor Jon Kortazar. En palabras de Igerabide, es como si empezaras a jugar a pelota y delante no hubiera ninguna pared. Esa sensación es la que quiero transmitir, el dolor y el juego de vivir, concluye este escritor con una amplia y reconocida producción literaria dirigida al público infantil y juvenil.

PRESENTACIÓN, EN ALBACETE, DE “MORTADELA FILEMONA. HOMENAJE AL CINCUENTENARIO DE MORTADELO Y FILEMÓN”, DE VALERIANO BELMONTE



El próximo lunes 4 de enero 2010, a las 19.30 horas, se presenta en Albacete, en el Casino Primitivo de Albacete (c/Tesifonte Gallego, 3) el libro Mortadela Filemona. Homenaje al cincuentenario de Mortadelo y Filemón, de Valeriano Belmonte. Intervendrá, además del autor, el editor Miguel Ángel Aguilar Avilés.

En el año 2008 la mítica pareja de detectives creada por Francisco Ibáñez cumplía cincuenta años. Para celebrar este singular aniversario, Valeriano Belmonte preparó en Albacete una exposición titulada "Mortadela Filemona". Este libro recoge todos los dibujos de esa exposición y los acompaña con textos en los que Valeriano Belmonte realiza un personal repaso de la historia de los últimos 50 años: la llegada a la Luna, la Transición, Marilyn Monroe... Un libro imprescindible para los amantes del tebeo, pero también para todos aquellos a los que les gusta recordar, prologado por el mismísimo Francisco Ibáñez.

ÁNGELA FIGUERA: XXV ANIVERSARIO


Artículo publicado en el diario DEIA el 30 de diciembre de 2009. Redactora: María R. Aranguren

La poesía es un arma cargada de futuro, escribió el poeta guipuzcoano Gabriel Celaya. Una efeméride, la del 25 aniversario de la muerte de Ángela Figuera, lanza desde el no tan lejano 1984 hasta nuestros días algunas de las palabras que esta escritora bilbaina, poco reivindicada, empuñó con tinta y papel.
Levantaos, hermanas. Desnudaos la túnica
Dad al viento el cabello. Requemaos la carne
con el fuego y la escarcha de los días violentos
y las noches hostiles aguzadas de enigmas
No os quedéis al margen.
El alegato feminista fue el sustrato de la obra de esta escritora nacida en 1902, que luchó en el bando republicano y vivió represaliada bajo la dictadura. El feminismo fue la esencia de sus poemas. En uno de ellos advierte que los hombres se aprovechan de los vientres de las mujeres, que dan a luz hijos que luego van a morir a la guerra por intereses ajenos, explica Pablo González de Langarica, director de la revista "Zurgai", que dedica el último número del año a esta poeta y escritora de cuentos que se codeó con los geniales Gabriel Celaya y Blas de Otero.
No es la primera vez que "Zurgai" recuerda la vida y la obra de esta mujer. En 1987, Langarica tuvo un encuentro con Julio Figuera, primo y marido de la escritora. Su mujer había muerto tres años antes y él todavía aseguraba estar enamorado. Cuenta el director de "Zurgai" que por aquél entonces decidieron dedicarle un monográfico, pero que no era suficiente para realzar su obra.
Empezó a escribir muy tarde, a los 46 años, pero ella aportó el concepto de la maternidad a la poesía de la posguerra, continúa. Lejos de reflejar exclusivamente su experiencia particular como madre de Juan Ramón Figuera, escribió sobre la vivencia compartida, la universal. En el poema La madre, se lee:
Con esa carga dulce y tremenda del hijo
colgando de sus hombros o apretado en los brazos
caminan, cruzan ríos, pantanos, espesuras.
Huyendo. Huyendo siempre sin saber hacia dónde.
pero abrazando siempre, protegiendo incansables
el informe envoltorio donde asoma y reluce
como una perla oscura la carita del hijo.
Escribió sobre lo que ella conocía, sobre su posición en el mundo, explica Langarica. Y aunque sus poemas no tienen la complejidad técnica de los de Blas de Otero, estaban cargados de emotividad y compromiso. Ambos poetas se conocieron y compartieron inquietudes en distintas charlas y a través cartas. Blas de Otero le aconsejaba algunos aspectos técnicos y fue muy positivo porque Ángela era bastante desordenada, pero a Blas también le vino bien conocerla, estar en contacto con esos sentimientos tan humanos y tan arraigados que desprendían su obra.
En el poema Bombardeo, Figuera recuerda el abrazo a su marido entre el caos de la guerra: Con qué exaltada fuerza
con qué prisa
con qué vibrar de nervios y raíces
nos quisimos entonces
Yacíamos unidos, sin lujuria
absortos en el hondo tableteo
de nuestros corazones
Escuchando
de vez en vez el tímido latido
del otro corazón encarcelado
que ya, para nosotros, gorjeaba.
Cuando llegó la posguerra se tuvieron que trasladar desde Valencia, donde residían tras su matrimonio, hasta Madrid. Llegamos con tres pesetas de plata. El poco dinero que traíamos en billetes no valía, recordaba su marido en una entrevista que recoge "Zurgai" años después. Tuvimos que malvender los muebles y lo poco que teníamos de algún valor, pero lo que más influyó en ella fue la vida de la posguerra. La compra de todos los días, los apuros económicos que ya conocía de cuando murió su padre....
La Guerra Civil obligó a Figuera a ser ama de casa, aunque el tiempo le concedió una tregua. Pasó mucho tiempo sin poder trabajar, pero finalmente le dieron un puesto en la biblioteca ambulante, cuenta Langarica. Cuando lo consiguió, se dedicó a recorrer los pueblos para acercar la literatura a la gente más sencilla.
Conoció de primera mano a la poeta Carmen Conde, con quien compartió confidencias que han quedado reflejadas en varias cartas. En una de ellas, que escribe desde Galicia, Figuera describe a su hijo como un muchacho altísimo, fuerte, moreno como un pirata.
La escritora alude constantemente al cordón umbilical, a la relación con su hermano el pintor Rafael Figuera, en cuya casa, situada en el barrio de Santutxu, compartió horas de conversación con escritores como Vicente Aleixandre o Gabriel Aresti, y con personalidades afines al Partido Comunista.
La publicación en 1962 de "Toco la tierra" supuso un cierto punto y final en la obra de Figuera, recuerda el estudioso José Ramón Zabala. Casi en las mismas fechas abandonó su trabajo en la Biblioteca Nacional tras la supresión del servicio de Bibliobús. Y entonces dejó de escribir. Avilés, donde fue a vivir con su marido, la aisló. Allí escribió poco. Dejó de escribir poesía porque, decía, no quería repetirse. Únicamente cuando algo le estremecía o le sacudía, por injusto o por cruel, le inspiraba algún poema de protesta.
Así surgió la serie de poemas Vietnam, creada a partir de algunas imágenes gráficas aparecidas en la prensa. En sus últimos años de vida profesional activa escribió también cuentos infantiles. Poesía para ser oída, vista y compartida en un acto de convivencia hogareña. Quizá mucho más que lo que soñó para su poesía responsable y denunciadora, asegura la investigadora Mercedes Acillona.
Cuentos para ejercer la maternidad sin dejar de lado la literatura. Dos aspectos, junto al feminismo, que caracterizaron la vida de Ángela Figuera.

