Si Maigret no fuera un personaje ficticio, podría protagonizar esta rocambolesca historia. Y de alguna manera lo hace, aunque sea indirectamente. El famoso comisario de la policía judicial francesa creado por George Simenon ha visto cómo la búsqueda de la primera novela suya traducida al euskera, Aspaldiko Maigret -La primera investigación de Maigret-, deriva en una investigación digna del género detectivesco. Escrito en 1954 por Eusebio Erkiaga (Lekeitio, 1912-Bilbao, 1993), el manuscrito ha permanecido desde entonces oculto en la biblioteca Azkue de Euskaltzaindia sin que nadie lo supiera. Sólo la casualidad y el empeño puesto por su amigo Andrés Urrutia, a la sazón presidente de la Academia de la Lengua Vasca, han permitido rescatarlo más de medio siglo después.
La idea de buscar el texto nació en un homenaje brindado al escritor en su localidad natal. Allí, Rufo Atxurra le comentó a Urrutia la posibilidad de reunir todas las obras del antiguo director del Boletín del Banco de Vizcaya y Urrutia aceptó sin dudar el reto. Tenía una deuda con Eusebio porque, de algún modo, fue mi maestro, recuerda. Y se puso manos a la obra.
Novela, poesía, periodismo, teatro... Erkiaga cultivó casi todos los géneros ligados a la literatura, pero repasando su bibliografía al investigador le llamó la atención que tradujera uno de los 200 libros publicados sobre Maigret. Lo busqué en vano con la ayuda de su familia. No se rindió Urrutia. Empezó a tirar del hilo y supo que la obra ganó el tercer premio de un concurso convocado por Euskaltzaindia, lo que le reportó al autor 500 pesetas, una cifra nada despreciable en los 50. Por mucho que rebuscó entre los papeles le fue imposible hallar rastro alguno en el archivo de la academia, donde la traducción de Simenon estaba a nombre del tolosarra Estanislao Urruzola, Uxola.
El enigma se resolvió años después. Andrés Urrutia volvió sobre sus pasos en 2007 y decidió estudiar a fondo aquel manuscrito para compararlo con el original que utilizó Erkiaga durante la traducción. Dudó sobre la autoría, porque aunque el polifacético escritor hablaba euskera vizcaíno el texto estaba redactado en un guipuzcoano cercano al batua. Pero las notas del autor confirmaron al final que aquella era la obra que buscaba. Ahora, el libro ha sido publicado por el Instituto Labayru con la colaboración de la BBK y el Ayuntamiento de Bilbao.
Noticia aparecida en el diario EL CORREO, el 21 de octubre de 2009. Redactor: Jon Fernández
La idea de buscar el texto nació en un homenaje brindado al escritor en su localidad natal. Allí, Rufo Atxurra le comentó a Urrutia la posibilidad de reunir todas las obras del antiguo director del Boletín del Banco de Vizcaya y Urrutia aceptó sin dudar el reto. Tenía una deuda con Eusebio porque, de algún modo, fue mi maestro, recuerda. Y se puso manos a la obra.
Novela, poesía, periodismo, teatro... Erkiaga cultivó casi todos los géneros ligados a la literatura, pero repasando su bibliografía al investigador le llamó la atención que tradujera uno de los 200 libros publicados sobre Maigret. Lo busqué en vano con la ayuda de su familia. No se rindió Urrutia. Empezó a tirar del hilo y supo que la obra ganó el tercer premio de un concurso convocado por Euskaltzaindia, lo que le reportó al autor 500 pesetas, una cifra nada despreciable en los 50. Por mucho que rebuscó entre los papeles le fue imposible hallar rastro alguno en el archivo de la academia, donde la traducción de Simenon estaba a nombre del tolosarra Estanislao Urruzola, Uxola.
El enigma se resolvió años después. Andrés Urrutia volvió sobre sus pasos en 2007 y decidió estudiar a fondo aquel manuscrito para compararlo con el original que utilizó Erkiaga durante la traducción. Dudó sobre la autoría, porque aunque el polifacético escritor hablaba euskera vizcaíno el texto estaba redactado en un guipuzcoano cercano al batua. Pero las notas del autor confirmaron al final que aquella era la obra que buscaba. Ahora, el libro ha sido publicado por el Instituto Labayru con la colaboración de la BBK y el Ayuntamiento de Bilbao.
Noticia aparecida en el diario EL CORREO, el 21 de octubre de 2009. Redactor: Jon Fernández