FICHERO DE NOVELAS NEGRAS: 96.-PERFIL ASESINO (JOHN CONNOLLY)



Título: PERFIL ASESINO
Título original: THE kILLING KIND
Autor: JOHN CONNOLLY.
Editorial: TUSQUETS
Trama: A Charly “Bird” Parker, un detective de complicado pasado y nombre de cantante de jazz le contrata un senador para que investigue el presunto suicidio de la hija de un viejo colega, ya que cree que ha sido asesinada. La investigación se complicará cuando se descubra una fosa común en la que al parecer fueron enterrados los miembros desaparecidos de una secta religiosa treinta años atrás.
Personajes: Charly “Bird” Parker, ex policía y detective, atormentado por el asesinato, años atrás, de su mujer y su hija, Rachel, novia de Parker, psicóloga que a veces trabaja para la policía, Pudd, extraño jefe de seguridad de una secta evangélica, Angel y Louis, pareja de gays asesinos a sueldo, amigos de Parker.
Aspectos a Destacar: Connolly es un autor irlandés que sitúa sus novelas en Estados Unidos y que plantea problemas morales en las mismas / La novela se sumerge en el mundillo de las sectas religiosas y sus dirigentes, al estilo de los telepredicadores, que proliferan en los Estados Unidos.

FICHERO DE NOVELAS NEGRAS: 95.-SÉ QUE MI PADRE DECÍA (WILLY URIBE)



Título: SÉ QUE MI PADRE DECÍA
Autor: WILLY URIBE.
Editorial: EL ANDÉN
Trama: Ismael Otxoa, antiguo legionario, vuelve a Bilbao con la intención de chantajear a Julen Jáuregui, antiguo amigo de juventud, siguiendo un plan organizado por su ex mujer, Irene Pascuales, prostituta de alto standing. Pero lo que parece un plan sencillo se complicará cuando Ismael comprende que está siendo manejado por terceras personas sin saber cuál es el motivo
Personajes: Ismael Otxoa, que se metió legionario por enemistad con su padre ya anciano, del que sospecha que mató a su madre, Julen Jáuregui, su amigo de la juventud, su ex mujer, una mejicana llamada Irene Pascuales, Jacinto Jáuregui, padre de Julen, importante hombre de negocios, Jon “A Secas”, enigmático desconocido que accede a ayudar a Ismael por dinero, pero que parece formar parte de una organización acostumbrada a usar la violencia.
Aspectos a Destacar: Estamos ante un autor vasco que utiliza las claves de la novela negra para explicarnos su visión, en estos momentos, de nuestro país y nuestras ciudades, incluyendo la deriva de ciertos elementos afines a grupos terroristas.